11/08/2022

Como Todo Un Caballero (2022) [FF] "Mai Hime" Capítulo 20 a 24

 Capítulo 20. Shizuru Fujino’s Point of View.

 

- ¿Qué…? –de momento se me había secado la garganta y tuve que hacer una pausa, tomé aire y volví a hablar - ¿Qué ha pasado Sir Kanzaki? –él se quedó con los labios entreabiertos y una expresión incomoda.

-milady… creo que esto habla por sí solo… -pero yo negué con la cabeza.

-no, no lo hace Sir Kanzaki, cuénteme que es lo que ha pasado para que solo haya regresado con el casco –entonces él exhalo con pesadez, mirando a los hombres que tenía a los lados.

-milady, yo le contaré absolutamente todo en el castillo, así los hombres podrán descansar y comer –apreté los dientes, mirando a los demás que lo acompañaban, exigía respuestas ahora, así que quería negarme, pero estos hombres habían estado combatiendo y regresaron cuanto antes, él tenía razón.

-entonces vaya directamente a mi salón de té, ahí lo estaré esperando y no quiero retardos Sir Kanzaki –inmediatamente me di la vuelta y subí al caballo.

-por supuesto milady.

 

Los guardias del castillo me ayudaron a subir y me regresaron las riendas, prestos a ayudarme. ¿Quién lo hubiera dicho? En un principio desconfiaba de cada hombre que custodiaba el castillo, y ahora, ahí estaban para mí, sirviéndome hasta en los detalles más mínimos, como si la lealtad hacia Natsuki se hubiera traspasado a mí… ¿sería que acaso, la daban ahora por muerta? ¿por eso? No. Apreté las riendas del caballo mientras galopábamos de regreso. Ella no lo está, no puede estarlo.

 

Sir Kanzaki y los demás soldados llegaron al castillo después, iban a un rimo más lento, de modo que tuve que esperar a Sir Kanzaki por un tiempo considerable. Si no estuviera tan preocupada y necesitada de lo que fuera a decirme, lo reprendería duramente. No obstante, cuando tocaron la puerta del salón, anunciándolo, todo rastro de molestia e indignación fue sustituido por angustia e inquietud, necesitaba que ya se sentara, de modo que cuando lo hizo y se quedó callado, tuve que reprimir mis ganas de gritarle.

 

-Sir Kanzaki, no está aquí en calidad contemplativa –terminé por decir ya que no hablaba, él asintió.

-no sé por dónde empezar, milady… -se pasó una mano por la boca y el mentón –todo estaba marchando bien, su señoría había logrado ganar la batalla, hubo algunos sacrificios, pero su señoría tuvo una buena estrategia y con ayuda de todas las divisiones aniquilamos al ejército enemigo, ya… ya había pasado el caos de la masacre y estábamos sentados descansando, entonces su señoría hizo lo mismo, se sentó en un tronco viejo, en la orilla del bosque, solo le quité la vista unos segundos y luego… -se llevó una mano al rostro –fue mi culpa…

- ¿luego qué, Sir Kanzaki? –estaba ya exasperándome.

- cuando volví a ver a su señoría… un soldado enemigo la había atravesado con su espada… -yo me llevé las manos a la boca -después de verla, tomé a Sir Yuuichi y corrimos a ayudarla, yo iba con la intención de cortarle la cabeza a ese malnacido, pero… pero ninguno de los tres pudo alcanzarlo milady, era muy rápido… no me explico cómo…

- ¿Qué? ¿no vengaron la muerte de su señora? –él frunció la boca y las cejas, mirando al suelo, parecía molesto, pero no conmigo.

-no, milady… él escapó y… -dio una corta exhalación –se llevó a su señoría con él… -me quedé pasmada, con la boca abierta y las cejas alzadas ¿Qué cosa había dicho? ¿escuché bien? ¿se la llevó?

- ¿Cómo? ¿Qué estas…? ¿es…? ¿Qué? –de momento no atinaba a expresarme de forma clara.

-él cargó a su señoría y se la llevó, se llevó su cuerpo… llamamos a todos los hombres y fuimos tras de él, pero resultó que había más enemigos en ese bosque, logramos acabar con ellos, pero al final, mientras buscamos entre los cuerpos no pudimos encontrar a su señoría por ningún lugar, solo hayamos su yelmo… incluso tomamos como prisioneros a varios sobrevivientes y pasamos horas cuestionándolos, pero ninguno supo que ocurrió con ese hombre y su señoría, nadie sabe nada sobre donde está su cuerpo, pero pensamos… -él se quedó callado y cerró los ojos brevemente para luego continuar –sabemos con seguridad que nadie puede sobrevivir a un ataque así, milady, tal vez ese ataque fue la última mordida que da una bestia con sus últimas fuerzas… -yo me quedé en silencio, imaginando la escena, viendo con nitidez el brillo de la armadura de Natsuki siendo arrastrada por un hombre desconocido al interior de un oscurecido bosque.

-Sir Kanzaki… -no lo miraba, pero sentí su mirada sobre mí –si usted no encuentra su cuerpo, me niego a reconocer la muerte de mi esposa.

-pero milady… -yo levanté una mano, deteniéndolo.

-no hablaré más de ese asunto, busque por todo el reino y encuéntrela, no deje una piedra sin levantar, yo esperaré lo que tenga que esperar Sir Kanzaki –finalmente lo mire a los ojos, notaba su inseguridad, su confusión, pero, aun así, él dijo:

-sí, milady, así lo haré.

 

Después de aquello, Sir Kanzaki se retiró de la habitación y yo me recargué en el respaldo del sillón, estaba cansada, era demasiado para un día, todo me decía que Sir Kanzaki tenía razón, que nadie podría sobrevivir a una herida así, pero me negaba a perder lo que no hacía mucho había ganado, después de todo ¿Qué tal si ella no recibió mi carta?... ah… cierto… ¡Es verdad! ¡Podía ser! Entonces me levanté de un brinco y salí por la misma puerta que había cruzado Sir Kanzaki, encontrando que él casi llegaba a la esquina del pasillo, no era apropiado, pero lo llamé a gritos, entonces él tuvo que regresar, visiblemente desconcertado.

 

-Sir Kanzaki, necesito preguntarle algo –le dije, con cierta esperanza.

-lo que sea, yo responderé con honestidad milady –dijo y enderezó la espalda.

- ¿sabe si recibió una carta mía? –frunció las cejas en un primer instante –mandé una carta poco antes de la batalla ¿sabe si el mensajero logro dársela? –él se llevó una mano al mentón, mirando a un lado.

- ¡ah! ¡si! ¡ya lo recuerdo! ¡llegó un mensajero justo unos momentos antes! Recuerdo que su señoría leyó la carta, lo recuerdo porque fue muy extraño que llegara una carta exactamente unos momentos antes de que comenzara la batalla, pensé en preguntarle de que era, pero ahora ya sé que era suya milady.

-entonces si la recibió… -era una sensación agridulce, triste y feliz, en cierto modo.

-así es, milady.

-eso era todo Sir Kanzaki, puede ir a descansar.

-gracias, milady.

 

Sí había recibido la carta… Natsuki sí sabía que yo quería que regresara, de modo que ella no había fingido su muerte para alejarse… lo que daba una peor perspectiva. Natsuki en verdad podía o no… estar muerta. Regresé al salón del té, con pasos lentos y pesados, para finalmente volver a sentarme en mi sillón. Parecía una broma que hubiese estado tan en contra del matrimonio, de haber repudiado a mi captora y que ahora, ahora que finalmente podía estar libre, yo… no me sintiera para nada feliz con estos cambios. Esto debe ser una broma de los dioses, un chiste cruel. Me hacía decirme: si esto iba a suceder, si iba a sufrir por ella ¿Por qué ocurrió este matrimonio? ¿Por qué paso? Yo no había sido hecha para sufrir esto, no sabía qué hacer con estas sensaciones…

 

Me permití derrumbarme en aquel momento, mientras estaba a solas y precisamente porque estaba a solas, las lágrimas corrieron. Comencé a preguntarme si acaso, de no quererla me sentiría igual, si simplemente nos hubiéramos quedado como amigas, si nada de lo que ocurrió entre nosotras hubiera pasado y aunque nos hubiéramos mantenido en el matrimonio con una simple amistad, ¿yo me sentiría mejor? Si fuera mi amiga me sentiría mal por ella, pero no me sentiría con el mismo pesar de ahora, así que no estaría sufriendo, porque al final de cuentas, mientras miraba el anillo que me había dado, me preguntaba si había tomado la decisión correcta o… ¿aún estaré a tiempo? ¿será posible que aún pueda hacer algo? Apreté manos y dientes ¿Qué es lo que debía hacer?

 

-debe ser fuerte milady –era la embarazada modista y esposa de Sir Kanzaki. Podía reprenderla y castigarla por haber entrado sin permiso, pero yo no era así, me limpié las lágrimas y respiré profundo.

-señora… Mai… -recordé momentáneamente que no le gustaba que le dijeran señora.

-mi torpe esposo me ha dicho lo de su señoría, pero no debe temer, ella es más fuerte de lo que parece, no morirá, tiene sus trucos milady.

-sí… ella tiene sus estrategias –quizás ella lo supiera o no, pero Natsuki podía usar magia, talvez estaba olvidando ese aspecto y quizás ella en realidad si estuviera viva –gracias, lo había olvidado.

-la verdad siempre se sabe al final milady, no se atormente si aún no llega.

 

Intenté sonreír como respuesta a su comentario, no sé si lo conseguí. De todas maneras, no pude evitar que un suspiro saliera de mi pecho, luego respiré profundo y calmé mis ánimos, no era propio de alguien de mi clase y estatus mostrar tales emociones, mucho menos frente a una residente de estas tierras, hay una imagen digna que mantener.

 

-gracias, ahora me encuentro mejor, ¿Qué le trae por aquí?

-vine a presentarle mi apoyo milady, en momentos como este, es cuando uno más duda, pero la esperanza puede ayudarnos a continuar.

-la esperanza… es usted muy amable, gracias por sus palabras.

-además, milady, le traigo los conjuntos que me pidió la semana pasada.

 

Los conjuntos… los había olvidado por completo, después de todo, unos conjuntos de ropa no eran importantes frente a la perspectiva de que había perdido a mi esposa, no… ella está desaparecida, pronto habrá noticias… quizá no tan pronto como yo quisiera o me gustaría, pero de que las habrá, las habrá.

 

Como la mujer estaba muy embarazada, le sugerí que tomara asiento. Ella estaba tan embarazada que cada vez que la veía yo sentía que ella estaba a punto de reventar, o al menos su vestido, pero igual que todas las veces anteriores, la tela de su vestido se mantuvo en su lugar. Por otra parte, toqué la campana y le pedí té a la doncella que vino, además de llevar a acomodar los conjuntos que recién me habían traído. Una vez que el té estuvo listo y servido, pude sentirme mucho mejor.

 

-por cierto, ¿Cuándo nacerá? –ella dejó la tasa a un lado y miró su propio cuerpo.

-pues… -ella exhaló un suspiro –espero que, en cualquier momento, ya no aguanto esta tortura –tuve una sensación de no saber que responder a eso.

- ¿tan malo es? –ella negó suavemente.

-no realmente, pero estos últimos meses… no puedo trabajar tan bien como antes, mis clientas esperan mucho de mí –asentí en comprensión. Fue una plática banal en ese momento, pero que volvería a mi mente después.

 

La mujer estuvo un rato y se marchó porque le dolían los pies, entonces también yo descansé, sin embargo, al día siguiente y en las primeras horas de la mañana, sin que apenas se completara un día de la noticia, el administrador solicitó una reunión conmigo. Me pareció extraño, pero accedí a verlo después del desayuno en el salón amarillo. Para cuando llegué, él ya estaba de pie en medio del salón, hizo el respectivo saludo y luego de que yo tomara asiento soltó el motivo de su visita.

 

-milady, su señoría dejó varios proyectos y con la situación de ahora, necesito saber si debo seguir emitiendo los recursos para esos proyectos.

-por supuesto -le dije sin dudar, recordaba que Natsuki había mandado a remodelar los caminos, siempre tenía algo en mente para hacer las cosas más bonitas -usted debe continuar todo con lo que ella tenía pensado hacer.

-muy bien milady, solo quería asegurarme, ahora será usted quien tomé las decisiones -repentinamente me sentí incomoda con esa realidad.

-sí… es cierto… -me hubiera gustado decir que no, pero él tenía razón, yo tendría que tomar todas las decisiones del castillo -hasta ahora no hemos hablado, pero a partir de ahora tendré que verlo por lo menos una vez al mes, quiero que continúe con todos los proyectos de su señoría a menos que los recursos de las tierras comiencen a bajar y eso nos impida sustentar a tanto a la ciudad como a nuestros guardias.

-por supuesto milady, yo estaré a su servicio en el lugar y el momento que lo disponga.

 

El administrador tenía mucha razón, pero hacerme cargo por completo del castillo, si bien era una razón para sentirme empoderada, también me daba una sensación de… pérdida. Son cosas difíciles, me dije en ese momento, y talvez haya más cosas que hacer, aunque no recuerdo que Natsuki hiciera demasiadas cosas…

 

No obstante, una de esas cosas que Natsuki hacia y no había notado ocurrió unos días después, cuando por fin llegó la noticia de que la criatura había nacido y la tortura de Mai se había acabado. Entonces, el mayordomo, quien fue el que me lo comunicó, me dijo que debía darle mi bendición a la criatura. Por supuesto, más tarde volví a recordar las experiencias con Mai, y cuando fue la ceremonia para la criatura recordé nuestras platicas, platicas banales que de momento me hacían sonreír.

 

Era la primera criatura a la que bendecía y como era hijo de uno de los fieles vasallos de mi desaparecida esposa, era un más importante darle un obsequio. Sin embargo, si bien yo debía darle mi bendición como regente de estas tierras, la sensación de que no debía ser yo se apoderó de mí… al menos no debía ser solo yo. Pero no fueron esas las únicas veces en las que recordé aquellas experiencias con Mai, fue imposible no recordar las conversaciones cuando se me notificó de mi nuevo estado.

 

-milady –me dijo Youko una mañana, luego de traerme el desayuno –estoy preocupada milady, deberíamos llamar a un médico para que la revise –aquella mañana me sentía un poco distraída, así que la miré con las cejas fruncidas, sin entender que balbuceaba.

- ¿un médico? ¿Por qué un médico? –de momento ella se sintió un poco incomoda y Youko no solía ponerse incomoda, fuera cual fuera el tema.

-solo… deme permiso de mandar por alguien… alguien que la pueda revisar -me le quedé mirando sin entender, pero también sin ganas de hacer demasiados aspavientos, ya tenía suficiente con toda la situación que estaba viviendo.

-está bien, llámalo, haz lo que quieras.

 

Por supuesto que nunca esperé que dos horas más tarde ya tuviera a Youko tocando mi puerta, anunciando que ya había llegado una mujer para mirarme. Fue entonces que me pregunte: ¿Mirarme qué? La dejé pasar a mis habitaciones con cierta reserva, únicamente con Youko acompañándome en la visita. Aquella mujer, de edad considerable, me miró con calma y detenimiento, me palpó las piernas, los pies, las caderas y el vientre, cuchicheando ocasionalmente con Youko en voz baja, al final, ella asintió en silencio.

 

-milady, está usted en cinta –dijo con tono serio. Obviamente al escucharlo me quedé con la misma expresión, no reaccioné, las miré a ambas, que tenían expresiones de seriedad y luego comencé a digerir las palabras. Miré al suelo, mire a un lado, fruncí un poco las cejas… luego, poco a poco mis ojos llegaron al anillo en mi mano, el anillo que me había dado Natsuki… oh cielos… ¿es posible? Me llevé una mano a la boca ¡Era muy posible!

-milady, milady –decía Youko, con expresión grave - ¿Qué vamos a hacer? –entonces la miré sin entender.

- ¿a qué te refieres Youko? ¿Qué más hay que hacer? Solo esperar, no nace mañana.

-milady… no sea ingenua… no sé cómo ni con quien, pero… -automáticamente me ofendí.

- ¿Qué estas queriendo decir Youko? –pronto, la molestia en mi interior comenzó a hacerse más grande - ¿Por qué clase de mujer me has tomado?

-milady… usted y yo sabemos que… no puede ser de su señoría… cosas como la magia no… -me le quedé mirando con tanta severidad que ella dejó de hablar. Por unos momentos le sostuve la mirada con la boca y la mandíbula tensas hasta que bajó los ojos al suelo, quizás eso fuera suficiente reprimenda, no solía reprenderla de ningún modo, de hecho, nunca lo había hecho; quizá nunca hubiera sucedido de no ser por la insensatez que estaba sugiriendo.

-es suficiente Youko, no tienes que creerlo, pero no lo cuestionarás en mi presencia.

-milady… -ella frunció las cejas, tenía una expresión amarga –aun si yo lo creyera… la gente de estas tierras no lo creerá y pensará…

-no tengo que darles explicaciones, Youko, márchate si no tienes nada mejor que decir, es un día de esplendidas noticias, no toleraré comentarios negativos, al menos no hoy.

-sí, milady…

-dígame, buena mujer ¿Cuánto tiempo cree que lleva? ¿Cuánto me falta? –la mujer que me había examinado tenía una edad considerable y, por tanto, experiencia tanto teórica como personal, así que cuando sonrió levemente, sus arrugas parecían también sonreír.

-mmm… quizá de dos a tres meses milady.

 

La mujer continúo hablando sobre el tiempo que quedaría y los cuidados que debería tener, además me adelantó lo que experimentaría en los próximos meses. Se notaba que tenía gran experiencia en el tema y al mismo tiempo que le gustaba dedicarse a eso y por supuesto, escuché atentamente sus indicaciones. No estaba preparada para esta experiencia, de hecho, no había pasado por mi mente desde la noticia de la desaparición de Natsuki, pero ahora estaba aquí la situación. Parecía irreal.

 

-si no es molestia, la llamaré para que venga a verme –ella accedió de buen modo –por otra parte, contrariamente a lo que esperaría mi doncella, esto no será un secreto, por ahora, mientras su señoría no regrese, yo soy la señora de estas tierras y la criatura es, y será siempre, motivo de orgullo.

-claro que si milady, volveré dentro de unas semanas para mirar cómo va su estado.

 

Como bien le dije a la anciana mujer, no era un secreto, así que la noticia se esparció vertiginosamente en solo unas horas. De esa manera me di una idea bastante nítida sobre cómo se extendía la información que circulaba en el castillo, todos los siervos eran demasiado comunicativos si la noticia no llevaba el calificativo de “secreto”. Dos horas después, la noticia se había propagado con tanta celeridad que ya había llegado a oídos de Sir Kanzaki, por lo que pidió verme. Accedí a recibirlo en el mi salón del té, donde siempre recibía a su esposa, pero al entrar en la habitación, encontré un rostro tenso y sin el habitual tono cordial con el que siempre me hablaba.

 

-milady, espero no interrumpir sus asuntos –mantenía las formas y la manera afable de hablar, pero la amabilidad no llegaba a sus ojos.

-no ha interrumpido nada especial aún, Sir Kanzaki –preferí ignorar lo que percibía y le respondí como normalmente haría.

-vine lo más pronto posible, porque hay un espantoso rumor que corre ya por las calles, milady.

- ¿un rumor? ¿Qué rumor, Sir Kanzaki? –le pregunté, aun cuando ya me hacia una idea sobre el supuesto rumor.

-hay personas asegurando que usted está en cinta –entonces clavó sus ojos en los míos, no sabía si hacia eso con la esperanza de que yo negara o porque estaba molesto por la noticia.

-habrá que castigar a los siervos por ser tan comunicativos… -por otro lado, no hice caso a su mirada y me senté cómodamente en un sillón, con la intención de no mostrar demasiada importancia.

-está diciendo… ¿Qué es cierto, milady? –entonces volví a mirarlo.

-es cierto, Sir Kanzaki ¿es un problema para usted? –solo vi como tensó la mandíbula, segundos después, con su tono habitual respondió.

-en absoluto, milady –pero la amabilidad en su boca seguía sin llegar a sus ojos. Debe pensar lo mismo que Youko, que tuve algo que ver con alguien más –mis más sinceras felicitaciones milady, deseo que la criatura nazca con mucha salud –añadió, pero eso es lo que siempre se decía por obligación al saber de un embarazo –me retiro, mañana me marcho para buscar pistas sobre su señoría…

-gracias por su atenta labor, Sir Kanzaki.

 

No respondió a lo último, enderezó la espalda y levantó el mentón, en una despedida solemne y altiva, después dio media vuelta y salió de la habitación. Era obvio que esto podía pasar. Pero también era obvio que no podría esconder el embarazo por siempre, de modo que era preferible hacerlo público desde el principio a que la gente después se enterara al darse cuenta de un embarazo avanzado.

 

Cerré los ojos y sentí como me ardieron, una sensación dolorosa pero que también era extrañamente agradable. Me sentí cansada en ese momento ¿todos iban a reaccionar de esa manera? ¿todos se portarían como si hubiera hecho algo grave? ¿Cómo si la hubiera engañado? Es fácil llegar a esa conclusión teniendo en cuenta la naturaleza de nuestro cuerpo, sin contar que el secreto de la hechicería de Natsuki era algo que al parecer no le había contado ni a su más fiel y cercano vasallo, pero… todo era incorrecto, no había engañado a nadie, era real, nos pertenecía…

 

Me llevé una mano a la frente y suspiré. Si Natsuki estuviera aquí las cosas serían diferentes, pero ella no está, de modo que yo debo mantenerme firme en mi postura. Quizá haya muchas personas hablando sobre el embarazo ahora mismo, más bien, todos en la ciudad ahora estarán hablando de eso por un largo tiempo, pero estoy segura de que nadie se atreverá a decirme una palabra de frente. Esa realidad, de cierta forma, me trajo tranquilidad, yo ahora era la señora de las tierras y nadie se atrevería a molestarme.

 

Ese hecho fue aún más imponente cuando días después llegó un delegado de la reina. En la ciudad capital, la Reina ya había sido informada de los resultados de la batalla, sabia las perdidas, las ganancias e incluso las muertes y la desaparición de Natsuki, por supuesto; de modo que ahora enviaba a un delegado a informarme que el traspaso del señorío se haría de forma provisional y que sería absoluto si en un año Natsuki no aparecía. Al terminar, el delegado hizo una reverencia y se acercó a mí, entregándome el documento, para que yo pudiera mirarlo en detalle frente a él. Por supuesto, había atendido al delegado en el gran salón y habían acudido dos de los vasallos más cercanos para ser testigos. Al recibir el documento ellos también hicieron una breve reverencia, me jurarían lealtad un año más tarde, aunque yo esperaba que eso no sucediera.

 

Sin embargo, aun así, tuve que revisar la lista de vasallos, e inevitablemente me encontré a Sir Kanzaki. Evidentemente, él ahora no sería un vasallo fiel, pero ¿eso significaría que es un enemigo? ¿un obstáculo? Era francamente preocupante, y lo peor es que no había nada por hacer, al menos no por ahora. El delegado, una vez que entregó el documento y pude leerlo brevemente, se despidió, con la intención de regresar a ver a su majestad. Asentí y pedí le diera saludos míos, entonces se marchó. Los dos vasallos que asistieron se despidieron casi al mismo tiempo y salieron un poco después que el delegado. Los mire irse, apurados. Seguramente irían a preguntarle algo al hombre, o a informarle sobre mi estatus, pero dudo que a estas alturas la Reina no sepa sobre mi estado, puede ser una niña, pero no es una tonta. ¿Qué es lo que pensará sobre el embarazo? No tengo idea, pero parecía no tener intenciones de ser una molestia.

 

Exhalé con cansancio y miré el suelo frente a mí, adornado con un largo tapete de intenso tono azul con bordes plateados. Sentía inseguridad y zozobra, por una parte, me sentía motivada por la noticia y por otra… sentía que no podía más, que en cualquier momento ya no podría respirar, que había demasiado aire dentro de mis pulmones, tanto que estallaría, sin importar cuanto tratara de respirar parecía no haber algo que calmara la sensación. Respiré, con calma, con lentitud, respiré. Hay motivos para continuar, hay motivos para ser fuerte, ahora tengo más de una responsabilidad. No solo tengo que cuidar estas tierras mientras no está Natsuki, tengo que cuidarlas para poder legarlas. Esa es la responsabilidad que alguien como yo tiene, sin importar los sentimientos o cualquier romance, es mi deber.

 

-milady –era una de mis doncellas –tiene una visita –la visita era la esposa de Sir Kanzaki. Era curioso que viniera ahora, había pasado ya algún buen tiempo desde la visita de Sir Kanzaki y no había sabido nada, imaginé lógicamente, que ella tendría una opinión similar a la de Sir Kanzaki y por ello no se había presentado en los días siguientes, ¿tendrá algo que decirme? ¿será algo desagradable?

-hazla pasar –le dije a la doncella, mientras llegaba imaginé escenarios tensos y problemáticos, sin embargo, cuando apareció, con una sonrisa en el rostro y una actitud jovial, me sentí más relajada.

-milady –me dijo, con una sonrisa fresca –tal parece que ahora cambiaremos lugares - ¿me preocupé innecesariamente?

-supongo entonces que ha escuchado los rumores –por ahora, preferí ser precavida.

-imposible no saberlos –me dijo con un ánimo que me daba envidia –además el hombre estuvo unos días por aquí, incluso sé que vino a visitarla.

-sinceramente creí que serias tú quien viniera primero a verme –ella rio.

-por supuesto que lo habría hecho, pero mi pequeño me lo impidió –asentí en comprensión.

- ¿ha estado sano? ¿le ha ocurrido algo? –ella negó sin abandonar esa atmosfera jovial.

-todo ha estado bien… -entonces su rostro cambio, mostrando una sonrisa menos marcada y sus ojos mirando el tapete azul, la expresión en su mirada era seria, pensaba en algo diferente –milady, he discutido en favor de usted, pero incluso yo… que puedo ver sus sentimientos y mortificaciones… no sé qué pensar sobre su estado –repasé sus palabras en mi mente, así que había discutido… era lamentable imaginar una situación así, pero me hacía pensar que quizás me tenía en mejor estima de lo que hubiera pensado antes. Exhalé un suspiro y con calma respondí.

-no puedo culparte y tampoco puedo explicarte, no creo tener el derecho a revelar secretos que no me pertenecen… lo único que puedo decir, es que no tengo nada de qué avergonzarme porque he honrado el juramento que hice –ella frunció un poco las cejas con una sonrisa torcida, miró unos momentos hacia otro lugar, analizando mis palabras, pensó por unos momentos y finalmente, con una expresión un poco más tranquila volvió a hablar.

-si aparece su señoría ¿Qué cree que ocurrirá?

-yo… -no pude evitar recordar la última carta que le envié, las palabras que le escribí y el arrepentimiento que siento –la última vez no fui muy clara con ella sobre mis sentimientos… pero cuando regrese y se entere, ella definitivamente estará segura de ellos, ella sabrá con claridad todo lo que siento por ella –en el rostro de la pelirroja apareció la duda y el desconcierto, es obvio que no entienda, pues desconoce la naturaleza que envuelve el anillo que llevo en el dedo y mucho menos los requisitos que exige el hechizo en él para hacer efecto.

- ¿está segura milady? –preguntó aún con la confusión en el rostro, en ese momento, involuntariamente me nació una sonrisa. Cuando nazca, estoy segura, no sé porque, de que tendrá sus ojos.

-llegará el día en el que lo entiendas.

-bueno… -ella dejó salir un suspiro –esperaré por aquel día, milady.

 

La insólita e inesperada comprensión y aceptación de esta mujer me hizo sentir un poco mejor, por extraño que parezca. No necesitaba su aprobación, ni la de ella ni la de ningún habitante de las tierras, pero sin duda era reconfortante escuchar que había alguien que estaba dispuesto a darme un voto de confianza. A veces, tal parece, encuentras apoyo en menos quien esperas, y encuentras escepticismo donde creías que siempre habría comprensión. En este caso, Youko limitaba sus palabras sobre el tema desde la visita de la anciana mujer, pero yo casi podía saber con precisión lo que estaba pensando. Eso me hacía sentir herida. De modo que la relación entre ambas se volvió algo tensa.

 

Algunas veces me ponía a pensar por qué, ¿Por qué Youko no podía creerme? ¿Por qué, si al principio había parecido… accesible a la idea? ¿creyó que solo eran fantasías? Es una posibilidad, quizá no lo creyó realmente y ahora ella pensaba seriamente que yo había engañado a Natsuki, ¿le molestaría eso? no, quizá le molestaba que yo no aceptara que la hubiera engañado, pero de ninguna manera iba a aceptar algo que jamás había pasado. Por lo tanto, nuestra comunicación comenzó a ser cada vez más limitada. Me preguntaba si lo hacía a propósito o si buscaba que fuera yo quien buscara hablar más con ella. Era triste y decepcionante, pero se estaba equivocando. Había una amistad como consecuencia de los años de servicio, pero no éramos estrictamente amigas.

 

Y hablando de amigas… varias veces me plantee la idea de mandarle una carta a Haruka para darle la noticia, pero todas esas veces me retuve, no sabía que es lo que terminaría pensando sobre mí. Podía hacer a un lado las opiniones de la servidumbre, las opiniones de los ciudadanos e incluso de los vasallos, pero de personas de mi estatus, de personas cercanas… eso era tema diferente. Por supuesto y lógicamente, tenía miedo. Sabía bien que Haruka y mis padres desconocían de todo a Natsuki, de modo que no había problema en ese aspecto, pensarían que sería normal un afortunado y conveniente embarazo en el momento preciso, pero seguramente querrían venir a verme, querrían quedarse por un tiempo y talvez escucharían algo, si descubrían la verdad… no sabría qué decirles y principalmente, no sabría qué me dirían…

 

Es obvio que no puedo ocultar la verdad para siempre, pero al menos lo intentaría hasta que tuviera noticias de Natsuki. Si ella regresaba a tiempo idearíamos algún plan juntas, pero si no, me quedaría en el castillo hasta el nacimiento, después lo llevaría a la capital a que lo conocieran y volvería al castillo. De esa forma evitaría el choque de verdades complicadas. Al menos tenía que intentarlo.

 

-milady, he venido porque ha llamado por mí –Sir Kanzaki había llegado dos semanas después de que le mande una carta solicitando su presencia.

 

Habían transcurrido algunas semanas desde que Sir Kanzaki se había marchado para hacer averiguaciones sobre Natsuki, pero en todo ese tiempo no se había comunicado conmigo, no había mandado noticias, e inevitablemente me preguntaba ¿No mandaba noticias porque no quería mandarlas? O ¿no mandaba noticias porque no había? Era una seria diferencia que necesitaba esclarecer, por eso mandé por él, no obstante, al instante de verlo pude notar que había una molestia que no abandonaba sus ojos a pesar de sus palabras sedosas. No era una sorpresa, pero tampoco iba a permitir que un simple vasallo pasara por encima de mí.

 

-Sir Kanzaki, ya han pasado meses desde que partió en busca de su señoría ¿ha descubierto algo? –la expresión afable se endureció y miró al suelo, poco a poco sus cejas se fueron frunciendo ¿Qué estaría pensando? Noté que luchaba por decir algo, pero no sabía que podía ser.

-milady… me avergüenza aceptarlo, pero no tengo noticias sobre su señoría, puede estar tranquila… -me quede, momentáneamente sin palabras y con los ojos más abiertos de lo habitual. Podía perdonar su negligencia, pero ¿Qué era ese comentario al final?

- ¿Por qué estaría tranquila si Natsuki sigue desaparecida? ¿le parece que puedo sentirme tranquila al no saber de ella? ¿se sentiría usted tranquilo de estar en mi lugar?

-yo solo pensé… que debe sentirse insegura en su condición.

-Sir Kanzaki, si piensa que temo por el regreso de Natsuki debido al embarazo, está muy equivocado.

-yo no… -comenzó a balbucear –yo no quise decir…

-sé el tipo de cosas que piensa Sir Kanzaki, las piensan muchas personas, pero me tienen sin cuidado porque sé, perfectamente, que cuando regrese Natsuki ella estará feliz al verme –al terminar la oración él me miro con los ojos más abiertos, descendiendo lentamente hasta donde comenzaba a crecer el vientre.

-lo entiendo milady… usted tiene muchas presiones, es obvio que desea que su señoría regrese y mantiene esa esperanza, por lo tanto, perdone mi franqueza, pero su señoría no va a regresar –sentí que algo golpeo mi pecho, mi corazón brincó como con un susto, dolió y tuve que respirar profundamente mientras le sostenía la fuerte mirada a Sir Kanzaki.

- ¿Por qué… está diciendo eso, Sir Kanzaki? –le pregunté lo más íntegra posible.

-me he cansado de buscar, nadie la ha visto en el reino.

-entonces busque fuera, pero hay que seguir buscando Sir Kanzaki –él suspiró.

-si milady… pero no olvide que pueden ser esfuerzos en vano.

-talvez sí, pero por ahora, esto es lo mejor que puedo hacer.

 

Sir Kanzaki tenía una expresión complicada, entre molesto y preocupado, me preparé para esperar algún comentario adicional, pero al final hizo una reverencia y se marchó. Cuando salió del salón exhalé rápida y pesadamente. Tenía que ser comprensiva y tener mucha paciencia, pero también ¿Quién me comprendía a mí? Me llevé los dedos a la frente, últimamente fruncía demasiado las cejas, al menos cuando estaba a solas. Constantemente me preguntaba cuando sabría algo, cuando llegarían noticias.

 

El pensamiento de que Natsuki estaba por algún lugar desconocido en alguna condición difícil solía invadirme por las noches, pero era el pensamiento más positivo que tenía, porque el peor es que ella estuviera muerta y si bien la muerte es un hecho inevitable, aún quería aférrame, lentamente, a la idea de que esta por ahí, sobreviviendo en un bosque o un desierto, escalando montañas o lanzando una flecha para sobrevivir. Debe estar haciendo eso, debe estar en un lugar lejano, no sé cómo, pero debe ser difícil y por eso está tardando, talvez tarde más, pero volverá.

 

Pero… ¿y si no vuelve? ¿Qué haré si no vuelve? ¿Qué haré si Sir Kanzaki tiene razón? No me gustaba ese pensamiento, quería esperar, aun no quería pensar en lo que haría de ser así… pero surgían algunas imágenes en mi cabeza, no pensamientos exactamente, no planes, pero me veía a mí misma con mi futura criatura… si Natsuki no vuelve… eso es suficiente para mí. La criatura será todo mi futuro.

 

-milady, todo va muy bien, me alegro de que este embarazo sea tan tranquilo –me dijo la anciana médica. La mujer venia cada dos semanas a mirarme, hacia una examinación minuciosa y siempre estaba complacida tanto por mi semblante como por la criatura –muy pocas veces veo un embarazo tan tranquilo –decía ella siempre, me preguntaba si era por el hechizo del anillo, si volvía fuerte a la criatura porque debía asegurar el legado, o si me volvía fuerte a mí en consecuencia. Tenía mis dudas, pero, en cualquier caso, era una ventaja.

-cuando llegue el momento… -solo había una duda, una incertidumbre –cuando sea el alumbramiento… -le mujer me miró con una ligera sonrisa, me parecía que ella ya sabía por dónde iba mi cuestionamiento y solo me estaba esperando para responder - ¿duele demasiado?

-hay dolor, milady –respondió y sus ojos también sonrieron con cierta luz –pero, si me escucha y hace todo lo que le pido que haga, todo será muy sencillo, se lo aseguro.

-es solo que no sé qué esperar… -ella asintió con la mima sonrisa en los labios, había comprensión en su expresión, me sentí segura por alguna razón.

-no hay mucho que hacer para evitar el dolor, pero eso mismo hará que ame a su futuro hijo, cuanto más cuesta, más apreciamos su valor.

 

La mujer se marchó al terminar la examinación, pero yo me quedé con sus palabras en mi mente. ¿Sera verdad? ¿apreciamos solo lo que nos es costoso de obtener? Los sentimientos que habían surgido por Natsuki no tuvieron un costo, no uno doloroso o excesivamente difícil, pero aun así la apreciaba, quería volver a verla, ver sus ojos, ver esa sonrisa en sus labios, verla con los pies extendidos en la alfombra frente al fuego, ver su espalda desnuda bajo el camisón, oler su cuello… cerré los ojos. Quizás… me preguntaba si lo que sentía era amor de verdad, si no era alguna especie de… cosa lujuriosa, y de nuevo me dije ¿significa algo ahora mismo esa confusión? ¿tiene algún sentido en este momento? Por qué de todas maneras, Natsuki no estaba aquí como para poder aclararlo.

 

O también, podría ser que a mí no me haya costado demasiado desarrollar estos sentimientos, porque había sido Natsuki quien había trabajado duro por ellos y en consecuencia yo respondí. ¿Me estaré engañando? Miré, una vez más, el anillo en mi dedo, brillando tenuemente por la poca luz natural que entraba en la habitación. Respiré profundo y en consecuencia dejé salir un suspiro. El anillo no podía equivocarse ¿Verdad?

 

Aquel día, más tarde, mi pelirroja favorita vino a verme. Últimamente parecía más mi amiga de lo que alguna vez imaginé, se había vuelto una mujer importante para mí, un apoyo, pues no podía llamar a los que eran cercanos para mí, al menos no por ahora.

 

- ¿Cómo le ha ido con la revisión de hoy, milady? –después de que llegó pedí que nos trajeran el té.

-perfecto, como desde el principio –Mai, que es la modista de la ciudadela, siempre que venía me contaba todos los chismes que podía, me contaba chismes de personas que desconocía y que francamente no me interesaban, pero que escuchaba para entretenerme, al mismo tiempo también me contaba cual era la percepción de los habitantes en relación a mi embarazo.

 

Había opiniones variadas, unos a favor, otros en contra. Los que estaban a favor decían que su señoría me había aceptado con el embarazo antes del matrimonio, los que estaban en contra afirmaban que el embarazo había sido después de la última batalla y que seguramente era el fruto de un romance con un apuesto soldado del castillo. Sin embargo, al final, aceptaban que el embarazo era algo bueno, porque habría un sucesor digno, además de que no todos en la ciudadela habían tenido vidas exentas de alguna mancha, muchos habían sido traídos o traídas después de algún evento traumático, como en el caso de varias de mis doncellas, por lo que buscaban aquí una nueva vida alejadas de los horrores pasados, sin olvidar que muchos de los habitantes creyeron que cuando Natsuki me trajo al principio, había sido porque me había rescatado de alguna terrible situación, por lo tanto aplicaban para mí la misma aceptación que le daban a un nuevo residente que buscaba superar su pasado. Si bien, la opinión general era de aceptación, no me gustaba que se pensara en mí como alguien que había cometido un desliz o que había pasado algún trauma, pero tampoco iba a salir a las calles a gritar que todos se equivocaban.

 

-por cierto –cuando Mai terminó de contar los chismes del día, le pregunté algo necesario - ¿sabes cuándo vuelve Sir Kanzaki? –últimamente Sir Kanzaki tomaba el puesto de Natsuki, parecía estar a la altura, incluso, si él sobresalía lo suficiente y hacia méritos con su majestad, tal vez le dieran un territorio en el futuro.

-ese ingrato sigue con su majestad, no me ha mandado ni una carta el infeliz –yo asentí en silencio.

 

Sir Kanzaki no me había mandado noticias y por lo que ahora podía saber, a Mai tampoco le había mandado cartas. Me pregunté entonces si Sir Kanzaki pudiera estar molesto con ella, ya que estaba abiertamente de mi lado y él parecía pensar que yo había engañado a Natsuki. Enseguida me molesté, ese asunto quedaba por completo fuera de su control y mucho menos podía opinar sobre ello. Por lo que cuando Mai se retiró, me dispuse a mandar una carta, solicitando su presencia o cuando menos alguna noticia. La respuesta llego una semana más tarde en una carta simple y escueta, donde decía que no había habido avances.

 

Arrugué la carta, ese hombre estaba desafiándome. Seguramente estaba embelesado ante la perspectiva de volverse el nuevo general del ejército de su majestad. Casi podía afirmarlo, no lo había visto y nadie me había dicho nada, pero es el tipo de cosas que no necesitan pruebas… ¿y si por eso no hay noticias? Respiré pesadamente, más molesta que antes. No tenía pruebas, así que necesitaba pruebas, de modo que escribí a Haruka, que aún continuaba en la ciudad capital.

 

Haruka contestó dos semanas después, fue una carta larga. Primero preguntó por qué aún no volvía a la ciudad capital, ella decía que quizás quedarme en el castillo me amargaría la vida, así que debía ir a la capital para refrescarme y sobrellevar mejor el luto, pero Natsuki no estaba muerta y su comentario solo me molestó. Lo segundo que comentaba es que había personas preguntando por mí ¿Dónde estaba la esposa del caballero desaparecido más importante del reino? Ese tipo de noticias las omití por completo, todo fue banal hasta mencionar que preguntó por lo que estaba haciendo Sir Kanzaki, para Haruka fue complicado investigar asuntos de la milicia, pero aun así lo intento y si bien nunca pudo saber si en verdad aun buscan a Natsuki, se sabía plenamente que Sir Kanzaki estaba ahora en el lugar que había pertenecido a Natsuki, tal como había sucedido conmigo para asignarme legalmente las tierras, Sir Kanzaki sería el general sustituto por un año, si no se encontraban pistas o no aparecía Natsuki antes de un año, él asumiría el cargo de forma oficial.

 

Maldito ingrato. Por simple lealtad a su señora jamás debió aceptar el puesto, aunque fuera como sustituto. Ahora había más congruencia en sus actos. Estaría tan ocupado con sus nuevas obligaciones que no tenía tiempo para buscar y mucho menos para responderme adecuadamente. Obviamente estaba molesta, pero tenía que pensar ¿Qué podía hacer en esta situación? Yo no puedo salir, abandonar el castillo y las tierras para buscar aleatoriamente, eso sin mencionar que no tenía experiencia en ello. Necesitaba a alguien que pudiera hacer ese trabajo, alguien fuerte y leal… no tenía a nadie así. Pero entonces pensé qué, si yo no tenía a nadie así, talvez Natsuki si tuviera a alguien así, de manera que mandé a llamar a todos sus vasallos, menos a Sir Kanzaki, que estaba notoriamente ocupado con asuntos más importantes.

 

Dos semanas más tarde, uno a uno fueron llegando los vasallos. Le mandé una carta a todos en la lista que ya había revisado y requerí su presencia a medio día. Cuando acudí al salón de audiencias, ya estaban todos reunidos. No me pareció conocer a alguno hasta que pude identificar a Sir Takeda entre el grupo. Inmediatamente pude encontrar la duda e incertidumbre en sus rostros, pero también algunos se mostraban abiertamente molestos o rígidos. Estarían pensado en que reclamaría su lealtad o algo así, sin embargo, cuando expusé mi verdadero motivo para llamarlos, el rostro de todos cambió, sus bocas casi caen de sus caras, quedándose momentáneamente sin palabras.

 

-Sir Kanzaki estaba ayudándome, sin embargo, ahora tiene ocupaciones de mayor prioridad con su majestad, pero no pienso rendirme en la búsqueda de su señoría, por ahora no tengo quien y como buscar, por lo tanto ¿hay alguien de entre todos los presentes que pueda ayudarme a buscar a su señoría? –se quedaron mirándome, aun sin responder, fue incomodo, pero cuando un hombre de estatura baja y complexión bastante robusta, alzó la mano primero, el resto levantó las suyas como en una reacción en cadena.

-yo lo haré milady, estoy dispuesto a ir donde sea necesario –no sabía si ese caballero de baja estatura podría ser adecuado, además había varios vasallos con mejor condición, pero sin duda fue el primero que se ofreció con firmeza y determinación.

-muy bien Sir Sakomizu, lo proveeré de recursos suficientes.

-Sir Sakomizu, yo sé cuáles fueron los lugares investigados por Sir Kanzaki –fue Sir Takeda quien se aproximó, ofreciendo su ayuda.

 

Al final, se organizó una comitiva para buscar a Natsuki tanto dentro del reino como fuera de él, y se elaboró otro plan para que fueran a investigar al Reino Oeste, en ese último iría Sir Sakomizu junto con otros tres vasallos. Aquel día, después del almuerzo con todos, se hicieron las planificaciones para el grupo que estaría investigando en el reino y para el pequeño grupo que iría a investigar al reino enemigo. Este último grupo era el más importante, no podían ser demasiados, no se debía llamar la atención y tenían que pasar lo más desapercibidos posible. Fue un largo día de discusiones y planificaciones, pero para cuando cayó la noche, todos se retiraron con sus indicaciones de búsqueda.

 

-milady –me dijo Sir Sakomizu, que fue el último en marcharse –tenga por seguro que encontraré algo, cualquier cosa de su señoría. Yo reprimí un suspiro y asentí en silencio.

 

Me sentía positiva, pero también valoraba la posibilidad de que no encontraran nada, tal como había dicho Sir Kanzaki. Quizás eso fuera lo que ocurriera, que ninguno de ellos encontrará algo, pero al menos tenía que intentarlo, cuando menos, quisiera que alguien encontrase al maldito que la atacó por detrás, entonces… mandaría a matarlo sin importar cuanto cueste.

 

Una vez que se fueron, solo me quedaba esperar, después de todo, no iba a comprometer ni un poco la seguridad de la criatura por ir de curiosa a algún sitio donde los vasallos podían ir por sí mismos, por muy cerca que esté, aunque, francamente, quería hacerlo, quería ir. Al día siguiente Mai vino a verme, con la pregunta que cualquier habitante de la ciudadela tenía en la boca pero que no podían hacerme: ¿A que habían venido esos hombres?

 

-son todos los vasallos de su señoría –la pelirroja abrió la boca momentáneamente –les he pedido que busquen a su señoría –al decir eso ella cerró la boca y pensó por unos momentos.

- ¿No le habías encargado eso a Reito? –asentí mientras pasaba un sorbo de té.

-pero él está muy ocupado como general sustituto con su majestad –inmediatamente abrió la boca.

- ¿Qué esta qué? –aparentemente, ella no sabía nada –ese infeliz, ya verá cuando le ponga las manos encima.

-en realidad, no sé si en verdad está tan ocupado, pero no puedo dejar pasar el tiempo –ella asintió, mirando algún sitio del tapete.

-si yo pudiera milady, iría yo misma a buscarla.

-igual que yo, pero por ahora, no puedo –fue un momento tenso en el que nos quedamos en silencio. A pesar de ser solo una modista, habitante de estas tierras, parecía haber establecido una buena amistad con Natsuki, así que también parecía sentirse inútil en esta situación. Suspiré brevemente y traté de cambiar el tema. Es suficiente con que sea difícil para mí –por cierto ¿Qué noticias tienes hoy?

 

Unos días después, llegó la primavera. Para recibir la primavera solía hacerse un festival, el festival era común en todo el reino, se celebraba en todas partes, en cada región, ciudad o pueblo, pero no podía sentirme feliz y con motivación para celebrar, por lo tanto, delegué la tarea y continúe con mi existencia en el castillo, sin motivación alguna para salir más allá de mi salón de té.

 

Donde… donde… donde… ¿Dónde estará? Algunas veces pasaba el rato pensando solo en eso ¿Qué estará haciendo? ¿estará con alguien? ¿pasara hambre? ¿frio? ¿estará muy lejos? ¿estará cerca? ¿elegirá volver? ¿ha decidido no regresar? Muchas preguntas, ninguna respuesta.

 

Capítulo 21.

 

A veces quería darme por vencida, a veces quería olvidar, pero de alguna manera recordaba sus ojos, su boca, el sonido de su voz, la entonación al decir ciertas palabras, sus manos, la fragancia de su cuerpo… la sensación de tocar su cuello, de deslizar mi mano por su espalda, de sentir su cuerpo muy, muy cerca, tocar sus dedos, apretar sus muslos, sostener su espalda… cosas que no tienen un valor monetario, pero que quería tener y no había forma de tenerlas de vuelta si ella no estaba…

 

Mi corazón se agitaba al recordar, pero volvía a la calma cuando abría los ojos y me encontraba sola. Si ella ya no volvía, solo eso me quedaría; solo el recuerdo, quizás era mucho más que lo que cualquiera en mi estatus puede tener, y si mi destino era el quedarme sola, solo pedía un favor a los dioses. Resignación. Que la resignación llegue a mí pronto, porque ahora mismo no me siento conforme con lo que tengo, o quizás, con lo que no tengo.

 

No es sencillo pasar los días, algunas veces tenía ganas de sentirme acompañada, de hablar mucho, de escuchar novedades… otros días me sentía apática, no quería escuchar a un montón de gente hablar de trivialidades, de gente que hablaba por hablar, sin importarles lo que yo sentía. Quizás no fuera verdad, pero me sentía fuera de lugar, que mis doncellas o las personas que me rodeaban solo estaban por estar, que a pesar de estar rodeada de gente estaba sola, que sin importar a quien le contase mis pensamientos, nadie podría entenderlos, nadie entendería porque no estaba en mi piel, nadie era yo, todos son ajenos y solo están conmigo porque soy una mujer que nació con estatus, con dinero, con poder, si no tuviera ninguna de esas cosas, nadie voltearía a verme, ni siquiera Natsuki… no, eso aún no puedo saberlo.

 

Había días en los que quería estar sola con mis propios pensamientos dolorosos, me sentía necesitar a alguien, a alguien que de verdad me extendiera la mano y me sostuviera no por ser la mujer que soy, sino por ser alguien adolorido, alguien que parecía que explotaría, porque a veces no había suficiente aire, porque a veces el frio y la desolación me oprimían el corazón. Pero no había nadie y al mismo tiempo no quería a ninguna persona, solo quería a una, y esa persona no estaba. Es complicado vivir de esa manera en un lugar tan grande, lleno de tantas personas y que las paredes se sientan tan frías.

 

-milady, todo va muy bien, está creciendo muy bien –pero, al menos había algo, lo olvidaba en medio de mi desesperación, pero recurrentemente me lo recordaban - ¿Cómo se ha sentido, milady? Ya falta cada vez menos.

 

Ya no estaría tan sola, si es que Natsuki no regresaba. Al menos me quedaba una opción, llegaría alguien que sería total y auténticamente mío, carne de mi carne, sangre de mi sangre. No me dejaría… al menos no tan pronto me dejaría, se quedará conmigo por mucho tiempo, así que debía fortalecerme.

 

-milady, ha regresado Sir Sakomizu –largos meses después de haber partido, finalmente, un día había regresado.

-lo recibiré en el salón principal –de pronto, al recibir la noticia me sentí agitada. Me encontraba en el jardín, tomando un poco de aire fresco, me quedé quieta unos momentos y luego comencé a caminar al salón, al llegar, Sir Sakomizu estaba ahí, de pie, con las cejas arrugadas. No hubo un pensamiento con exactitud, sino una simple inferencia a partir de lo que veía.

- ¿Qué noticias tiene Sir Sakomizu? Por su rostro creo que no son buenas…

-lamentablemente, no son buenas milady –su rostro se volvió más rígido, miró momentáneamente la alfombra y luego subió a verme –no hubo manera de entrar al Reino Oeste, todos los puertos están cerrados ¡todos! Intentamos entrar varias veces, la primera vez fue en un barco desde uno de nuestros puertos, obviamente nos rechazaron la entrada, pero viajamos al norte e intentamos que un barco nos llevara, fue largo e incluso apuntamos a un puerto diferente, uno más lejano, pero tampoco nos recibieron, lo volvimos a intentar en otro, incluso pagamos un soborno y tampoco funcionó, aparentemente todo el Reino Oeste está cerrado a importaciones, solo hay barcos de algunos comerciantes que pueden salir, pero nadie entra –yo respiré profundo.

- ¿pudiste hablar con alguno de esos comerciantes?

-ninguno sabe razones, uno me dijo que simplemente un día llegaron soldados con órdenes, y ciertamente, todos los puertos están vigilados.

- ¿no intentaste entrar por algún otro sitio?

-claro que sí, pero de las dos veces que entramos ilegalmente, en una casi logramos llegar a una ciudad, pero los guardias nos descubrieron antes y por fortuna logramos huir, en la siguiente vez apenas íbamos a adentrarnos y un barco nos descubrió, huimos de inmediato.

-entonces… ¿eso es todo? –Sir Sakomizu me miró con los ojos bien abiertos.

-milady… hay mucha vigilancia, milady, seguro esperan un ataque nuestro como represalia así que están siendo muy cuidadosos… -me quedé en silencio por unos momentos, me sentía decepcionada y frustrada, pero ciertamente, esto sobrepasaba las capacidades de los cuatro hombres que había mandado. No quería sentirme molesta, y, sin embargo, ahí estaba esa sensación de incomodidad y enfado que cuidé no notara Sir Sakomizu.

-lo entiendo Sir Sakomizu, lo entiendo bien…

-milady, ¿ha recibido noticias de los demás? –entonces recordé las cartas que me habían enviado, con pésima ortografía, por cierto.

-al igual que usted, no han encontrado algo significativo –el silencio se hizo más pesado después de aquello, el hombre se sentía incómodo, había sudor en su frente y se apretaba más manos.

-lo siento milady… somos unos inútiles… -quería decirle lo contrario para que no se sintiera mal, pero mi boca no se movió –milady, si no es mucha molestia para usted… quisiera seguir intentando entrar al Reino Oeste –miré a este hombre, mayor, con cierta obesidad, bajo, melenudo… pero era lo mejor que tenía en este momento. Exhalé, con cierto pesar.

-Sir Sakomizu, yo quería preguntarle lo mismo…

 

Después de hablar con el administrador y hacer uso del presupuesto asignado a mí, pronto Sir Sakomizu volvió a marcharse, con un poco de más dinero y con nuevas esperanzas, al menos por su parte. Yo quería sentir esas esperanzas, pero poco a poco sentía que ya no iba a recibir buenas noticias. Aunque ciertamente, esto era mejor a no hacer nada.

 

Posterior a la visita de Sir Sakomizu, vino la pelirroja de siempre, a preguntar, como siempre. A veces creía que estaba espiando el castillo, o quizás todos en la ciudadela eran realmente comunicativos. Usualmente la recibía con ánimos y amabilidad, pero en esta ocasión me sentía sin ganas de hablar, de modo que mayormente oí, después de platicarle las escasas noticias. En un principio también estaba desanimada con las noticias, pero después, quizá con tal de distraerme, me platicó animadamente todas las habladurías de la ciudadela. Cuando se fue, pude finalmente descansar. No es que no apreciara lo que intentaba hacer, pero quería un momento a solas.

 

Me sentía desanimada y al mismo tiempo me decía: ¿Cómo es que esperabas más? ¿Cómo es que esperabas buenas noticias? ¿Cómo, después de tanto tiempo? Una parte de mí se sentía mal y otra parte de mí me hacía sentir aún peor, porque me decía que tenía que seguir adelante, que tenía que superarla, pero otra hacía que pensara de forma diferente. Se supone que sientes amor, el amor no es tan fácil de olvidar, si realmente la amas deberías sufrir más, deberías extrañarla aún más, debería sentirme mal por perderla, ¿Por qué quieres olvidarla? ¿es que acaso esto nunca fue amor? ¿Cuál era la respuesta? ¿Qué es lo que debía hacer? ¿olvidarla? ¿sufrir? Si debía olvidarla ¿en cuánto tiempo la olvidaría? Y si debía sufrir ¿Por cuánto tiempo debía sufrir? Me llevé las manos al rostro, cansada. Quizá por este tipo de cosas es que son mejores los matrimonios arreglados. Se sufre menos cuando algo ocurre con el otro. Hasta descansas.

 

Por aquel día tuve suficiente, así que subí a mis habitaciones y pedí que calentaran el agua para mi aseo. Las doncellas tardaron un rato, pero luego de una espera moderada me encaminé a la tina. Deslicé mis pies por el agua caliente y apoyé la espalda en la pared de la tina, mientras las doncellas lavaban mi cuerpo. Últimamente me ardía un poco la espalda, los pies se me cansaban y se me hinchaban, el agua ayudaba un poco en el malestar, sin embargo, cuando finalmente me acostaba en la cama, realmente sentía que mi cuerpo descansaba. Pero hoy me sentía especialmente cansada, así que me quedé en la cama de mi habitación personal. Algunas veces dormía ahí y otras en el dormitorio compartido. Pero hoy no, hoy no me sentía con ánimos, no quería ir ahí para remover los recuerdos, quería dormir, quería descansar y ya no pensar.

 

Supongo que en un principio lo logré, pero terminé soñando con Natsuki y nuestras salidas a la ciudadela. Cuando desperté a la mañana siguiente, solo pensé: eso otra vez… ¿Quizá con el tiempo eso deje de pasar? Me quedé en la cama unos momentos, sentada, mirándome las manos en mi regazo. A veces esta situación me parecía ridícula, ¿Cómo podía ser posible que amara a alguien? ¿Cómo podía esto ser amor? ¿Cómo podía alguien como yo amar? No sabía que podía sentir algo como esto, algo tan complicado… ¿es que acaso esto es parte de ser un adulto? ¿he envejecido tanto? Y ahora… vida en mi interior… la gente a mi alrededor siempre me decía que este era mi destino y ahora que finalmente había cumplido con mi deber era tan… agridulce.

 

Estaba cansándome, cansándome de pensar, de sentir, de imaginar, de soñar, sentía ganas de ya no querer sentir ni pensar, era agobiante. Dejé salir un suspiro pesado y finalmente llamé por el desayuno. Al terminar la comida las doncellas me vistieron y bajé las escaleras para un largo día igual a los anteriores, o eso imaginé hasta que, por la tarde, poco después del almuerzo llegaron noticias inesperadas.

 

-milady –repentinamente entró Akane por un costado del salón –noticias milady, a las puertas de la ciudadela hay una mujer rubia pidiendo permiso para entrar y visitarla, se hace llamar Haruka Suzushiro –momentáneamente me quedé sin palabras y con los ojos bien abiertos por la impresión, luego me levanté y miré la puerta del frente, como si ya estuviera ahí, pero obviamente ahí no había nadie. Haruka estaba a las puertas de la ciudadela… no podía echarla, eso es una obviedad, pero su presencia podía ser un problema… aunque lo peor que podía pasar es que ella se enterara de la verdad de Natsuki… la verdad de alguien que ya no estaba aquí… de alguien que quizá no vuelva… exhalé el aire que estaba conteniendo y volví a sentarme en mi sillón. Qué más da si se entera… aunque obviamente trataré de que eso no suceda.

-da la orden de que la dejen pasar y que venga directamente al castillo, es mi amiga y por supuesto la hospedare aquí… después, coméntale al resto de la servidumbre que cuiden bien sus palabras de mi preciada amiga forastera.

-claro que sí, milady, inmediatamente lo haré.

 

Después de que Akane se marchase, yo exhalé profundamente, esperando la llegada de Haruka al castillo. Nunca había sido anfitriona de alguien de mi estatus, de modo que no sabía dónde recibir a Haruka, por eso llamé al mayordomo y pedí su opinión.

 

-aunque es su amistad, el gran salón es lo adecuado milady –contesto él –nunca se deben perder las formas, ya después pueden trasladarse al salón.

-muy bien, que preparen una habitación para mi visita.

-ya se está haciendo milady –este mayordomo era, sin lugar a dudas, eficiente.

 

Me dolían los pies y la espalda por el peso, pero tenía que ir al gran salón para recibir a Haruka y luego… soportar su dramática reacción al verme encinta, ya podía escuchar sus quejas y reclamos… y seguramente todos en el castillo la oirían, o al menos una gran mayoría. Exhalé con cansancio, pero también brotó en mí una sonrisa, esa tonta haría un escándalo y como siempre tendría que callarla y pedirle prudencia. Supongo que hay cosas que no cambian.

 

Me desplacé con lentitud desde mi salón personal hasta el gran salón donde la recibiría, ahí mismo había una gran y acolchonada silla donde recibía a la gente, ahí mismo siempre recibía a los vasallos y ahora recibiría a mi amiga, solo esperaba que no trajera más sorpresas que su presencia, conociéndola, aún no sé de qué tanto es capaz esa mujer. Por fortuna, cuando el carruaje se detuvo frente a las grandes puertas del castillo y Haruka entró, venia estrictamente sola. La miré caminar por la amplia alfombra que cruzaba por todo lo largo del salón, ella llevaba una sonrisa mientras miraba las armas en las paredes, los candelabros, los escudos colgados y las seis armaduras que adornaban el salón. Cuando finalmente llegó frente a mí y me miró a los ojos, la sonrisa se le desvaneció cuando bajó la mirada. Por unos momentos se quedó callada, luego cerró la boca y apretó los labios.

 

-tú, mujer ingrata ¿Cuándo pensabas decírmelo? –luego se llevó una mano a la boca, en exagerado drama –no pensabas decírmelo ¿Verdad? ¡Que ruin! –no pude hacer más que reír mientras miraba a Haruka exaltarse y al mayordomo que no sabía qué hacer, él debía presentarla, pero se había arruinado el protocolo - ¡no te rías mujer desagradecida!

-tengo mis razones, he planeado que cuando nazca iré a la ciudad –luego miré al hombre que estaba en plena agonía por no saber qué hacer -señor Ishigami, puede retirarse –el hombre hizo una reverencia y se marchó, seguramente estaría inconforme.

- ¿y qué razones son esas? –yo preferí cambiar de tema.

- ¿no piensas saludarme, después de tanto tiempo sin vernos?

-lo mismo digo ¿vas a bajar de ahí?

-acércate un poco, me duelen los pies.

 

Entre que ella se acercó y yo me levanté, terminamos saludándonos con un breve abrazo. Posteriormente llamé a una de las doncellas y pedí que nos llevaran té al salón amarillo. Usualmente pasaba mi tiempo en mi salón privado, pero hoy me apetecía cambiar al mismo tiempo que le mostraba una parte del castillo a Haruka. Ella fue prudente mientras caminamos hasta al salón y también cuando nos sirvieron el té, después, cuando la servidumbre desapareció, el recato quedó olvidado en algún sitio.

 

- ¿Cuándo pensabas contármelo, mujer infame? Acabo de hacer cuentas y para cuando me mandaste la última carta ya sabias, que, por cierto, no me contestaste esa carta ¿es que acaso no tienes corazón? ¡me estaba muriendo de preocupación!

- ¿por eso has venido?

- ¡claro que sí! Además, tus padres también están considerando venir, y ahora con esto es obvio que deben venir ¿a ellos tampoco se lo has contado? –yo negué en silencio - ¡no puede ser! ¿Por qué? –en ese momento tuve que pensar en una excusa ¿Por qué no pensé que podía preguntarme esto? Exhalé con lentitud y miré la taza de té.

-con sinceridad, no quiero tenerlos aquí –ella se quedó pasmada, algo muy extraño de ver en ella.

- ¿Por qué? –esta vez preguntó con cuidado.

-tú sabes que aún no aparece –ella asintió –si se enteran y vienen, van a estar molestando con comentarios que no tengo ganas de escuchar.

- ¿Algo así como que debes volver a casarte? –me encogí de hombros.

-talvez, no sé con seguridad que es lo que vayan a decir, pero justo en este momento no quiero saberlo –ahora fue ella la que suspiró y se quedó mirando la alfombra.

-sí, tienes razón, algo así dirían, casi puedo asegurar a que te darán un año después del nacimiento, luego te dirán que debes pensar en volver a casarte o algo así… y… ¿tú no quieres volver a casarte? ¿no te gustaría intentarlo con aquel chiquitín? –me recargué pesadamente en el respaldo del sillón y me llevé la mano a la frente.

-debes estar bromeando –ella sonrió, mostrando todos los dientes –me parece ridículo ahora.

-él sigue soltero –yo negué con la cabeza –bueno, si no es con él ya no queda nadie moderadamente decente, sería una buena excusa para tus padres.

-la criatura será la heredera tanto de estas tierras como de las de mis padres, ya no necesito un matrimonio, lo que necesitare será darle buena educación.

-pero una mujer viuda…

-aún no se confirma que sea viuda –no planeé hablarle de forma ruda, pero así salió mi respuesta.

-cierto… de todas maneras, no se puede evitar el hecho de que el embarazo ha sido…

- ¿conveniente? –ella asintió –lo sé… si no hubiera ocurrido, no habría nadie que herede estas tierras.

-pero sabes, pensando bien las cosas, seguro tus padres no te han visitado porque piensan que de verdad eres viuda y te están dando un año de luto para luego, justo al año, te digan que te vuelvas a casar.

-claro que lo intentarán, pero tendrán que atravesar las murallas de la ciudadela y del castillo para poder lograr siquiera decírmelo.

- ¿no los dejaras entrar?

-no planeo salir de este castillo hasta que mi hijo sea un adulto –entonces ella se quedó con la boca abierta.

- ¿en serio? –yo asentí.

-así fue para nosotras ¿Por qué tendría que ser diferente? Además, no pienso volverme a casar y darle… -mi cuerpo a alguien más, pensé –todo esto son tonterías Haruka, un nuevo matrimonio no es una opción.

-por supuesto… y, si tus padres no te piden que te vuelvas a casar ¿los verías otra vez?

-no lo sé, tengo que pensar en eso…

-claro, sí… -momentáneamente nos quedamos en silencio, cada quien, con sus propios pensamientos, por mi parte, tenía muy claro lo que iba a hacer, me iba a quedar en estas tierras hasta que me echaran o tuviera que salir, después de todo, no tenía ninguna necesidad de salir o ir a la ciudad capital, en todo caso, el castillo me parecía más seguro que el palacio de la Reina.

-sabes, me parece extraño que tus padres no te hayan visitado ¿no te han mandado ninguna carta?

-mi madre mando una donde… me daba sus condolencias, le respondí que era demasiado pronto para sacar conclusiones y que después le informaría.

- ¿te molesta que la den por muerta? –alcé una ceja.

-por supuesto Haruka, ella no…

- ¿y si lo está? –me quedé callada, mirándola fijamente, luego miré a otro sitio, ella no estaba dándola por muerta, estaba solo sondeando la situación, pero aun así…

-aun si lo está… yo no voy a cambiar las decisiones que he tomado, me voy a quedar aquí, esperando mientras la criatura crece, no se pierde nada.

 

Ella estuvo de acuerdo y después de aquella platica, no se volvió a tocar el tema. En los días siguientes me fue platicando las noticias, por no decir chismes, de la ciudad capital, todo esto mientras le daba breves recorridos por el castillo, ya que con frecuencia me sentía con los pies adoloridos, por suerte a ella no parecía importarle que los paseos fueran cortos, seguramente, conociéndola, ya había recorrido el castillo de arriba a abajo desde el primer día, después de todo, había dejado que tuviera total libertad para andar, porque a fin de cuentas, no había nada que ocultar.

 

-oye, muéstrame la habitación donde te quedaste por primera vez –dijo ella, un día que íbamos a mirar las habitaciones del ala este.

-no está muy lejos de donde te estas quedando, es igual a todas las demás habitaciones para invitados.

- ¿de verdad nunca pasó nada entre ustedes? –me dijo haciendo cejas y luego mirándome el vientre.

-de verdad –terminó haciendo un puchero -la loca y lujuriosa situación que estés imaginando, ya te digo que no es.

-que aburrido -bueno, hubo suficiente tiempo para eso, pero lo que se pudo aprovechar se aprovechó. Obviamente no dije eso, pero lo pensé. Al menos sí se aprovechó algo… ya comienzo a tener pensamientos estúpidos, igual que esta mujer obscena.

 

Tal como me había pedido, le mostré la habitación donde me quedé por primera vez, raptada, específicamente hablando. Sin duda me trajo recuerdos. Para Haruka fue otra habitación más, justo como yo le había dicho, pero yo recordé las cosas que pensé cuando estaba ahí… ¿Cómo fui a terminar casándome y extrañando a esa terrible mujer? Reprimí un suspiro y le dije a Haruka que regresáramos porque quería descansar los pies.

 

Después de la visita a esa habitación comencé a sentirme un poco nostálgica, algo que ya estaba quedando lejos con la visita de Haruka y que ahora regresaba. Sin embargo, para no profundizar en ello le hice la pregunta que quise hacer desde que llegó ¿Por cuánto tiempo iba a estar? Ya llevaba una semana y no daba señales de querer regresar a la ciudad capital.

 

-oh querida, no pienso volver hasta que des a luz ¡No podría vivir con la angustia! Además, tengo suerte de que mi esposo tiene demasiado trabajo como para notar mi ausencia, últimamente a penas y le veo el polvo.

- ¿Qué?

-además, estas demasiado sola en este castillo, te haré compañía.

 

Me hacía feliz lo que decía, pero por otra parte me dejaba intranquila. ¿Pensaba quedarse? ¿Aquí? ¿En serio? ¿Por cuánto tiempo después del alumbramiento? Por supuesto que quería hacer esas preguntas, pero no podía… bueno, claro que podía, pero no sería educado hacerlo, no después de haberlo preguntado ya una vez. Aquella noche pasé un largo rato pensando la situación. Inicialmente no creí que se quedaré más de una semana, si era por ese plazo seguramente Haruka no se enteraría, pero si planeaba quedarse por más tiempo, definitivamente no sabía que podía ocurrir, menos aun cuando se presentara Mai, ella podría hacer algún tipo de comentario, cualquier cosa que estuviera fuera de lugar y después…

 

Exhalé y cerré los ojos. Se va a enterar, es obvio. De modo que quedaba en mis manos el “cómo” se enteraría de la verdad, si por alguien ajeno o por mi propia boca. Pensé en ello otro largo tiempo. Definitivamente tengo que decírselo, pero ¿cómo? ¿y luego cómo le explicaría el embarazo? No podía contarle a nadie sobre el anillo y la hechicería… o quizás solo contarle sobre el anillo, decir que era algo especial o algo así… esas cosas a menudo se dicen y la gente se las cree… y algunas resultan ser verdad.

 

Tenía que decírselo y a la vez no quería pasar por el proceso. Quizá eso era lo que más me angustiaba, el momento de decir las verdades. Aquella noche no dormí muy bien y para cuando nos vimos a medio día en la terraza, decidí contárselo, todo de un solo golpe. Primero pedí que nos trajeran té, luego de servírnoslo y que las doncellas se marcharan, se lo dije como si se tratara del clima, bueno… eso hubiera querido, más bien lo dije todo rápido, como un vaso que se derrama, de golpe y rápido, sin esperar a que diga algo hasta terminar, y antes de que preguntara por el embarazo le dije que fue gracias a un anillo mágico, fin de la historia. Por supuesto que Haruka se quedó en silencio mirando las tazas de té, con los ojos bien abiertos y las cejas levantadas. Después de un largo rato así, finalmente dijo:

 

-ahora tiene sentido que no haya pasado nada entre ustedes desde el principio…

- ¿solo eso vas a decir? –ella se encogió de hombros.

-todo tiene lógica ahora, no sé cómo no me di cuenta antes –tal parecía que ella no tenía problemas con los hechos, ni siquiera con el tema del anillo y el embarazo.

- ¿no piensas que la pude haber engañado y por eso tengo el embarazo? –ahora sí puso una cara de extrañeza.

-eso no sería propio de ti, y no tendría sentido ocultarlo a estas alturas.

 

A veces Haruka podía ser demasiado simple, tanto que aceptaba lo que le decían tal cual, y otras, sorprendentemente, hacia juicios en consideración a una buena cantidad de información, como ahora.

 

-entonces… ¿no estas sorprendida por Natsuki? De que… ¿tenga una relación con una mujer? –de pronto, ella hizo una expresión rara, sonrió y frunció las cejas a la vez.

-yo… también tengo que confesarte algo, mi esposo… el señor Kikukawa, es en realidad la señora Kikukawa.

- ¿Qué? –esta mujer me iba a matar a mí de las sorpresas y no yo a ella - ¿Cómo? –ella comenzó a reír sonoramente.

 

Me sorprendía la revelación… pero cuando me puse a recordar las cosas que habían sucedido, justo como ella decía, también tenía lógica, Haruka llegó antes que yo a la capital y por lo que supe, tan solo un par de meses después de llegar y ser presentada ante la sociedad, una noche escapó para casarse en secreto, al otro día llegó a su casa a dar la noticia y recoger unas cosas, dejando un caos tras de sí y sin volver la vista. Cuando llegué a la capital y pude volver a verla, ella ya estaba casada y nunca había visto a su “esposo”, pues tenía un puesto importante y siempre estaba fuera, con el tiempo dejó de ser importante conocer al dichoso, pues había asuntos más importantes para mí.

 

- ¿Me has estado engañando todos esos años? No puedo creerlo –ella resopló.

-tú también me has engañado –por supuesto que iba a defenderse.

-pero tú por más tiempo –ahora ella se enfurruñó y cruzó lo brazos, yo terminé suspirando –como sea, eso ya no importa, supongo que puedes entender mi posición…

-por supuesto que puedo –dejó de cruzar los brazos y se puso en pie para alcanzar una galletita en el centro de la mesa –pero… todo esto ¿Por qué me lo has contado ahora?

-bueno… me has dicho que has decidido quedarte por más tiempo… supuse que sería cuestión de tiempo para que te enteraras y preferí ser yo quien te lo dijera.

- ¿Cómo me iba a enterar de algo así? Debe ser el secreto mejor guardado del reino.

-todos los habitantes lo saben, aquí Natsuki es libre –ella comenzó a asentir.

-comprendo… pero si lo saben…

 

Por supuesto y como era de esperarse, Haruka tenía muchas dudas y curiosidades que pasé el resto del día aclarando. Por la noche, después de la cena y la limpieza, pude por fin acostarme y noté que estaba realmente agotada, me dolía el cuerpo y sentía que me hundiría en la cama. Cerré los ojos y todo lo que me rodeaba se sentía pesado y curiosamente cómodo, solo me gustaría que ella estuviera aquí, sostuviera mi mano y sonriera. Abrí los ojos y miré el reflejo de la luz del hogar en el techo, crepitando, al menos por ahora, eso no sería posible.

 

Ahora que ya le había dicho la verdad a Haruka, la situación era mucho más sencilla para mí, menos tensa, pasábamos los días hablando sobre nuestras vidas, aclarando detalles que ahora resultaban curiosos, incluso llegué a preguntarle si a la señora Kikukawa no le molestaba que estuviera aquí y ella solo suspiro con una sonrisa torcida, espabiló la mano en el aire y me dijo que no le diera importancia, aunque claro que tenía importancia, no quería que hubiera ideas raras alrededor de nuestra amistad, no obstante, Haruka tenía otras ideas, otras preocupaciones.

 

-sabes… me siento muy feliz por ti -me quedé momentáneamente pasmada ¿de qué se sentía feliz por mí? ¿de qué mi esposa estaba desaparecida? Pero esos fueron los pensamientos que surgieron demasiado rápido y por consecuencia, incorrectos -no me mal entiendas, me siento feliz de que vayas a ser madre -al terminar yo comprendí y guarde silencio -yo nunca podre tener hijos, bueno, no legítimos, y eso no es algo que quiera hacer… -el tono de Haruka era inusualmente serio, casi podría decirse que doloroso.

-creo que el embarazo es lo único bueno en medio de esta situación -ella asintió.

-a pesar de todo, eres muy afortunada de que Natsuki tuviera ese anillo -yo suspiré.

-es gracioso pensar que acepté el matrimonio porque me dijo que no me preocupara por este tema.

-no, es más gracioso que tú pensaras que podía suceder de forma natural.

-basta, yo… solo no sabía ciertas cosas.

-no puedo culparte por ello, no nos dicen nada hasta el pleno día, como si hubiera que esconder las cosas que tienen que pasar.

-por supuesto que tienen que esconderlas Haruka, si me lo hubieran dicho antes, habría palidecido y preferido volverme una sacerdotisa -ella soltó una carcajada.

-tus padres se habrían escandalizado… ¿sigues pensando en no decirles del embarazo? -yo asentí -estoy de acuerdo, pero por alguna razón me los imagino llegando de improviso justo en el momento más difícil… ¿de verdad no querrás que te acompañe tu madre en el alumbramiento?

-de verdad, al menos tú estarás conmigo -ella suspiró.

-ya me siento nerviosa.

 

Haruka se volvió una sombra para mí, siempre estaba conmigo, excepto cuando debía ir a dormir, por lo que inevitablemente llego a conocer a Mai, por suerte, ambas se agradaron mutuamente, quizá por compartir el gusto por los chismes es que pronto se volvieron amigas. Aquel primer día de presentaciones, platicaron larga y tendidamente sobre una multitud de chismes sin precedentes, noticias que yo escuchaba en silencio bebiendo mi té. Para cuando se marchó, Haruka bebió su té en silencio, parecía cansada de tanto hablar y de tanta información, Mai estaba a su nivel de “comunicación” con el entorno y eso ya era decir mucho.

 

-esa chica me ha agradado bastante y las cosas que hace son realmente buenas, triunfaría en la capital.

-lo mismo he pensado, pero no me animo a decirle que se vaya.

 

Después de aquella visita hubo más visitas y el ambiente se volvió cada vez más ameno, los días estaban llenos de aquellas dos hablando, involucrándome en habladurías donde no tenía que opinar y que aun así me veía forzada a comentar. Era fastidioso, pero dentro de todas las cosas no podía evitar sentirme animada, a veces las palabras banales de las personas que aprecias sirven más de lo que una estaría dispuesta a aceptar. Sin embargo, a veces me sentía cansada, sucedía de vez en cuando, la espalda me dolía y quería acostarme. La siguiente vez que vino la médica a revisarme, ambas mujeres estuvieron presentes, en total, dos con experiencia y dos sin experiencia.

 

-milady, el alumbramiento está cada vez más cerca, todo está dispuesto para que la criatura nazca, podría ser en cualquier momento.

- ¿tanto así? ¿en qué momento pasó tanto tiempo? -le dije sorprendida.

-más bien, su embarazo ha sido muy exacto, además de saludable -comentó como siempre la anciana mujer. A veces me parecía entusiasmada.

-me alegro de que pronto vayas a dar a luz -comentó Haruka -no te lo había querido decir, pero luces enorme -pronto vi como Mai le dio un codazo.

-no se preocupe milady, tengo algunos tratamientos para que usted recupere su buena figura -me dijo la médica -habrá que ver, hay mujeres que a los dos días vuelven a la normalidad, y otras… bueno, se hinchan o engordan, pero ya veremos después.

-ah, yo soy de esas, me hinche, pero después de unos días fui regresando a la normalidad, bueno… casi igual que antes -dijo Mai.

-esperemos que regreses a tu buena figura, imagina que te pones enorme por siempre y logra regresar su señoría y te ve inmensa -Haruka recibió un codazo esta vez más fuerte. Pude sentirme ofendida, pero elegí no darle importancia a sus comentarios imprudentes que ya eran tan comunes; simplemente bajé la mirada al creciente vientre… parecía irreal y casi instantáneo que ya estuviera a punto de brotar, el tiempo había pasado demasiado rápido.

-si ya esta tan próximo el alumbramiento… quiero que se quede en el castillo hasta ese momento -le dije a la anciana mujer, en un tono suave pero firme. Posiblemente tuviera más personas que atender, pero no iba a arriesgarme a algo como esto por primera vez.

-por supuesto que me quedaré milady -sinceramente creí que se opondría un poco más -no tengo ningún caso relevante últimamente.

 

Posterior a eso, las doncellas dispusieron de una habitación en el ala de invitados para la anciana mujer, además de tener listas y dispuestas todas las cosas que necesitaría cuando llegará el momento, por suerte, como decía Akane, no faltarían manos que ayudaran en el momento preciso; de ser necesario, todas las doncellas acudirían y sostendrían al menos una toalla. Tal situación era fácil de imaginar, pues ya había visto cuantas doncellas podían acudir para un solo propósito, eso me daba tranquilidad, pero no hacía que dejara de sentirme ansiosa.

 

Aquella noche, cuando la médica estuvo instalada y todas las cosas preparadas para el alumbramiento, comencé a repasar las cosas. En la torre ya se había dispuesto una habitación para la criatura, se le daba mantenimiento diariamente y estaba el sitio listo para que llegara una criatura a ocuparlo en cualquier momento, o al menos eso decían las doncellas, yo nunca había ido a mirar la habitación, en cierta forma, me repensaba si sería adecuado mantenerme alejada. A veces estos pensamientos llegaban a mi mente y me hacía pregúntame ¿Cómo había sido conmigo? Quería preguntarle a mi madre, pero aun quería guardar el secreto, así que no llegaba a nada.

 

Algunas veces sentía que me habían engañado, me habían dicho que este era uno de mis deberes más importantes, pero no me habían preparado para ello, solo qué debía ser, qué debía suceder. Fue complicado dormir aquella noche, en especial por el peso extra y las incomodidades que traía en consecuencia, pero al final, logré dormir. Poco después del desayuno y casi a medio día, la médica vino a darme un vistazo, pues me dijo:

 

-no tengo nada más que hacer, milady -y yo guardé silencio mientras ella palpaba, entonces miré en derredor, solo estaba Akane, y con un movimiento de mano la despedí.

-dígame, ¿Cómo es normal cuidar a un bebé? -le pregunté, con cierta vergüenza en mi interior - ¿es realmente bueno que viva en otra habitación? -la mujer me miró con curiosidad.

-es normal para la gente de su estatus asignarle el bebé a una niñera y que una nodriza venga a alimentarle… ¿usted no quiere eso?

-no estoy segura… de querer alejarme tanto…

-entonces no lo haga -su respuesta fue muy rápida y sencilla -mantenga a la criatura con usted, es saludable.

 

Luego de irse comencé a imaginar el panorama. Mi habitación era demasiado grande, estaba segura de que no habría algún problema con tener a una personita extra. Sí, definitivamente eso estaría bien para mí, después de todo, es una de las cosas más importantes que me quedan de ella. De modo que no me importó que ya se hubiera dispuesto de una habitación, pedí que colocaran en mi habitación las cosas que necesitaría la criatura. Al día siguiente, cuando llegué para el aseo de la noche, ya estaba colocada una pequeña cama y algunos utensilios a su alrededor. Por primera vez me acerqué a aquellos objetos e incluso los toqué con las puntas de los dedos, ahora se hacía más real, más tangible… tal vez todo este tiempo, a pesar de los cambios físicos y a pesar de las revisiones periódicas, la situación no se sentía demasiado seria como hasta ahora… suspiré y me senté en mi cama. ¿Qué diría Natsuki de todo esto? Por más que traté de pensar, no supe qué imaginar.

 

-en unos minutos estará listo todo milady -dijo Akane, entrando y saliendo de la habitación al cuarto de aseo.

-está bien Akane, no hay prisa.

 

Y si bien, aquella noche todo fue tranquilo e igual a como habían sido los últimos meses, al día siguiente las cosas comenzaron a cambiar, poco después de levantarme de la cama sentí una ligera molestia, un dolor tenuemente diferente al que no presté atención hasta bien entrada la noche, cuando al acostarme y tomar una posición que siempre me ayudaba con el peso, el dolor continuaba. La médica decía que era normal sentir dolor por el peso, pero esto era ya demasiado. Sin embargo, me dije, sopórtalo, no eres la única que estará pasando por esto. Aunque por supuesto no pude dormir. Cuando me revisó la mujer a la mañana siguiente su opinión era la misma.

 

-todo se ve muy bien, son solo los nervios milady.

 

Pero los dichosos nervios comenzaban a doler más, tanto que ya no me dejaban estar sentada, necesitaba moverme. Haruka, después de escuchar la conversación entre la anciana y yo, no quiso despegarse de mí, se veía preocupada, por no decir atormentada. Soportó con estoicismo por varias horas, hasta que, harta de verme deambular, llamó a la anciana mujer, esta última, tomándose las cosas con calma, decidió hacer una revisión más profunda. Para aquella revisión subí trabajosamente hasta mi habitación, mis doncellas me desnudaron y la mujer miró lugares que nadie había visto antes.

 

-milady, tal parece que este alumbramiento será lento -entonces bajé la mirada con las cejas alzadas.

- ¿me está diciendo que ya…? -ella asintió antes de que yo pudiera terminar la frase.

-no hay de que preocuparse, todo está listo y no me moveré de su lado.

 

Y tampoco se movió Haruka al enterarse. Terminé vestida con una bata ligera, las doncellas cambiaron todas las sábanas y colocaron mantas sobre mantas bajo de ellas, para absorber. Al ver los preparativos comencé a sentirme nerviosa, pero la anciana mujer me tomó de la mano y me dijo que respirara, me explicó como pronto sentiría espasmos de dolor, y como esos espasmos se volverían cada vez más repetidos, pero debía escucharla, debía concentrarme solo en su voz, no debía escuchar a nadie más, aunque Haruka estuviera caminando como loca alrededor.

 

Ciertamente la mujer tenía experiencia y sabía lo que hacía, el alumbramiento fue largo, doloroso, pero seguí todas las instrucciones de la mujer y al final, aunque hubo dolor, no hubo ningún contratiempo y la criatura nació en alguna hora de la madrugada. En todas esas horas mi habitación fue un caos, las doncellas iban y venían, traían agua, telas, cobijas, más tela, más agua. Pero al final, las doncellas se hicieron cargo de todo el desorden, no quedó ni una gota de a sangre o agua, la habitación regresó a su normalidad, pero con una criatura durmiendo a mi costado.

 

Las doncellas que la habían limpiado y bañado no habían dicho nada, había llorado un poco y luego se tranquilizó, durmiéndose. Para cuando llegó a mí, era una criatura linda, suave, perfumada y tranquila, pero la curiosidad bullía en mi interior ¿De qué color serian sus ojos? Tuve que esperar algunas horas hasta que despertó para poder ver sus ojos, pero la luz era demasiado tenue aún y sus ojos se notaban oscuros, no fue hasta casi el medio día cuando volvió a pedir de comer y es cuando al fin, con toda la luz disponible, aprecié, al igual que Haruka y algunas doncellas, los ojos verdes de la criatura. Lo sabía.

 

-sabes -dijo Haruka -no puedo creer que de verdad puedo notar rasgos tuyos en esa pequeña cara.

- ¿te lo parece? -le respondí, en cierto modo incrédula, sus ojos verdes opacaban cualquier rasgo para mí.

-claro, es como una versión de ti, solo un poco diferente -no pude evitar reír -pero con esos ojos es también como mirar a otra persona.

-es otra persona.

- hmmm… ¿ya pensaste en un nombre? -me quedé en silencio.

-no…

 

Era un tema delicado… ¿Cómo podía solo yo darle un nombre? Natsuki debía opinar, pero Natsuki… Natsuki no había regresado y no había noticias. Sir Sakomizu se había marchado hace ya un largo tiempo y cada vez estaba más cerca de cumplirse el año de su desaparición ¿Debía ya darme por vencida? ¿debía resignarme? ¿debía aceptar que ya no volvería? Tomé a la criatura en mis brazos y acerqué mi nariz a su cabello.

 

-por ahora no quiero hablar de eso Haruka -pude notar como quería decir algo, pero se mordió la lengua para evitar decirlo.

 

Era necesario un nombre, era necesario para poder darle una identidad, pero aún no estaba lista. Pronto me encontré luchando contra mí misma, una vez más, no sabiendo si rendirme o seguir con una esperanza, entonces la miraba, miraba esos ojos verdes, casi idénticos a los de Natsuki, y cuando no había nadie cerca le susurraba cosas, le susurraba mis secretos.

 

-yo sé que me comprendes, eres parte de mi… haz sentido lo que yo he sentido, sé que no me culparas por las decisiones que vaya a tomar… pero, a decir verdad, aún quiero pensar que en algún sitio ella está viva, mirando el cielo, el horizonte, la luz del sol con esos ojos verdes y talvez piensa en mí…

 

Entonces, cuando dejé de hablar con mi bebé y subí la mirada, contemplé, como si de una visión se tratara, un espejismo o un sueño, a Natsuki frente a mí. Portaba la misma armadura que se había llevado, sin su casco. Su cabello estaba un poco más largo, sus ojos estaban un poco más endurecidos, entornados, sus cejas tensas, pero el color en el iris era el mismo que recordaba. Abrí la boca sin poder evitarlo, llamándola. Me levanté rápidamente en un impulso, llegué a pensar que si no me acercaba rápidamente ella desaparecería, pero me puse en pie y, sin embargo, ella continuó ahí, mirando lo que tenía en los brazos.

 

-Shizuru… regresé… -dijo ella al fin, había pasado tanto tiempo desde que había escuchado su voz… escucharla me hacía pensar que esto era real, pero aún quería asegurarme, necesitaba estar segura -es… ¿es mi…?

-sí… el hechizo del anillo se cumplió, es nuestro -extendí mi mano a la suya, rápidamente se arrancó el guantelete que cubría su mano y sostuvo la mía, entonces cada quien sintió la calidez del tacto de la otra. Cuando por fin la toqué pude sentir que era real, que en verdad era ella -tienes que mirarla bien… -entonces Natsuki se aproximó más, dos pares de ojos verdes por fin se encontraron.

-se parece tanto a ti -dijo ella con esa sonrisa en los labios que tanto había extrañado, pero de pronto surgió en mi cabeza un torrencial de dudas ¿Cómo había llegado? ¿Por qué nadie me informó? Muchos “qué” y muchos “cómo” había en mi mente.

-Natsuki… -le dije llamándola, mirando sus ojos insistentemente - ¿Qué es lo que pasó?

 

Capítulo 22.

 

Estábamos en la terraza donde varias veces solíamos pasar las mañanas tomando el aire y el sol del medio día. Haruka había ido a buscar un libro para leer mientras pasábamos la mañana, así que había un sillón vacío en el que Natsuki se sentó y como pudo se fue quitando algunas partes de la armadura hasta sacar un papel manchado de sangre, al extendérmelo supe que era mi carta.

 

-pasaron muchas cosas, pero volví y ahora… bueno… te lo contaré todo en orden -me dijo con una sonrisa. Al verla parecía como si hubiera pasado un buen viaje o una aventura divertida, tenía una sonrisa jovial, pero cuando comenzó justo en lo último que se sabía de ella y que había sido llevada en un barco con una espada atravesándola, no podía imaginar qué de sensacional o divertido era ello, por suerte para ella y mis nervios, comparado con el resto de la historia, fue un periodo incomodo muy breve -al llegar con la Reina de ahí, creyeron que yo era de su familia y me dieron una opción, tomar una poción… con esa poción yo… tuve que jurar lealtad, Shizuru… y fui fiel hasta el día de hoy, debo agradecerle a Sir Kanzaki, Sir Yuuichi y Sir Takeda… no les agradecí apropiadamente y corrí inmediatamente hasta aquí, ellos lograron deshacer lo que hizo la poción -yo me mantuve en silencio y con las cejas alzadas, escuchando las razones de aquellas personas -sin embargo, mientras la poción tuvo efecto… yo fui uno más de sus filas… obedecí a la Reina y organicé, después de la fatídica e imprevista muerte del general, organicé el ejército para venir a conquistar el reino…

 

Yo la escuchaba impresionada, incrédula y a la vez imaginando todo en mi mente, parecía irreal lo que decía al verla tan normal como siempre, ahí frente a mí. Por supuesto, hubo muchísimos detalles que me parecía que solo a mí me contaría, como, por ejemplo, que allá aprendió muchos nuevos hechizos, ya que la familia real de aquel país poseía grandes conocimientos de hechicería, después de todo, por eso es que había sobrevivido.

 

- ¿y estás segura? -le pregunté, con cierta angustia.

- ¿de qué cosa?

- ¿de que no eres de su familia? A decir verdad, no conozco a nadie más que tú que pueda realizar hechizos o que tenga un objeto verdaderamente mágico -ella se quedó pensando unos momentos, muy seriamente.

-me parece absurdo, porque sinceramente, no nos parecíamos en nada -yo solo atiné a suspirar.

-bueno… lo único que importa es que tú no eres como ella -le dije, ella sonrió tenuemente y asintió.

-no… o quien sabe, yo solo quería regresar contigo… le era fiel, pero también, siempre pensaba en que quería volver a verte Shizuru…

 

Jamás lo hubiera imaginado antes, pero fue muy sincera al hablarme de la desesperación que sufrió mientras estaba sirviendo en aquel reino, y también lo muy feliz que fue cuando finalmente logró que el ejército navegara hasta el Reino Este, entonces miré la carta manchada de sangre que aún tenía en mi mano. Contaba las cosas de forma simpática, pero no creo en absoluto que las cosas fueran tan apacibles, sin embargo, la situación que ella me platicaba y que en mi mente se dibujaba, fue hecha a un lado al darme cuenta de algo.

 

-espera ¿el ejército del Reino Oeste está aquí? ¿ha invadido? -ella miró a un lado y luego regresó a verme a los ojos.

-sí, la capital fue tomada, con mi ayuda hubo pocas bajas porque conozco las operaciones internas, al principio, a pesar de mi lealtad hacia Zhang, quería mediar entre ambos países, conseguir algún tratado, pero Zhang hizo algo que yo no esperaba… -ella se quedó pensativa por unos segundos -asesinó a la Reina frente a la multitud, me gustaría decir que pude haberlo evitado, pero Sir Kanzaki, Sir Takeda y Sir Yuuichi me liberaban de los efectos de la poción mientras Zhang tomaba a la Reina, para cuando llegué, Zhang ya tenía a la Reina con una daga al cuello, dando un discurso, es lógico pensar que la tomaría de rehén para que todos cooperaran, pero la apuñaló y arrojó su cuerpo frente a mí… frente a todos los reunidos ahí y no pude hacer nada en ese momento -su expresión era de verdadera perplejidad, pero extrañamente no había aflicción -así que lo que pensé en ese momento, es que si Zhang se quedaba reinando aquí, no habría fin jamás, habría guerra aquí, allá, nos llevaría al norte… así que… de pronto todo fue muy nítido, muy fácil y a mi alcance…  tomé la espada y la maté en ese momento, entonces me autoproclamé emperatriz… Shizuru, he tomado este Reino y el Reino Oeste también me pertenece por la supuesta línea de sangre… ahora, todo está dispuesto para vivir con seguridad.

 

No pude contestar inmediatamente, la noticia de que la Reina había muerto era demasiado impactante, pero era todavía más extraño e irreal que Natsuki hubiera tomado el poder de dos reinos en sus manos, no estuve ahí para ver las cosas así que parecía imposible lo que decía, y al mismo tiempo, la voz con la que mencionaba las cosas no era la de alguien que bromeaba. Pensé en qué contestar a lo que ella mencionaba y antes de llegar a una respuesta, ella tomó mi mano y besó el dorso mientras me veía a los ojos, denoté entonces la ambición en su mirada, una ambición que no se había manifestado antes y me pregunté si realmente aquella poción que bebió no había dejado ningún efecto, si de verdad esta ambición que se atisbaba era algo que ya poseía Natsuki y yo no lo había notado antes. Por ahora no podía saberlo, por ahora Natsuki estaba ahí, con esa sonrisa y esos ojos que yo ya quería. Suspiré y tomé sus manos.

 

-si piensas tomar el Reino Oeste, será mucho trabajo, tendrás que ir y venir de aquí…

-pero tú podrás venir conmigo, ya no hay nada que me detenga Shizuru, ya nadie puede darnos ordenes…

-oye, encontré una serie de libros muy interesantes en… -en ese momento Haruka se manifestó, inmediatamente se sus ojos dieron con el rostro de Natsuki y luego su mirada corrió hacia nuestras manos tomadas, entonces el libro que sostenía cayó de sus manos y sus ojos casi saltaron de su rostro -pero ¿¡qué está pasando aquí!? -pronto se llevó las manos a las mejillas.

-Haruka -momentáneamente solo me quedé viéndola, observando su reacción con una risa muda, me recompuse y luego miré a Natsuki que tenía una sonrisa torcida -Natsuki acaba de regresar -Haruka pocas veces no tenía nada que decir, pero en esta ocasión se quedó en silencio, luego buscó donde sentarse y volvió a quedarse de pie, pues solo había dos sillones.

-está sorprendida, pero no parece el tipo de sorpresa que yo hubiera esperado -dijo Natsuki.

-le he contado todo, solo a ella -entonces asintió.

-entonces ¿Por qué tan sorprendida, Haruka? -ahora parecía burlarse.

-Shizuru… -dijo sin quitarle la vista de encima -ahora lo entiendo todo -cerró los ojos dramáticamente -es demasiado hermosa como para ser ignorada… pero eso no es todo, ¿Cómo demonios llegó hasta aquí sin que nadie nos avisara? -yo también me pregunté eso y volví a mirarla.

-tendrás que vivir con esa pregunta por siempre -respondió Natsuki con una sonrisa -ahora… necesito quitarme esto y asearme, cuando termine me uniré a ustedes.

 

Al terminar se levantó y el sillón que la soportaba por fin pudo descansar del peso de la armadura, siendo ocupado, una vez más, por Haruka. En cuanto desapareció por la puerta, Haruka comenzó a preguntarme todo a la vez ¿Cómo regresó? ¿en qué momento? ¿Qué había dicho de la criatura? ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no volvía? Traté de contener sus preguntas y le conté la misma historia que Natsuki me contó a mí, por supuesto, la muerte de la joven Reina la impactó, pero le impactó más saber que ahora Natsuki era la gobernante de este Reino y pronto del Reino Oeste.

 

-entonces un imperio… -yo asentí en silencio, repasando la apresurada información que, por ahora, tenía, necesitaba hablar más con ella - ¿y cómo se va a llamar? -Haruka tenía una obsesión por los nombres.

 

Haruka y yo hablamos de algunas cosas más, pero en mi mente me estaba replanteando las cosas ¿de verdad Natsuki tomaría el Reino Oeste? ¿de verdad lograría unificar ambos reinos que estaban separados por un mar? ¿Cuánto de su tiempo tendría que sacrificar? Eso era mucho más trabajo que solo cuidar y mantener unas tierras.

 

Más tarde, Natsuki regresó sin armadura y completamente aseada. Seguramente todas las doncellas ya sabrían la noticia y se esparciría por toda la ciudadela, de modo que Mai estaría intentando hacer una visita en cuanto pudiera. Pronto habría mucho alboroto, todo volvería a cambiar, pero ahora me parece que los cambios serian mucho más grandes de lo que alguna vez imaginé. No es que estuviera viendo las cosas de forma negativa, sino que todos esos cambios implicarían una impresionante cantidad de trabajo y energía.

 

- ¿puedes contarnos cómo es el Reino Oeste? -preguntó Haruka, una vez que se unió a nosotras en el almuerzo.

 

Por supuesto que Natsuki nos contó todo sobre el Reino Oeste, el palacio, la ciudad en la que había estado, el cuartel y el puerto… entonces recordé aquello que había dicho Sir Sakomizu sobre los puertos cerrados, de manera que se lo comenté, que había enviado a investigar por ella y que aún seguían allá fuera, investigando.

 

-nunca supe que los puertos estuvieran cerrados -respondió con cierta perplejidad -a decir verdad, nunca salí de aquella ciudad, en los primeros meses solo iba y venía del palacio hacia el cuartel, cuando me nombraron general del ejército estaba muy ocupada como para visitar la ciudad, así que fui muy pocas veces, y de los puertos solo me importaba la cantidad de barcos útiles y en buen estado, nunca me involucré con el comercio, pero pensando en esto… pudo haber sido una medida que tomó Zhang, no tengo idea con qué propósito -de verdad lucia sincera, además de que Natsuki, ni siquiera en este reino, se ha involucrado en los asuntos comerciales del reino, solo del ejército.

-cuando regrese al Reino Oeste investigaré sobre eso, talvez el general que murió sabia, o quizá no, pero es obvio que encontraré respuestas.

 

Por la noche, después de asearme de un largo y caluroso día, por primera vez dejé que la criatura durmiera en su habitación ya antes dispuesta, con dos niñeras que no le despegarían los ojos de encima, ya que Natsuki me estaría esperando en nuestro dormitorio compartido. Antes de entrar me sentí nerviosa, como no me había sentido en muchos meses, miré el pomo de la puerta y mi corazón se agitó ¿Qué pasaría cuando entrara? Tenía mis reservas y ansiedades, pero no lo descubriría si no lo hacía, así que giré el pomo y entré, hallándola sentada en el filo de la cama, con los pies desnudos sobre el tapete, vistiendo un camisón de tela blanca, casi nada transparente.

 

-he estado esperándote… -me dijo nada más entrar. No se levantó de su lugar, pero me extendió la mano. Di unos pasos, toqué sus dedos, sentí la piel de la palma de su mano con la mía, y luego, cuando nos aproximamos más, su otra mano la deslizó por mi cintura, recorrió mis costados y mi espalda, después pegó su frente a mi abdomen -no sabes lo que significa que me hayas esperado… -toqué su cabeza, sus cabellos oscuros, sus hombros por sobre la tela… y me llegó su fragancia a la nariz… la fragancia de su piel y el agua perfumada que usaban para asearla…

-no quería resignarme a haber perdido algo que nunca creí que encontraría… siendo sincera, Natsuki… creo que has tomado mi corazón y te lo llevaste hasta el día de hoy…

-no tendremos por que volver a separarnos… te aseguro que no habrá nadie que lo consiga Shizuru, nadie.

 

Sus palabras se escuchaban románticas, pero con un trasfondo peligroso, quizá fuera determinación lo que escuchaba, determinación a quedarse conmigo, a luchar por aquello que teníamos, a no dejarse vencer y siempre regresar. Suspiré y apreté sus hombros. Me senté en la cama con ella y la abracé tanto como ella conmigo, sentí su calor, su aroma, el ritmo de su respiración, e incluso sentí los latidos de su corazón. Esto está bien, me dije, esto se siente bien, después de tanto tiempo creo que lo necesitaba. Al fin paz, al fin tranquilidad.

 

Hasta hoy, no sabía que quería tanto esto hasta que lo volvía a tener, hasta que volvía a sostenerla en mis brazos. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, emocionado, ¿Cómo era posible? ¿Cómo, si solo era un abrazo? Cerré los ojos y suspiré. Muchas veces estuve en esta cama sola, rememorando situaciones parecidas, pero después de hoy ya no más. Estuve mucho tiempo aquí sola, pensé, y luego un pensamiento extraño susurro en mi mente… ¿ella… habrá estado con alguien más? Abrí los ojos y fruncí las cejas, en ese momento tuve ganas de preguntar si alguna vez, en todos esos meses, ella estuvo o pensó en estar con alguien más, o si al menos compartió confidencias con otra persona, si se volvió tan fiel a Zhang que… que tonterías, me dije, me ha estado diciendo lo mucho que quería regresar, me dio la carta que yo le mandé, la carta que guardó durante meses solo por ser mi carta. No había que pensar en más.

 

-Shizuru… hay tanto de que hablar que no sé qué preguntar primero -entonces yo comencé a reírme y me despegué un poco de ella.

- ¿de qué quieres hablar? -entonces, tanto ella como yo nos recostamos de lado, colocándonos cómodamente en las almohadas.

- ¿Qué ocurrió después de que me llevarón? ¿Qué hiciste? -sus ojos, con la tenue luz del hogar, parecían haberse vuelto más oscuros.

-bueno… después de la carta pasaron semanas hasta que llegó Sir Kanzaki con tu yelmo y me lo contó todo, obviamente no era un secreto, así que toda la ciudadela se enteró, Mai, la modista, vino en muchas ocasiones a darme apoyo, pero en cuanto se supo del embarazo, bueno… hubo opiniones variadas, estoy segura de que Sir Kanzaki no quiere ni verme porque piensa que te he sido infiel.

-ese estúpido patán…  -claramente le molestó, pero no iba a negar ni omitir lo que claramente percibía.

-a Sir Kanzaki le pedí muchas veces que te buscara, pero después de la noticia, no estoy segura de si realmente me hizo caso -pronto ella se quedó en silencio, pensando -pero ya no tiene importancia, estas aquí.

-por supuesto -me dijo con tono jovial, cambiando por completo su expresión - ¿Cómo fue cuando te enteraste? ¿Cuándo vino Haruka?

 

Si yo quería saber todo lo que le había ocurrido a ella, ella también quería saber todo lo que yo había vivido, a pesar de que no fuera importante, destacable o fuera de lo común. Muchas de sus preguntas eran sobre la administración de la ciudadela, otras sobre las reformas, pero en los que ahondaba más era sobre el embarazo, así que por supuesto le conté todo y como Haruka estaba obsesionada con un nombre.

 

-pude haberle dado un nombre, pero quería esperar un poco más y tuve razón… podemos decidirlo juntas -ella alzó las cejas.

-en cierta forma, me siento un poco… asombrada de que ahora tenemos algo tan… tangible entre las dos… lo que quiero decir es… -comenzó a reír un poco -no tengo idea ¿te gusta el nombre de tu madre?

-no es especialmente bonito ninguno de los nombres de mi familia ni de nadie que conozca.

-entiendo… tiene que ser diferente, ser especial… esa criatura un día tendrá mucho poder en sus manos… -entonces ahí estaba esa ambición en su mirada, ambición mezclada con… ¿satisfacción?

-bueno… es cierto, si todo sale bien… no solo heredará las tierras de nuestras familias… -y eso me parecía un poco avasallante.

-pensándolo… si mi madre no me hubiera dado el anillo, no habría sido esto posible…

- ¿quieres ponerle el nombre de tu madre? -ella lo pensó un poco.

-creo que no está tan mal -entonces evoqué una imagen sobre la cara de la criatura con el nombre, me imaginé llamándola de ese modo.

-creo que le sienta bien -ella sonrió ampliamente -solo si estás de acuerdo.

-estoy de acuerdo -sonreí en consecuencia al ver sus ojos achicarse por la sonrisa. Haruka tenía razón, Natsuki era tan guapa que seguramente sería imposible no enamorarse de una mujer así, pero mirándola bien, mirándola ahora con detenimiento, la mujer frente a mí había cambiado, su rostro se había vuelto más afilado, más maduro, quizá fuera por la linera de su mandíbula, era como si Natsuki hubiera crecido y afinado algunos detalles, detalles atractivos…

-dime… ¿no hubo nadie ahí que tratara de seducirte? -le dije, con cierta vergüenza que intenté ocultar.

- ¿Qué? ¿seducirme? -pareció tomarlo como una broma, luego lo pensó por unos instantes -pues no, no recuerdo nada parecido -la expresión con la que lo dijo parecía sincera -de todos modos, no te preocupes, jamás me habría involucrado con esa gente -la última frase parecía despectiva.

- ¿esa gente? ¿son personas sin atractivo? -ella negó.

-son inferiores Shizuru -lo que dijo era un poco más impactante.

- ¿inferiores? Es un reino que tú dirigirás.

-uno puede dirigir asnos o corceles, pero quien dirige, no es, claramente un asno… no te preocupes de la gente, de esa gente, yo sé cómo tratar a esas personas -me pregunté entonces si veía a las personas del Reino Oeste como asnos y a las personas del Reino Este como corceles, pero más importante ¿Cómo se veía ella?

-si ellos son asnos, ¿tú que eres?

-el lobo que les muerde las patas para obligarlos a correr.

-una analogía interesante… ¿y yo? ¿Qué se supone que soy? -ella estaba divirtiéndose con la conversación, pero al preguntar eso enseguida volvió a verme, ya sin la sonrisa.

-tú eres lo más precioso que existe, jamás te compares con un asno o un caballo, ni un lobo, si hay algo hermoso y divino en el mundo, eso eres tú… pude sobrevivir porque te tengo a ti, todos estamos solos en este mundo, pero yo te tengo a ti, y tú me tienes a mí, cada parte de mí… nunca desconfíes de esa verdad, cuando iba en ese barco lo único que quería era volver… tú eres todo lo que quiero, me hubiera gustado poder matar a Zhang antes, así habría vuelto antes y tú… yo habría estado aquí para ti, en el lugar de Haruka… -entonces entendí, solo un poco, los sentimientos que tenía.

-Haruka es solo mi amiga, pero tú eres tú… ya lo único que importa es justo este momento, justo ahora que estás conmigo… -entonces encontré esa mirada en su rostro, una mirada seria, fija en mis labios, tan fija en mi como la mía en sus ojos.

-si no estas muy cansada yo… -nos miramos con la tensión aumentando a nuestro alrededor.

- ¿tú qué? -le dije, deslizando los ojos por su nariz, luego sus labios, después su cuello y, por último, el escote de su camisón…

-quiero tocarte… -por debajo de las mantas sentí su mano tocar las puntas de mis dedos, luego el dorso, el antebrazo, deslizando su mano suave y lentamente -pero solo tocarte…

- ¿solo tocarme?

-sí… debes recuperarte del alumbramiento -decía las cosas muy seriamente.

-ya estoy mucho mejor de eso -contesté, pero parecía que estaba pensando demasiado en algo.

-cuando sea apropiado Shizuru, por mientras… tú me puedes hacer todo lo que quieras -no era una mala oferta después de todo.

-quítate ese horrendo camisón…

 

Después de aquello, el camisón voló lejos de la cama y pude apreciar su cuerpo, no había muchos cambios, estaba menos tonificada, pero seguía mirándose atlética y sin rastro de alguna cicatriz… miré de cerca su pecho, era como si nada hubiera atravesado su cuerpo, como si esa espada jamás hubiera existido. Me alegró, pero, por otra parte, brotaron en mí algunas inseguridades, no sabía si mi cuerpo había cambiado mucho o poco, la médica decía que mi recuperación era asombrosa, que apenas había cambios, pero aun así tenía mis temores, así que mi camisón se quedó en el mismo sitio mientras sentía su mano deslizarse por mi costado hasta llegar a mi cadera y luego a mi muslo, tomándolo con toda su mano y jalándolo hasta ponerlo sobre su cuerpo, estrechando aún más la distancia, colocando una de sus piernas entre las mías y asiéndome a sus brazos. Tal como decía, solo quería tocarme, acercarme a su cuerpo. La lujuria se extinguió en mi mente y con mis propios brazos rodeé su cuerpo. Una vez más, volvía a sorprenderme, yo estaba pensando en otro tipo de cosas y ella solo quería la cercanía. Pero estaba bien, quizás era lo que realmente necesitábamos, quizá solo eso.

 

A la mañana siguiente yo desperté primero encontrando aún a Natsuki entre mis brazos. Tuve que deslizarme suavemente para poder levantarme, entontes encontré ese horrendo y nada transparente camisón, lo levanté del suelo y me senté a un lado, mirando las pestañas oscurecidas, mirando la piel suave de su rostro, un rostro hecho para ser atractivo y encantador, me atreví a pasarle los dedos por las mejillas y ella despertó, sus ojos, enmarcados por sus pestañas, parecían brillar en medio de estas. Le ofrecí su prenda y ella se la colocó, solo entonces llamamos por el desayuno, mismo que trajó noticias importantes.

 

-su señoría, le han mandado con urgencia esta carta -Natsuki suspiró y leyó antes de probar la comida, al terminar volvió a suspirar y miró la comida con una expresión neutra.

-gracias Rosalie, dile a las demás que preparen todo para marcharnos en cuanto antes, milady y la criatura también van, si no hay suficientes carruajes, consigan por lo menos carretas decentes para los baúles.

-si su señoría -yo escuché con curiosidad, esperando.

-Kanzaki pide que regrese, dice que los soldados de ambos reinos están inquietos… vendrás conmigo ¿verdad? -su expresión era tan suplicante en ese momento ¿Dónde estaba ese rostro regio que mostraba a la gente?

-por supuesto que iré contigo, pero… ¿Qué crees que digan de mí? ¿y mis padres?

-ahora soy la gobernante de todo el reino ¿Qué crees que me dirán?

-espero que te juren lealtad -le dije como una burla.

-también lo espero -pero su último comentario era serio.

 

Ya que Haruka se encontraba con nosotras en el desayuno, se enteró y por lo mismo nos acompañó en el viaje, era una suerte que el carruaje fuera suficientemente espacioso como para albergar a todas, incluidas a las niñeras, y también fue una suerte que Saeko se mantuviera tan calmada. Natsuki, inesperadamente, no viajó en caballo, sino con nosotras, dentro del carruaje, luciendo tranquila y accesible, en su mayoría mirando por la ventana y comentando los detalles sobre las nuevas remodelaciones hechas, ninguna de las dos las había usado apropiadamente después de implementarlas, excepto Haruka, que no dejaba de alabar lo bien hechos que estaban los caminos. Ciertamente tenía razón, no había turbulencias en el viaje, parecía que el carruaje simplemente se deslizaba, aunque bien sabía que no era así. Para nuestra suerte, y gracias a esas remodelaciones, el viaje se acorto aún más, aunque de todas formas fueron casi dos días de viaje.

 

Al llegar a la capital, de pronto tuve mis dudas, ¿iríamos a nuestra casa? ¿o iríamos al palacio? Iba a preguntar cuando un guardia se acercó y por la ventana preguntó lo mismo.

 

-iremos al palacio, tengo asuntos urgentes -de momento me sentí incomoda, iría al palacio de una familiar que había sido asesinada ¿vería su sangre? ¿la gente nos recibiría? ¿sería una buena o desagradable recepción? Se sentía como llegar a ocupar un lugar que no me correspondía.

 

El guardia se alejó con su orden y en ningún momento el carruaje se detuvo en su tránsito hasta el palacio, no quise mirar por las ventanas, pero Natsuki si mantuvo la suya abierta, todo lucia tranquilo ahí afuera, no parecía escucharse algún alboroto, todo fue tranquilo hasta llegar al palacio y bajar del carruaje, entonces salió Sir Kanzaki a recibirnos, en el momento en que me vio noté una pequeñísima expresión en sus ojos que controló magistralmente, no así cuando miró a la niña en brazos de una niñera, sus ojos casi brotan de sus cuencas.

 

-ya llegué, cuéntame las novedades Kanzaki -le dijo Natsuki en un tono bastante frío -y espero que todo esté arreglado ahí adentro -señalo el interior del palacio.

-tuvimos tiempo para dejarlo todo impecable su señoría… ah, eh, ¿ahora es majestad? ¿Cómo…?

- ¿Por qué dudas Kanzaki? Siempre he sido superior a ti, no dudes ahora solo porque te habían nombrado general, ni siquiera tienes tierras propias, ubícate en tu realidad -aquellas palabras fueron deliberadamente dichas para hacer daño y parecieron afectarlo, se mostró desubicado en un inicio y luego frunció el ceño.

-dado que no es una reina, sino que se ha proclamado emperatriz, creo que una forma adecuada de dirigirse seria: su majestad imperial, ¿no lo creen? -dijo Haruka, en medio de la tensión.

-me parece adecuado -respondió Natsuki - ¿se han despejado sus dudas, Kanzaki?

-por supuesto, su majestad imperial -su tono era aparentemente neutro, pero yo noté que estaba afectado.

-eso es -le dio unas palmadas en el hombro y comenzó a caminar -ahora explica lo de la carta.

 

Por supuesto que llegué a pensar que Natsuki reprendería un poco a Sir Kanzaki, pero sus palabras eran brutales y crueles, era obvio que se necesitaba marcarle una línea, pero no había necesidad de caer en lo cruel, me sentí incomoda e incluso apenada por Sir Kanzaki, ¿lo merecía? Talvez, pero no con tanta rudeza. Miré a Haruka, quien miraba entretenida a las doncellas, mismas que estaban desorientadas, por supuesto, al igual que yo, habían llegado a un ambiente que desconocían y no podían desplazarse con soltura. Suspiré y me adelanté, caminando tras Natsuki y Sir Kanzaki, ellos hablaban de los hombres del Reino Oeste que estaban aquí, había inconformidad entre ambos ejércitos y Sir Kanzaki temía que estallara alguna pelea, sin embargo, Natsuki escuchaba con una expresión de fastidio.

 

-iré ahora mismo a hablar con nuestros hombres -entonces me miró - ¿ya tienes todo listo para Shizuru y mi hija? -el cuerpo de Sir Kanzaki se tensó, miró momentáneamente al suelo, me miró a mí, y luego contestó.

-por supuesto… se han tomado los protocolos de una nueva coronación y, las habitaciones que ocupaba antes su majestad… han sido aseadas y despejadas, incluso podrán cambiar la decoración o los muebles.

-sí así nos parece, así será Kanzaki -Natsuki parecía especialmente cruel ese día con Sir Kanzaki, ni siquiera usaba su título de caballero -Shizuru, si quieres venir conmigo puedes hacerlo, me encantaría tu presencia -me dijo con una voz sedosa que contrastaba diametralmente con la usada con Sir Kanzaki.

-por supuesto -le dije, sin saber que es a lo qué iría.

-Kanzaki, lleva a mis doncellas a las habitaciones asignadas -pronto se acercó a la niñera que cargaba a la niña, la tomó en brazos y se acercó tanto a ella que parecía que le decía algo a la criatura, algo que nadie escuchó bien o entendió, pero comprendí que estaba colocándole un hechizo, le estaba dando una protección porque la dejaría sola, al terminar, la devolvió a los brazos de la niñera y se giró con un rostro complacido -vamos.

 

Con esa acción daba a entender que no quería a Sir Kanzaki cerca, por el contrario, en el camino mandó a traer a Sir Yuuichi o a Sir Takeda, siendo este último el que llegó y fue él quien nos acompañó hasta el cuartel, ahí en seguida fuimos rodeadas por los hombres, había múltiples quejas, muchos estaban en desacuerdo con lo que había decretado Natsuki, no querían unirse al ejército, no querían un imperio, no querían ser amigos de sus anteriores enemigos. Natsuki escuchó tranquilamente las múltiples quejas de varios voceros, escuchó tranquila hasta cuando se repitieron en sus quejas, entonces levantó una mano, que indicaba que quería hablar.

 

-no sé qué tanto se sabe, pero yo siempre he sido leal a este Reino, a todos ustedes, he peleado a su lado y puedo entenderlos…

-no dudamos de eso, el general nos ha explicado que la habían embrujado, ya todos lo sabemos, pero no queremos unirnos a…

-si esa es su queja, lárguense -contestó ella, muy tajante -pero al primero que ponga un pie fuera de este cuartel lo mataré -se hizo un silencio pesado -tienen dos opciones, confiar en mí y o luchar contra mí, y no tengo miedo de pelear, traigo mi espada, así que arreglemos cualquier inconformidad ahora mismo, esto es un ejército y yo soy su comandante supremo, yo doy las órdenes y ustedes obedecen lo que yo diga, si no se cumplen las ordenes, no sirve de nada un ejército.

-yo no quiero unirme ¡esos bastardos mataron a mi hermano! -grito uno mientras desenvainaba su espada. Comencé a sentir el corazón agitado, era miedo, ¿Qué estaba haciendo yo ahí? Pero, luego de desenvainar su espada, Natsuki se acercó a mi oído, dijo palabras extrañas, en un tono muy bajo, después caminó hacia aquel que había sacado la espada y buscaba enfrentarla. No tenía duda, me había colocado un hechizo, uno que me mantendría a salvo.

- ¿estás seguro de esto? -dijo por última vez Natsuki, sosteniendo su espada frente a él.

-sin duda -respondió al tiempo que se lanzó con la espada, lamentablemente, Natsuki dejó caer su espada en diagonal por su cuerpo, desde el hombro hasta casi salir por la cadera opuesta, como si hubiera sido pan partió al hombre. Primero cayó su espada, luego azotó el cuerpo y la sangre comenzó a hacer un charco a su alrededor.

- ¿Quién es el siguiente? -por increíble que parezca, no vomite después de ver aquello, me quedé muda, mientras dos hombres envolvieron el cuerpo y se llevaron al hombre muerto, e inmediatamente, dos hombres se pararon frente a Natsuki - ¿dos juntos? ¿creen que así podrán? -los hombres no contestaron, pero desenfundaron. En consecuencia, le cortó la pierna a uno y al otro lo partido en dos en un corte horizontal, e inmediatamente enterró su espada en la garganta del primero.

 

Una vez más, otros hombres fueron a levantar a los cuerpos, envolviéndolos y retirándolos. Natsuki miro en derredor, buscando al siguiente, pero esta vez nadie se movía o decía algo. Todos ellos debían saber de lo que era capaz, quizá les confundiera su apariencia, porque hasta donde sé, Natsuki nunca se presentó frente a ellos sin armadura, pero todos en el reino sabían de lo que era capaz “el caballero del reino”, y el que fuera mujer no cambiaba las cosas que había hecho, para confirmarlo, ahí mismo había cortado como mantequilla a tres hombres, sin esfuerzo o titubeo.

 

- ¿Quién más quiere enfrentarme? -pero esta vez nadie se movió -muy bien, si ya no hay más protestas, quiero escucharlos decir que serán fieles al mi imperio.

- ¡prometemos ser fieles al imperio! -gritaron tres veces, al terminar, Natsuki asintió, con una expresión neutra, luego pidió un trapo para limpiar su espada.

-ya que todo está claro, espero su máxima obediencia y que no haya problemas con el otro ejercito -finalmente enfundó su espada y regresó el trapo a quien se lo había extendido -señores, que tengan un excelente día.

- ¡sí, su majestad! -dijeron todos a la vez, luego alguien, solo uno de entre todos dijo - ¡sí, su majestad imperial! -y en consecuencia todos repitieron lo mismo. Natsuki no dijo palabra alguna, no agradeció ni hizo gestos, solo llamó a Sir Takeda, quien estaba en la multitud.

-desde hoy, todo este ejercito será una división de uno más grande, no se mezclarán con los del Oeste, así que, Sir Takeda, usted será el general de esta división -los ojos de Sir Takeda brillaron y casi se podía ver la felicidad irradiar de su rostro.

-es un honor tal reconocimiento y buscaré que, en cada momento, todos mis actos sean para beneficio de usted, su majestad imperial.

 

Desde ese día Sir Takeda se volvió el general de división, por lo que, después de ella, quien era la máxima autoridad, Sir Takeda se tendría que hacer cargo en su ausencia, tomar decisiones o hacer funcionar al ejército. Cuando hubo terminado el anuncio, sin demasiadas ceremonias, me llevó con ella, entonces, finalmente Sir Yuuichi y Sir Kanzaki se nos unieron en el camino de regreso al palacio.

 

-Kanzaki, que preparen el carruaje, iré ahora mismo al puerto -obviamente me ofreció acompañarla, pero yo ya no estaba muy segura de querer ir -bueno, debes estar cansada, hablaremos más tarde ¿bien?

-claro, además, debo mirar a la niña -parecía una excusa y era una excusa, pues ya sabía cómo planeaba solucionar los problemas con el ejército del Oeste que se mantenía en el puerto.

 

Más tarde, por la noche, cuando volvió y cenó conmigo, noté algunas manchas de sangre en sus ropas, entonces me contó que tuvo que encargarse de cuarenta y dos hombres que estaban en contra de ser parte de un nuevo imperio y estar bajo sus órdenes. Me contó que, aunque su anterior ayudante había mediado mucho en la situación, recordándoles que Natsuki pertenecía a la familia real y se le debía lealtad y obediencia, no fueron pocos los que resistieron, sin embargo, ninguno, aun sin que ella llevara armadura, pudo asestarle un corte, ni en su bello rostro ni en alguna parte de su cuerpo, solo lograron ensuciar sus ropas. Sir Yuuichi, que había acompañado a Natsuki al igual que Sir Kanzaki, se encargó de contar los detalles más sorprendentes de las batallas, parecía entusiasmado y sorprendido.

 

- ¡Aún no me puedo creer que esquivara ese golpe tan rápido! ¡Usted es invencible! -no sabía si Sir Yuuichi realmente estaba tan asombrado o buscaba adular a Natsuki por miedo o intenciones de conseguir algo, después de todo, había nombrado a Sir Takeda general de división, pero Natsuki solo asintió a sus palabras, con una tenue sonrisa.

 

Aquel día creó un solo ejército imperial que tenía dos generales de división, el segundo general aún no había sido nombrado, presumiéndose que era ella, pero lo más importante es que logró apaciguar a sus hombres por medio de la violencia, con puramente fuerza bruta, y estos se doblegaron a su poder. Quizás se dieron cuenta de que en verdad era inútil ir en contra de ella, aun si fueran todos, o quizá esa posibilidad no se les pasó por la cabeza y los restantes que no se opusieron le daban más prioridad al hecho de que pertenecía supuestamente a la familia real, y, por lo tanto, tenía derecho a comandarlos, junto con el hecho de que era sumamente capaz como dirigente y guerrera. Simplemente, una buena líder a la que seguir.

 

-a todo esto -dijo Haruka - ¿Cómo se va a llamar el imperio? -todos en el comedor se quedaron callados y miraron a Natsuki, a su vez, ella me miró a mí.

- ¿Cómo te gustaría que se llamara? -yo me quedé sorprendida.

-no lo he pensado, creí que tú lo dirías.

-sé que hay reinos en el norte -dijo Haruka, una vez más –pero no hay nadie más al sur que nosotros, ¿y si lo llama el imperio del sur?

-a veces lo más sencillo es lo más adecuado, además de muy práctico -dijo Sir Yuuichi.

-Haruka, hoy estas aportando grandes ideas al imperio, tu entusiasmo me complace.

-es que no tengo mucho que hacer -dijo ella, restándole importancia con una sonrisa.

 

Al terminar la cena y tomar nuestros respectivos aseos, nos reunimos en la habitación que era considerada para el matrimonio reinante, no la antigua habitación de la Reina, sino una más grande con habitaciones contiguas, similar a la que teníamos en nuestro castillo, me pregunté entonces sí de aquí había ideado la distribución de habitaciones que teníamos allá, aunque claramente, era una habitación con un estilo diferente, prefería la del castillo.

 

-Shizuru -me dijo poco después de que ella entrara, un poco más tarde que yo -ha sido un día bastante largo, creo que solo he aguantado tanto gracias a los hechizos de resistencia y fortaleza -para mí, ella lucia como si no tubiera ningún agotamiento, se veía fresca y radiante.

-luces bastante bien -ella sonrió - ¿no has sido muy cruel hoy con Sir Kanzaki? -su sonrisa se borró.

-ese asno tiene que conocer su lugar, lo molería a palos, pero lo necesitaré más adelante.

-basta ya, no necesitas decir esas cosas -ella frunció el ceño.

-en verdad lo mandaría a un calabozo si no me fuera a ser útil Shizuru, que no te quepa duda -una aseveración que me impactó.

-pero… ¿no sería eso demasiado? Siempre me pareció que había una amistad entre ustedes…

-él es mi vasallo, con los años se ha vuelto cercano a mí, en consecuencia, hemos desarrollado una sutil amistad, pero no cambia el hecho de que él está a mis órdenes.

 

Era triste de escucharlo, pero también lo comprendía demasiado bien, a veces se borraban los límites y las personas iban más a allá de lo que debían, y era nuestro deber volver a marcar esa línea, aunque para mi gusto, no de una forma tan contundente, pero quizás, solo quizás, esa era mi forma de hacer las cosas y Natsuki tuviera otra forma de hacer las suyas.

 

Al día siguiente, esa conclusión quedó más que asegurada. Por lo que supe de Haruka, en el día anterior se había esparcido la noticia de que Natsuki había regresado a la ciudad capital, y ahora que el anterior ejercito del Oeste ya no estaba en la ciudad, se había desatado una ola de inconformidad entre los habitantes. Muchos estaban inconformes con la nueva regente, no creían que fuera el verdadero caballero del reino, sino alguien falso, muchos otros, a pesar de saber que Natsuki había sido hechizada por la Reina del Oeste y por eso había cometido traición, no estaban dispuestos a perdonarla, y otros, simplemente no querían que el reino se fusionara en un imperio, no querían mezclarse con el enemigo. Toda esta marejada de habladurías terminó en una revuelta a mediodía, cuando Natsuki terminaba de pasar un tiempo con la niña y había llamado a Sir Kanzaki pidiéndole los planos del palacio. Ni bien se disponía a salir Sir Kanzaki con la petición, apareció un sudoroso Sir Yuuichi comunicando que a las puertas del palacio estaba una muchedumbre embravecida, envalentonada al ver que no había más soldados que los reprimieran. Natsuki solo suspiró y llamó a Rosalie para que le trajera su espada.

 

- ¿Qué es lo que piensas hacer? -le pregunté luego de que solicitara su espada, obviamente, recordando como había resuelto el conflicto del día anterior, pues me temí que hiciera lo mismo.

-son asnos Shizuru, y su imprudencia me molesta, seguramente no tengo que explicarte que no me importa deshacerme de los estorbos.

 

Estuve por protestar, pero Rosalie interrumpió, entrando en la habitación con la espada en las manos, Natsuki se levantó del asiento y dejó que la doncella le colocara la espada en la cintura. Esta vez no me pidió que la acompañara, simplemente salió con cierta expresión de fastidio y cansancio, mientras Sir Yuuichi y Sir Kanzaki la seguían. Yo por mi parte, me levanté y fui a una de las habitaciones que daban al frente del palacio, una de las que tenían balcones. Rosalie me siguió y junto conmigo observó a la muchedumbre. Desde donde estábamos podíamos ver el panorama en general, pero cuando se sumó Natsuki al cuadro, nos fue imposible saber que decía, solo llegaban a nuestros oídos unas cuantas silabas, sin embargo, se hizo evidente el contenido del mensaje cuando desenvaino su espada frente a los que protestaban, quienes de inmediato se hicieron hacia atrás.

 

Pronto comenzó una disputa que no llegaba a mis oídos y me pensé bastante en ir o por lo menos bajar a un sitio más cercano que me permitirá oír, no obstante, me perdería de lo que llegará a suceder en esos momentos. Al final, decidí no moverme y solo esperar. La disputa continuaba entre Natsuki y unos cuantos sujetos, luego ella mandó a Sir Kanzaki por algo y regresó con un par de espadas que le dio a uno de los que antes discutían. Era obvio lo que pasaba, Natsuki ofreció arreglar las cosas con un combate, pero las personas ahí, no tenían los medios para poseer una espada, así que Natsuki les ofreció un par. Quienes tomaron las espadas se lo estaban pensando, pero al final las tiraron al suelo, como respuesta, Natsuki se quedó quieta unos momentos, segundos después, se aproximó a ellos y los corto en diagonal. Solo entonces se formó tal silencio que pude escucharla hasta donde yo estaba.

 

-me enfrentan o me obedecen, pero nadie se larga sin tomar una de esas decisiones.

 

Era demasiado… demasiado radical, y también irreal ¿realmente estaba segura de salir con vida al enfrentarse solo ella a toda esa muchedumbre? Mi corazón brincó, como si gritara, sentí temor, pero también recordé sus palabras: “ya no hay nada que me detenga Shizuru”, tal parecía que hablaba en serio e incluía a una multitud de personas en su contra. Respiré profundo, mientras todos estaban quietos, mirándose entre ellos. Tardaron unos momentos en decidir, pero de entre la multitud salió un hombre que levantó una de las espadas y fue corriendo a atacar a Natsuki, segundos después caía al suelo el cuerpo y luego la cabeza. Será una masacre si siguen oponiéndose me dije, mirando, brevemente a un lado, entonces descubrí que, a lo lejos, se formaban hileras de soldados que rodeaban al gentío sin que éste se percatara.

 

Volví a llevar la mirada a Natsuki. Ella de verdad no iba a dejar que se fueran impunes. Iba a ser un escándalo… necesitábamos mediar, negociar con las personas, pero ¿Cómo podía lograr que hiciera eso, teniéndola ahí, enfrentándose a la gente? Me llevé una mano a la frente y suspiré, con los ojos bien abiertos, viendo como otro hombre tomaba una de las espadas y al poco rato caía muerto. Así como esos primeros dos, hubo seis más hasta que la gente, poco a poco comenzó a retroceder y otros más salieron corriendo para finalmente encontrarse con los soldados, quienes actuaban como un muro, un muro que si te acercabas mucho desenvainaba una filosa espada. No pasó demasiado tiempo para que se volvieran a escuchar embravecidos gritos. La gente se volvió contra Natsuki para enfrentarla, todos juntos, pero Natsuki los cortó sin queja y sin ayuda alguna, no importaba cuantos la atacaran, parecía escurrirse y luego cortar cuellos o torsos de un solo tajo, dejando al final, a aquellos que no se atrevían a levantar una espada y que no querían enfrentarla. Se había acabado la valentía inicial que daba la ira, siendo remplazada por la sumisión e imploración. Fueron unos cuantos los que incluso se arrodillaron y exclamaban fidelidad al nuevo imperio, pero Natsuki nunca se mostró titubeante, mató a toda la aglomeración, sin dejar uno vivo.

 

Mas tarde, cuando nos volvimos a reunir para el almuerzo, luego de que se aseara, yo le pregunté porque lo había hecho, por qué había matado incluso a los que se habían arrepentido y le juraban lealtad. Ella negó con una sonrisa torcida.

 

-ahí no había verdadera lealtad, volverían a hacerlo, ahora o después, es lo mismo -respondió.

- ¿Cómo estas tan segura? ¿no crees que merecían una oportunidad? ¿Qué merecían vivir? Talvez estaban confundidos.

-no -respondió, contundente y tajante -y no me da miedo mancharme las manos, si a alguien no le parece que venga y haré lo mismo.

- ¿y si vienen todos? ¿y si el reino entero quiere enfrentarte? -ella ni siquiera pensó en su respuesta.

-les pasara lo mismo -yo me quedé un poco impactada por su respuesta, de la misma forma me encontré la mirada de Sir Kanzaki, quien también nos acompañaba -no me importa quedarme con solo unos cuantos Shizuru, no si son fieles a mí.

-su majestad imperial -dijo Sir Kanzaki -aquellos solo eran plebeyos, pero ¿y a los nobles?

- ¿es que no me escuchaste antes? Plebeyos o nobles, no sirven si no saben obedecer.

-pero los nobles no van a salir a las calles y llegar al palacio con gritos -dijo Sir Yuuichi, quien también nos acompañaba -ellos tienen diferentes maneras de actuar, incluso es posible que esa multitud fuera planeada por ellos.

-es cierto Sir Yuuichi, y será tu trabajo encontrar a quienes traten de fastidiarme.

- ¿yo, su majestad imperial? -Natsuki asintió.

-Kanzaki, quiero que llames al sacerdote, quiero que el estúpido sacerdote haga una ceremonia y llame a todos a jurarme lealtad.

-quizá solo juren falsa lealtad, su majestad imperial.

-por supuesto, pero por algo se tiene que empezar.

 

Por la noche, mientras Natsuki dormía a mi lado, yo meditaba profundamente sobre ella ¿siempre había sido así? ¿siempre habría tomado decisiones tan violentas? Me cuestioné mucho sobre ella, pero también recordé que, desde el principio, cuando la conocí, ella era una mujer poderosa que ejercía el poder de formas violentas, que era ella quien tenía todo el poder del reino y, en consecuencia, debía tomar decisiones difíciles, solo que quizás, yo no sabía hasta donde llegaban esas formas, quizás porque nadie hablaba de ello, quizás porque eso solo se veía en el campo de batalla o entre los muros de las mazmorras. Yo era ignorante sobre todas esas cosas atroces de las que no se hablan en la alta sociedad, la cual aparenta ser linda y sin problemas, o al menos, no con este tipo de problemas.

 

Capítulo 23.

 

Al tercer día de nuestra llegada, el desorden y las inconformidades de las personas estaban zanjadas, así que, de momento, la situación estaba tranquila, e inevitablemente me pregunté en qué momento mis padres solicitarían verme. Por otra parte, Natsuki comenzó a familiarizarse con el palacio, conocía a la servidumbre, pero ahora la conocería en una posición diferente, también comenzó a revisar los recursos a su disposición mientras Sir Kanzaki se hacía cargo de ir con el sacerdote para coordinar una ceremonia lo más próximo posible, además de hacer una lista de personas que mandaría a llamar para hacer el respectivo juramento. Mientras a Sir Yuuichi le daba una importante misión y a Sir Takeda le asignaba todo un ejército, a Sir Kanzaki lo utilizaba como un recadero, no pude evitar darme cuenta del castigo silencioso y aparentemente sutil que le estaba dando. A pesar de que en meses anteriores estaba molesta con él, no pude evitar sentir pena.

 

- ¿estás castigando a Sir Kanzaki? -le pregunté por la tarde, cuando nos reunimos en uno de los múltiples salones que estaban exquisitamente adornados, obviamente quería pasar tiempo con ella y ella así también lo quería, así que acudió al salón con papeles en mano, pero sin asistentes.

-me has descubierto -ella sonrió. Yo simplemente le hice la pregunta para confirmar mis suposiciones.

- ¿es por aquello que te dije de él? ¿lo del embarazo? -ella leía unas cosas, pero terminó bajando los papeles.

-talvez… -yo suspiré, seguramente ya se había enterado que él la estaba supliendo, a cualquiera le causaría molestia que le sustituyan.

-creo que fue un poco engreído de su parte tomar tu lugar, pero quizá la Reina pensó que él era la mejor opción, ya que era tan cercano a ti… -noté como descansaba la mirada en los papeles, pero no los leía.

-realmente… es muy interesante que no me lo hayas dicho antes -sí, definitivamente estaba molesta con Sir Kanzaki por eso y ahora, me hacía sentir culpable de no decirlo antes.

-lo siento, no hubo mucho tiempo y es una de las cosas que menos me pasó por la mente -ella asintió.

-de todas maneras, no me molesta tanto que me reemplazara -retomó sus papeles -es una decisión bastante lógica -ahora parecía realmente no importarle -pero me molesta bastante que te haya ignorado varias veces -levanté las cejas en sorpresa ¿Cómo lo sabía? -tiene suerte de solo haber sido grosero, si te hubiera tocado solo un cabello lo habría asesinado nada más verlo -su voz era tranquila y bastante controlada, pero lo suficientemente seria como para saber que no era una broma.

- ¿Quién te dijo que me ignoró? -pronto volvió a sonreír.

-las doncellas hablan mucho -misterio resuelto, la lengua de las doncellas.

-entonces ¿seguirás molestándolo con esas tareas tontas? -ella solo sonrió - ¿hasta cuándo?

-creo que hasta que le encuentre otro uso.

 

Natsuki estaba siendo infantilmente cruel con Sir Kanzaki, me parecía un castigo innecesario, pero por lo visto no había forma de sacarlo de aquella situación. Más tarde, poco antes de pasar al comedor para la cena, apareció uno de sus asistentes, uno que desconocía y que portaba la vestimenta del ejercito Oeste. Este sujeto le notificó que habían llegado mensajes del territorio Oeste donde solicitaban información de la campaña y de la Reina, por lo que acudía a Natsuki para saber que debía responder.

 

-di que todo ha salido bien, que el Reino Este nos pertenece, que ninguno de los comandantes diga otra cosa, planeo que pronto marchemos para que reclame lo que me pertenece, pero no quiero que haya alboroto, no hasta que regrese ¿entendido?

-sí, su majestad imperial -el sujeto, que más era un muchacho que un hombre, salió del salón.

- ¿así que ya estas planeando ir allá? -le dije en un tono ligeramente molesto, ella sonrió con culpa.

-aún no he planeado nada, tenía que decirle eso -luego suspiró -pero es cierto que tengo que ir… vendrás conmigo, ¿verdad?

- ¿yo? -antes había mencionado algo como esto, pero, no creí que lo mantuviera - ¿ir hasta allá?

-Shizuru, no pienso volver a separarme de ti, a menos que tú lo quieras…

-por supuesto que no, es solo que nunca he viajado en barco -pronto ella volvió a sonreír y me sentí manipulada, sin embargo, por alguna extraña razón, no era la clase de manipulación que me molestaría, quería estar con ella y me gustaba que ella quisiera lo mismo.

 

En los días siguientes la dinámica fue casi igual, ella pasaba las mañanas muy ocupada con secretarios, asistentes y funcionarios, pero después del almuerzo pasaba las tardes conmigo y la niña, solo nosotras y de vez en cuando venía Haruka a tomar el té, en alguna ocasión quise preguntarle a ella que sabía de mis padres, por qué aún no habían hecho acto de presencia, pero por otra parte, no sabía que es lo que me dirían cuando vieran a Natsuki y la niña, seguro ya lo sabían y si no habían intentado comunicarse, era por alguna razón, quizá estuvieran molestos por el engaño y eso me hacía querer evitarlos.

 

-Kanzaki -en una de esas tardes que Haruka llegó para el té de la tarde, por alguna razón Sir Kanzaki la escoltó hasta el salón, y contrario a lo esperado, no fue despachado inmediatamente por Natsuki.

- ¿sí, su majestad imperial? -yo tenía a la niña conmigo y me extendió los brazos para cargarla.

- ¿no crees que mi hija es una preciosidad? -le dijo, ya cuando la tenía en los brazos -acércate a mirarla bien -noté un rictus en su frente, una breve expresión de incomodidad.

-por supuesto, su majestad imperial -entonces se acercó. Momentáneamente, Haruka y yo nos vimos a los ojos, quizá pensaba lo mismo que yo.

-dime Kanzaki ¿a quién se parece más? -se notaba como Sir Kanzaki contenía el aliento mientras apreciaba a la niña.

-a usted, por supuesto, su majestad imperial -Natsuki estaba disfrutando de molestar a Sir Kanzaki, Haruka y yo lo sabíamos.

- ¿ya sabes como la hemos llamado?

-por supuesto, su majestad imperial, la ha llamado como su madre, puedo notar el parecido.

-heredado de mí, por supuesto.

 

Tal parecía que Natsuki no iba a dejar pasar la ofensa, en parte me parecía entender lo que estaba dando a entender, Sir Kanzaki había desconfiado de mí y me había ofendido, esto sin olvidar el hecho de que no había acatado mis órdenes y me había ignorado, de modo que ahora Natsuki tomaba venganza restregándole el parecido. Fútil y a la vez, gracioso.

 

-me gustaría saber cómo lo logró, su majestad imperial -claro que, como toda persona, Sir Kanzaki también se defendería, aunque de un modo muy sutil.

-Kanzaki -Natsuki le dio una sonrisa -hay cosas que ni siquiera tú sabes de mí.

 

Por supuesto que no le contestó. Era algo obvio sabiendo que ni siquiera antes le había contado sobre su habilidad con la hechicería, aunque notando las anormales habilidades físicas que poseía Natsuki a la hora del combate, no comprendo cómo podía no saberlo o sospecharlo.

 

-por cierto ¿ya mandaste los mensajes para la ceremonia?

-me complace decirle que ya todo está listo, su majestad imperial.

 

Justo tres días después fue la ceremonia, en la que por supuesto, tuvieron que acudir mis padres, y aunque no lo esperaba, también acudió mi anterior pretendiente. Sinceramente, me temí que Natsuki lo tratara con desprecio o que provocara algo, pero ya que Homura aún no era el regente de su territorio, sino su padre, nunca tuvieron por qué verse de frente, no así con mi padre, quien a la hora de ser nombrado para presentarse ante Natsuki, tardó un poco más de lo deseado para colocarse frente a ella, hincar una rodilla y jurar fidelidad, todo esto sin mirarme. Estaba, definitivamente enfadado. Cuando al fin terminó la procesión de terratenientes, pude levantarme del asiento que estaba junto al de Natsuki e ir a hablar con él.

 

-su majestad imperial -dijo nada más verme, me saludó con toda la formalidad posible.

-no hay necesidad de tanta formalidad -le contesté, reprimiendo un suspiro -así que dime ya tu molestia -él frunció el ceño.

-me mentiste -externó, yo creí que lo negaría y no diría nada.

-sí -contesté -y tú sabias que no había elección.

-pero esto… -casi podía felicitarme por esa respuesta, él sabía que yo tenía razón -y luego el embarazo…

-sabiendo las cosas ¿no te imaginas porque se los oculté? -entonces se acercó lo más que pudo y me hablo muy bajo al oído.

- ¿de quién es la criatura? -uno más que pensaba lo mismo que Sir Kanzaki.

-cuida que lo que acabas de decir jamás lo escuche Natsuki, le está fastidiando la existencia a Sir Kanzaki y él ni siquiera lo dijo tal como lo mencionas tú.

-es que…

-por cierto, no he visto a mi madre, espero que se esté comportando bien.

 

Sentía que ya no quería mentirle a él, quería decirle cosas que entendía bien que no podían ser reveladas a nadie, ni siquiera a él, así que preferí cambiar de tema, después de unos momentos, en los que me miró en silencio, pareció comprender que no se podía hablar de estas cosas en un sitio como este, aunque para mí, no sería ni en este lugar ni en otro.

 

El resto de la ceremonia ocurrió en perfecta calma, ninguno de los asistentes habló de más o se negó a jurar lealtad, y yo entendí que no era porque les convenciera la nueva dirigente, quizá incluso estaban inconformes, pero nadie hablaría de ello abiertamente, no sabiendo las cosas de las que era capaz Natsuki, no sabiendo que ella sola se había encargado de una turba de sediciosos y tenía a su disposición dos grandes ejércitos, solo un estúpido se negaría a cooperar. Recordé entonces que Natsuki le había encomendado la tarea a Sir Yuuichi de investigar a las personas que estuvieran en su contra, obviamente podía imaginarme qué es lo que les esperaría a las personas que encontrara Sir Yuuichi y me preguntaba… ¿no está yendo demasiado lejos? ¿no es demasiado? Necesitaba encontrar una forma de hacerla cambiar de opinión, de tomar medidas más suaves, si no, tarde o temprano las personas, y no solo los terratenientes, se levantarían en su contra, en nuestra contra y Natsuki no era invencible, por muchos hechizos que conociera.

 

Algunos días después, después de que acudiera Sir Yuuichi para reportarle que aún investigaba, le pregunté qué es lo que haría cuando él terminara de investigar y encontrara a algunas personas, quienes quiera que fueran, que en secreto estuvieran en contra del nuevo imperio, por desgracia, ella solo me sonrió.

 

- ¿los mandaras a matar? -le pregunté, directamente y sin rodeos.

-morirán, sí -admitió -pero no tienes por qué preocuparte de eso, se hará de forma discreta, te lo aseguro.

-Natsuki, no puedes hacer eso, ningún reino o imperio está libre de personas que estén en contra, siempre hay alguien quien no comparte tus ideas, y no por ello se le tiene que asesinar.

-es cierto -suspiró, cansada al parecer -tienes mucha razón, pero entre menos obstáculos haya, más fáciles serán las cosas, Shizuru, ¿te parezco alguien de mente débil?

-no -supe por dónde iría con ese comentario -por eso puedes tolerarlos.

-no se trata de ser tolerante, se trata de hacerse cargo y tomar las decisiones difíciles, ya sea un ejército o un imperio, siempre se trata de tomar decisiones, solo que muchos son hipócritas y no quieren ser juzgados por las decisiones difíciles.

-no es que vayas a ser juzgada, es que la gente no soportará ser presionada de esa forma -ella tomó impulso para responder y antes de que lo hiciera continué hablando -solo, quiero que lo pienses ¿de acuerdo? Piensa en lo que te estoy diciendo y luego toma una decisión, una menos apresurada -cerró la boca y miro momentáneamente la taza de té en la mesa.

-está bien… -su voz sonaba como que no quería ni pensarlo, pero me quedé con la esperanza que confería su respuesta.

-su majestad imperial -momentos después, una doncella se aproximó desde otra entrada a la habitación -me comunican que Sir Sakomizu pide verla.

- ¿Sir Sakomizu? -preguntó con extrañeza - ¿no lo habías mandado a buscarme? -yo asentí.

-quizá ya regresó -entonces me dirigí a la doncella -dile que lo veremos…

-tráelo aquí -termino ella - ¿no te molesta?

-en absoluto -creí que sería mejor atenderlo en un salón, pero al final de cuentas, que Sir Sakomizu viniera hasta un salón de té privado me tenía sin cuidado. La doncella se marchó y un rato después regreso con Sir Sakomizu, quien al ver a Natsuki, se le iluminó la cara.

- ¡entonces es cierto! ¡oh su señoría…! ¡quiero decir…! ¡su majestad imperial! -el hombre casi se tumbó a suelo sollozando, mientras, Natsuki sonrió soberbia -la busqué por tanto tiempo y yo… ¡ya estaba perdiendo las esperanzas! -decía Sir Sakomizu a punto de derramar las lágrimas.

-está bien, siempre estuve bien, ahora cuéntame lo que has andado haciendo -a pesar de esa sonrisa engreída, noté como Natsuki se relajaba con este hombre de una manera diferente, pues había entre ellos una cierta familiaridad, creo que confiaba más en ese hombrecillo de lo que confiaba ahora en Sir Kanzaki. Pobre Sir Kanzaki.

 

Posterior a los saludos y las aclaraciones sobre cómo había sobrevivido Natsuki, Sir Sakomizu le contó sobre su segunda incursión en el Reino Oeste y cómo, igual que la vez anterior, volvía con las manos vacías, eso hasta que se presentó en el castillo y le notificaron que Natsuki había vuelto, de manera que no hizo parada alguna y vino directamente hasta el palacio para comprobar con sus propios ojos que era verdad.

 

-Sakomizu, ahora que estas aquí quiero pedirte un favor, después de todo, tú siempre has estado de mi lado y sé que jamás me traicionarías.

- ¡por supuesto que no! ¡jamás pasaría por mi mente algo similar!

-necesito que me sustituyas mientras voy al Reino Oeste.

 

Parecía apresurado, pero con la llegada de Sir Sakomizu, Natsuki encontró a alguien confiable y eficiente que pudiera tomar buenas decisiones mientras ella marchaba a tomar lo que, en sus palabras, le pertenecía. Por un momento me sentí molesta, ¿Por qué no me lo pedía a mí? Yo podía hacerme cargo, yo estaba en el mismo nivel que ella en cuanto a jerarquía, ¿Por qué a Sir Sakomizu? Aunque quizás ya conocía la respuesta, quería escuchar que no era porque pensara que yo era incompetente. Por la noche, en cuanto nos acostamos, se lo pregunté.

 

-es obvio por qué -su voz era muy seria en ese momento -no quiero que vuelvas a estar lejos de mí.

-pero vas a volver y entonces estaremos juntas -ella negó - ¿no vamos a volver?

-no, me refiero a que no voy a volver a separarme de ti y no hay nada que me haga querer hacer lo contrario -yo suspiré.

-entonces ¿Cuándo quieres que nos marchemos?

 

Aún no tenía los resultados de la investigación de Sir Yuuichi, pero Natsuki necesitaba irse cuanto antes para reclamar el territorio, así que dejó que la investigación continuara y nos marchamos una semana después. Para mi sorpresa, Sir Kanzaki nos acompañó. Cuando vi que él se aproximaba al barco en el que viajaríamos y dos mozos cargaban un baúl tras de él, no pude hacer otra cosa más que sorprenderme, habría jurado que lo dejaría haciendo alguna tarea inútil. ¿Quizá ya lo ha perdonado? O quizá busca seguir fastidiándolo… por ello, en cuanto tuvimos un momento a solas en nuestra modesta habitación, no dudé en preguntarle.

 

-no es que me moleste, pero ¿Por qué has traído a Sir Kanzaki? -dentro de la habitación había una ajustada cama, un escritorio y una mesa en la que podíamos sentarnos cómodamente en lugar de los sillones de siempre.

-a decir verdad… -ella exhaló con cierto pesar -después de que mandé a hacer los preparativos, Kanzaki estuvo suplicándome para venir… -yo alcé las cejas, sorprendida, imaginándome a Sir Kanzaki arrastrándose más de lo que ya lo hacía para complacerla.

-tuvo que ser muy persistente para convencerte.

-hasta el punto de ser patético -admitió ella, con un ligero toque de molestia en sus palabras.

 

Pobre, pobre Sir Kanzaki, no imagino que tanto se había humillado a sí mismo para poder estar aquí… aunque, a decir verdad, me alegraba tener un rostro conocido en medio de tantos hombres desconocidos, después de todo, aunque nos acompañaban cuatro doncellas y las dos niñeras, no eran tantas como ya estaba acostumbraba a ver.

 

Por otra parte, sabía que el viaje hasta el Reino Oeste duraba casi una semana, así que subí al barco con cierta resignación, pues, aunque me resultaba emocionante subir a un barco por primera vez, no quería pasar tanto tiempo a bordo de uno con la posibilidad de que un dragón o alguna bestia marina nos atacara, después de todo, sabia, por muchos comentarios que había escuchado a lo largo de los años, que era muy incómodo permanecer largos periodos en un barco, sin embargo y para mi sorpresa, Natsuki tenía hechizos para cualquier cosa, tanto como para tener agua limpia al instante, como para calentarla o secarse, hechizos bastante útiles que hicieron de la travesía, un viaje no tan incomodo como llegué a pensar, aun a pesar de traer a la niña y sin bestias, cabe añadir; además, me platicó que había utilizado hechizos para mejorar los vientos y despejar las nubes, así que el viaje duró la mitad de lo esperado. Cuando finalmente llegamos, ya había una comitiva esperando en el puerto. No era de extrañar, seguro habían visto los barcos a lo lejos y se dio la noticia, pero me causaba inquietud lo que ocurriría al desembarcar.

 

-no hay nada de qué preocuparse -me dijo, en ese momento estábamos en la popa del barco, con mayor altura y visibilidad -te colocaré varios hechizos, no podrían matarte ni aunque quisieran.

 

Aunque mi preocupación no venía por un ataque hacia mi persona, de hecho, no era lo que me causaba inquietud, lo que me generaba esta ansiedad es que la gente se negara a la regencia de una persona nueva y, por lo tanto, hubiera más disturbios que terminaran en una batalla. No conocía a esas personas, sin embargo, no era razón para desearles el mal, no quería que hubiera muerte y violencia, pero, ya atendiendo a las palabras de Natsuki… ¿serían capaces de atentar contra mi vida? ¿contra la vida de nuestra hija? Enseguida volví a verla, ella estaba en los brazos de Rosalie.

 

-no tienes que preocuparte -me dijo en seguida, quizás había visto hacia donde había vuelto a ver -le he colocado hechizos suficientes -entonces se acercó más y me habló en tono confidencial -nadie volverá a ser un problema para nosotras, te lo prometo -después, susurró palabras extrañas que pertenecían a los hechizos que estaba aplicando sobre mí, al terminar, no me sentí diferente de antes, así que era difícil saber si habían hecho efecto o no.

 

Poco después de aplicar los hechizos y ver como poco a poco el barco se acercaba a los muelles del puerto, Sir Kanzaki subió las escaleras hasta donde estábamos, mirando en la misma dirección. Se mantuvo callado pero expectante, supongo que se sentía de la misma manera en la que me sentía yo, aunque no sabía si él se estaría preocupando por mi hija. Como fuera que fuese, pronto el barco llegó al muelle y los marineros se ocuparon de atrancar y sujetar bien las velas para que se detuviera por completo la nave, después, cuando todo el barco estuvo relativamente quieto y bien asegurado, se colocó un pequeño puente que nos dejaría bajar, fue entonces cuando ella me ofreció su mano en un mudo “vamos”. Bajé tras de ella, tomándome de su mano y de Sir Kanzaki para bajar en una pieza. Cuando por fin estuvimos sobre el piso del muelle, los que nos recibían tenían la duda plantada en sus rostros, pero nadie atinaba a decir algo. Finalmente, un pequeño hombrecillo se acercó.

 

-excelencia -dijo mientras hacia una reverencia - ¿Dónde está su majestad? ¿se ha quedado en el nuevo territorio? -miré a Natsuki, quien se le quedo mirando en silencio y sin expresiones, después de unos momentos soltó mi mano y se acercó lentamente a el sujeto.

- ¿olvidaste lo que te había ordenado? -obviamente saltó la confusión en el rostro de todos los que estábamos ahí, tanto de la gente que estaba del otro lado, recibiéndonos, como de Sir Kanzaki y yo -sacerdote, canciller y… todos ustedes, sean quien sean, la respuesta es sí, su majestad se quedó en el nuevo territorio -entonces, mientras contestaba tomó por el cuello al sujeto, el hombre se sorprendió, pero reaccionó inmediatamente, llevando sus manos a aquella que lo sujetaba -no creo que vuelva porque está muerta ¿alguna objeción? -entonces se alcanzó a oír a través de la mano que sostenía el cuello, como algo se rompía; fue un crujido mientras la expresión del sujeto era tensa y babeante, dejando escapar un breve quejido. No pude hacer más que sorprenderme, abrí tanto los ojos como mis parpados me lo permitían, ya había visto morir a hombres y mujeres en el anterior altercado, pero no había visto morir a nadie tan cerca. Estaba, por demás y en sobre manera, impactada. Y por supuesto, no era la única, todos a nuestro alrededor estaban callados al ver lo ocurrido, solo volvimos al presente cuando el cuerpo del hombre azotó contra la madera del muelle.

-por supuesto que no -respondió rápidamente el sacerdote -si la Reina ha muerto, solo queda usted así que la ley dicta que…

-por eso he venido, solo quedo yo, pero tengo otras ideas…

 

Después de informar, si es que a aquello se le puede llamar informar, de la muerte de la Reina, todos los asistentes comenzaron a llamarla “su majestad”. Seguramente por dentro estarían escandalizados por el repentino asesinato de aquel hombre, pero temiendo que les sucediera lo mismo no decían nada, o quizás, por lo que tenía entendido, ya estarían acostumbrados a sobre entender que los miembros de la familia real se asesinaban entre ellos, y comprendían que mientras se sometieran a su voluntad, como siempre se hacía, estarían a salvo. De cualquier modo, todas esas personas se adaptaron al cambio muy fácil y rápido, sin poner alguna objeción, de hecho, pronto comenzaron a halagarla mientras Natsuki caminaba conmigo fuera del muelle, ordenando rápidamente un carruaje para ella, despuestos a servir de tapete para que Natsuki pasara sobre ellos de ser necesario. Eran personas sin un gramo de dignidad, maleables y adaptables a la situación.

 

Mientras llegaba el carruaje que había solicitado, aquellas personas hacían preguntas simples, ¿Cómo ha marchado la campaña? ¿Cuántas bajas ha habido? ¿Cuántos días le había llevado tomar la ciudad…? Y cuando Natsuki respondía aquellas preguntas simples, alababan demasiado los resultados, era tan notoria la zalamería que resultaba molesta, pero Natsuki no decía nada, simplemente se mantenía en silencio, escuchando y con una expresión neutra en su rostro, me hacía preguntarme ¿Qué estaría pensando? ¿les estaría creyendo? ¿por dentro se estaría dejando llevar por la adulación de esas personas? Al mirar su rostro no podía saberlo con certeza y ellos aún menos, así que se esforzaban aún más por obtener algún tipo de reacción positiva en su rostro, algo que jamás consiguieron.

 

De cualquier modo, cuando llegó el carruaje se despidió y los citó más tarde para hacer las correctas modificaciones, ahora que la regencia recaía en ella. Pronto subimos al carruaje ella, Sir Kanzaki, Rosalie con la niña y yo; al cerrarse la puerta y que el carruaje comenzara a caminar, se hizo el silencio, pero tras unos metros recorridos, Sir Kanzaki finalmente habló.

 

- ¿sí se da cuenta, su majestad imperial, que le están adulando descaramente?

-por supuesto Kanzaki -respondió con cierto tedio en su voz -cualquier miope con un poco de intelecto lo notaria.

-usted odia esas cosas ¿Por qué no les dijo algo? ¿Por qué no los detuvo?

-quiero ver que tan bajo se arrastran… -y eso dio como respuesta a todas esas preguntas -aunque a mi percepción, todos en este reino son escoria que no pueden caer más bajo de lo que ya están… pero, pueden ser útiles.

 

La respuesta era simplemente imposible… o quizá, increíble. En ese momento sentí ganas de objetar, las personas no eran simplemente útiles, no podía simplemente usarlas, pero en lugar de decir algo guardé silencio, no era el momento, hablaría con ella más tarde, a solas. Sin embargo, conforme el carruaje avanzaba y transitábamos por las calles de aquella extraña ciudad, imaginé a Natsuki por aquí, recorriendo estas calles, atada a una fidelidad impuesta, raptada y usada, sin ninguna otra opción más que ser leal o morir en el cadalso. No es que estuviera directamente justificándola, pero yo estaría resentida con estas personas… quizás Natsuki manejaba sus emociones de una manera diferente, quizá no estuviera resentida, pero menospreciaba a la gente que le había retenido y por supuesto, planeaba utilizarles de forma eficiente, tomando venganza de esa manera, una venganza muy asertiva desde el punto de vista de un gobernante, hacer a un lado las emociones y tomar lo bueno que tenía a su disposición para lograr un buen resultado… ¿desde cuándo Natsuki tenía esa habilidad? No la menospreciaba, pero… una persona tan impasible no me habría raptado por simple amor, y esa era la persona que yo había conocido, alguien que hacía uso de sus capacidades para ser feliz, en cierta forma, un poco egoísta, pero no al punto de ser cruel y violenta, daba la impresión de que ahora que tenía poder, no habría limites sobre qué hacer, sumando a eso su habilidad con la hechicería… podría ser alguien verdaderamente temible.

 

Sin darme cuenta había comenzado a retener el aire, tenía mis hombros tensos y mis manos apretadas, solo la llegada al palacio me sacó de mis pensamientos e hizo que dejara de estar tensa. Subí mis ojos hasta ella, aún miraba por la ventana con una expresión calmada. Mi única opción, si es que ella comenzaba a perder la noción de los límites, era presionar para ejercer limites sobre las cosas que hacía.

 

Al bajar del carruaje ya estaba el sacerdote antes visto, quien presuroso se mostró dispuesto a servirle a Natsuki de tapete, si es que ella así lo quería. El hombre, quien estaba dispuesto a servir y halagar incluso lo imposible, también estaba curioso sobre nosotros, así que cuando tuvo la mínima oportunidad preguntó, Natsuki no tuvo reparos en responder, y cuando supo quién era yo no dudó en desbaratarse en halagos para mí. Llegaba a ser, ciertamente insoportable, pero lo resistí con una sonrisa, entonces recordé lo que había dicho recién Sir Kanzaki, significaban entonces sus palabras ¿que Natsuki antes había dicho algo sobre ese tipo de actitud? ¿y a quién? ¿debería yo decirle algo sobre eso? Mi mente y mis costumbres me gritaban que debía moderar mis buenos modos, pero de pronto surgió ¿y por qué? Porque antes siempre estuve en una posición inferior, así que debía cuidar cada aspecto de mí frente a alguien que estaba por sobre mí, sin embargo, ahora era yo quien estaba en la cima del estatus y finalmente, podía ver los peligros de esta posición, podía actuar como se me antojara, pero todos juzgarían mis actos, del mismo modo juzgarían los actos de Natsuki, sin embargo ¿Qué era un juicio ante la certeza de un poder ilimitado? Nada más que una incomodidad.

 

No se me había educado para gobernar, no se me había instruido en algo más que el manejo de una propiedad o los asuntos económicos de una región, el recaudo de impuestos y el pago correcto a la milicia, era un tipo de gobierno de bajo calibre tener bastas tierras, ya que al final, se debía dar cuentas a una persona que estaba mucho más alto en cuanto a poder y estatus, así que no había un correcto punto de comparación, pero sí había algo que sabia con certeza, no puedes presionar injustificadamente a las personas y ese era el punto donde se debía tener moderación, ese era el punto de referencia para seguir presionando o parar.

 

-por favor, contenga su emoción eminencia, acaba de conocerme -habiendo pensado en todo lo anterior, decidí acabar con su zalamería, pero de forma cortés.

 

Pareció tomarlo con humor y volvió a circular alrededor de Natsuki. A estas alturas habíamos llegado al palacio, el cual, por supuesto, era esplendido, era sumamente ostentoso, pero en una manera diferente al que había en el Este. Fue interesante de mirar y conocer, y por supuesto, aunque seguramente Natsuki ya lo conocía, el sacerdote ofreció un recorrido por el lugar. Horas más tarde, las mismas personas que nos habían recibido en el puerto se presentaron en un salón de tamaño moderado, pero al final, llegarón más personas a la reunión, me pregunté quienes serian, así que desde mi sitio miré a Natsuki para tratar de saber si ella sí los conocía, pero tenía casi la misma expresión de calma de hace horas, quizás también le eran todos completamente desconocidos, pero no le importaba.

 

Después de un rato moderado, un presentador fue nombrando a los asistentes uno a uno con sus respectivos cargos u estatus. Había funcionarios, jefes de comercio, terratenientes y un largo etcétera los que se habían reunido, cuando finalmente terminó de presentar a todos los asistentes, Natsuki los saludó y se presentó, para después comunicarles que había decidido funcionar ambos reinos en un imperio, misteriosamente, nadie presentó resistencia alguna.

 

-entonces ¿Qué pasará con las campañas en el norte? -preguntó el asistente de Natsuki que anteriormente le llevó un informe, un hombre joven que aún se notaba inexperto.

-esas campañas representan ingresos para el naciente imperio, por supuesto que es necesario llevarlas a cabo.

 

Una cosa más que no había dicho antes… una cosa más de la que hablaría con ella en la noche. Ya había tantos puntos a tratar a solas que comenzaba a sentirme cansada, de hecho, me sentía cansada, no habían transcurrido muchas horas desde nuestra llegada y ya estábamos atendiendo una audiencia, aunque fuera con personas importantes. A pesar de mi cansancio y agotamiento mental, mantuve mi buen rostro y serenidad, hasta que al cabo de tres horas se terminó la audiencia. En aquella audiencia Natsuki tuvo que destinar un horario para cada uno de los asistentes que tenía que hacer modificaciones debido al nuevo régimen, por lo tanto, estaría bastante ocupada en los próximos días.

 

Cuando toda esa gente por fin se marchó y pude levantarme de aquella incomoda silla, era ya casi la hora de la cena y por supuesto, me topé con que aquí había platillos diferentes, algo en lo que no había pensado. Después de ver el platillo y tratar de descubrir que era lo que estaba por llevarme a la boca, reprimí un suspiro de cansancio. Tuve ganas de preguntar que era aquello, pero al ver a Natsuki comer sin reparos me atreví a hacer lo mismo, descubriendo que el sabor no era tan malo como podría imaginar al ver la comida. Cuando terminó la cena y nos retiramos a las habitaciones que nos habían asignado, nos encontramos con que la distribución era completamente diferente, la zona del palacio se dividía en dos sectores, de la cual me tocaba el ala este y a Natsuki el ala oeste, habiendo una serie de habitaciones que dividían y ponían distancia entre nosotras, esas habitaciones podíamos usarlas como quisiéramos. Me sentí repentinamente impactada, así que me giré a verla, encontrando por primera vez en el día, una expresión diferente.

 

-cambiaremos entonces como se hacen las cosas, tomaremos la habitación central, invirtiendo la colocación -dijo a la mujer, quien al parecer era la que estaba a cargo de administrar el palacio -ambas nos aseamos después de la cena, así que quiero que ya esté listo todo para cuando lleguemos y…

 

Natsuki dio una larga lista de especificaciones que seguramente le costaría trabajo recordar a la mujer, pero que con cierto estoicismo aceptó sin más. Sin embargo, por ahora y por esa noche, las cosas estaban ya dispuestas para habitaciones específicas y se tardaría un tiempo considerable en hacer todos los cambios. Natsuki tomaba aire para replicar y antes de ello yo interrumpí.

 

-está bien, por hoy no hay problema -le contesté a la mujer -te veo más tarde -le dije a Natsuki y comencé a caminar en la dirección que me había dicho la gobernanta.

 

Puede que no tuviera mucho sentido, pero así se hacían las cosas en este lugar y ya quería acostarme en una cama decente, sin embargo, las sorpresas no paraban de llegar, pues al entrar en la habitación me encontré con nuevas doncellas que por supuesto, no conocía. Mi fatiga mental se incrementó ¿ellas me asearían? ¿Dónde estaban las cuatro doncellas que habían venido con nosotras? Estuvé a punto de sentir vergüenza, pero me sentí demasiado cansada como para detenerme a sentir vergüenza, así que levante los brazos y dejé que hicieran su trabajo sin mirarlas a los ojos, escuchando sus presentaciones y asintiendo a lo que decían. Cuando se terminó el aseo, hubo por fin calma y paz, entonces me arrojé a la cama. “Solo unos minutos” me dije, cerrando los ojos para descansar la vista, lo siguiente que ocurrió fue que desperté en medio de la noche en una habitación que estaba a oscuras. Me levanté un poco y descubrí que ya estaba bajo el cobertor, con Natsuki durmiendo a un lado.

 

Finalmente me permití suspirar. Ella me había metido a la cama y se había quedado aquí, seguramente vino cuando no fui yo a verla como le había dicho. Volví a recostar la cabeza en la almohada y giré un poco a mirarla, ahí estaba ella, durmiendo con tranquilidad, como si no hubiera asesinado a un hombre frente a todos, como si fuera inocente… había mucho de qué hablar y yo me había quedado dormida, necesitaba ponerle limites, era algo que no podía esperar y, aun así, debí esperar hasta la otra noche para hablar, pues nada más al levantarse por la mañana ya tenía actividades por hacer. Mientras desayunábamos, me pidió que la acompañara, y aunque tuve la intención de hacerlo para poder estar bien enterada de la situación, tuve que decirle que me uniría a su reunión más tarde, quería ver a mi hija.

 

-oh, si, es verdad… debo verla también antes de ir -el motivo por el que quería y necesitaba verla, era para aplicarle algunos hechizos de protección, no sabía en que consistían y sabía que no se sentía uno diferente, ya que me aplicó los mismos hechizos antes de irse -nunca se es demasiado cuidadosa -y me guiño un ojo antes de desaparecer por la puerta.

 

Yo terminé suspirando, es una sinvergüenza, había cosas que me estaban molestando y, aun así, podía hacer gestos que agitaban mi corazón. Debo ser firme y no dejarme encantar por ese bellísimo rostro me dije, reprendiéndome internamente. Una vez que se hubo marchado, Rosalie, Akane y yo nos quedamos con la niña. Rosalie era una de las doncellas que siempre asistía a Natsuki y aparte era una de las niñeras, era sumamente confiable así que estaría con la niña todo el tiempo. Akane, por otra parte, se había ofrecido a asistir a las niñeras, no obstante, al final, Natsuki decidió que quería que solo las niñeras y las doncellas que nos habían acompañado se quedaran con la niña, ya que me parece que desconfiaba de la servidumbre del palacio. Pero eso hacía que nadie conocido nos asistiera tanto a ella como a mí. De pronto comencé a extrañarlas a todas, incluso a Youko, que últimamente me rehuía la mirada. Una lástima, me dije, no se sentiría incomoda si hubiera confiado en lo que le había dicho. Pero también me encontré echando de menos a Haruka y a Mai… miré entonces por la ventana, afuera el cielo estaba nublado y parecía que comenzaría a llover en cualquier momento… ¿Cómo pasaría el resto de mis días? ¿en audiencias? No es que estuviera mal, solo era un cambio y seguro que pronto volveríamos, pero de pronto hoy se sentían muy distantes aquellos días en que pasábamos las mañanas o las tardes platicando de cosas sin importancia.

 

Pronto, tal como me había imaginado, las primeras gotas comenzaron a caer, gotas grandes y pesadas, y luego un torrencial. Entonces me levanté y me despedí de las doncellas, acudiendo a la reunión de Natsuki con esa gente. Cuando llegué, era obvio que el solicitante de la audiencia no esperaba mi presencia, pues dejó de hablar por unos momentos y cuando Natsuki levanto una ceja, se apresuró a continuar. Me desplacé lentamente, pasando por detrás de Sir Kanzaki hasta llegar a un asiento que ya estaba preparado para mí. Desde ese momento y en adelante, estuve en todas las reuniones del día, a pesar de que no comenté ni me entrometí en alguno de los asuntos a tratar. Hubo una pausa para el almuerzo y después se continuaron las reuniones. Por la noche, volví a sentirme cansada; a pesar de no haberme entrometido en ningún tema, había puesto atención en cada palabra y fui conociendo como estaba constituido este reino, era diferente y podía decir con certeza que tanto Natsuki como yo estábamos aprendiendo sobre este lugar.

 

Después del aseo, Natsuki y yo nos reunimos finalmente, a lo largo del día se habían hecho los cambios pertinentes y ahora teníamos una habitación compartida, como antes. Había dejado de llover y ya no hacia tanto viento como antes, así que todo estaba en calma, tal como el fuego en la chimenea. Yo llegué antes a la habitación y aunque quería recostarme, me senté en un sillón blanco cerca de la ventana, esperándola, minutos después apareció ella con una tenue sonrisa, venia envuelta en una bata plateada, muy brillante, nunca le había visto puesta la prenda ¿sería un obsequio de algún comerciante? Le quedaba muy bien… espera, no te distraigas.

 

- ¿me esperabas? -me dijo ella y yo la miré con los ojos entornados ¿me estaba tratando de decir algo más?

-de hecho, sí -le contesté -ayer ya no tuve oportunidad… -se fue acercando hasta llegar al sillón en el que estaba sentada, pero no se sentó en el otro que había -quiero preguntarte sobre lo que ocurrió ayer -su sonrisa se fue y la confusión apareció -ayer asesinaste a un hombre, Natsuki, frente a todos.

-ah… eso… -finalmente tomó asiento -sí… no lo planeé, pero es que me desagradaba mucho ese sujeto, ya se lo había dicho, que no quería que me volviera a hablar.

-no es motivo suficiente -le contesté, con cierta severidad en mis palabras -debes tener más cuidado.

-ya sé que no es motivo, pero también era una muestra de mi poder -era una estupidez, pero también tenía lógica -quería que todos vieran lo que puede pasar.

- ¿una amenaza para los que acudieron? ¿no es suficiente con saber que tú eres la heredera? -ella se quedó pensando -además, les dijiste que la Reina había muerto y traías a todo un ejército contigo, es obvio a quien obedece ese ejército, con eso era suficiente.

-no para este tipo de gente Shizuru, son víboras, morderán en cuanto tengan la oportunidad, así que deben saber bien desde el principio lo que soy capaz de hacer -yo suspiré y miré fijamente mis manos ¿de verdad serian estas personas de esa manera? -escúchame, todo esto lo hago para protegernos, no se resistieron, pero no me convence la gente que accede tan fácil y rápido, así que debo tener todas las precauciones posibles.

-y la campaña en el norte ¿Por qué no me habías dicho sobre eso? -ahora sonrió incómodamente.

-oh eh… bueno, es que es verdad, es necesaria, ya sabes, para mantener ocupada a la gente con eso y tener recursos.

-no sabemos mucho de esos lugares, solo se sabe sobre sus puertos y algunos barcos mercantiles traen artículos, no tenemos por qué meternos donde no nos llaman, no tenemos problemas allí.

-por ahora, por ahora, es mejor dar el primer golpe Shizuru -me estaba topando con alguien bastante necia que para mí desgracia sabía bien como defender y sustentar sus ideas, me llevaba ventaja en cuando a conocimientos después de todo ¿sería verdad que solo por ahora no nos hacían daño?

- ¿Cuándo planeas llevarla a cabo? -terminé suspirando, en parte por frustración.

-tal vez para el próximo año, no soy tan impaciente, primero necesito información -yo asentí, de cierta forma, eso me dejaba en paz - ¿podemos ir a la cama? Puede que no lo parezca, pero estoy cansada.

 

Accedí y pronto nos introdujimos entre las sábanas, era ya tarde y comenzó la lluvia una vez más en ese día, me parecía sorprendente teniendo en cuenta que en el día anterior no había caído ni una gota, ¿se debería el buen clima a los hechizos que había realizado Natsuki para que las nubes se despejaran? Pronto se oyó un trueno en la lejanía, eso me trajo recuerdos. Era un clima similar, con lluvia, truenos y relámpagos cuando me raptó hacía ya poco más de un año. Quizá estuviera pensando en algo parecido, pues pronto se acercó y me rodeó con sus brazos, con mi espalda contra sus pechos, una sensación particular… luego sentí su respiración en mi cuello y finalmente, su lengua detrás de mi oreja. Es una completa sinvergüenza a la que me es muy difícil resistirme.

 

Unos días después, cuando se terminaron de ajustar los nuevos cambios, Natsuki pidió al sacerdote hacer una ceremonia para anunciar su nueva regencia y por supuesto, la elevación al grado de imperio a la fusión de ambos territorios.

 

-claro que sí su majestad imperial, en el momento en que disponga, me he estado preparando para esto.

 

Era un hombre regordete que todo lo decía con una sonrisa, dudar de él era una consecuencia lógica, más aún cuando se deshacía en halagos. Cada vez que lo veía las palabras de Natsuki volvían a mi mente, era obvio que no se les podía tener completa confianza, pero ¿tanta desconfianza? ¿estábamos, realmente, en medio del peligro? La respuesta llegó un día antes de la ceremonia del sacerdote, cuando nos llevaron el desayuno por la mañana. Recién nos habíamos levantado y nos sirvieron la comida, como todos los días, mientras las doncellas limpiaban y tendían la cama, yo iba a comenzar a comer cuando me detuvo.

 

-espera -me dijo de la nada y tomó el patillo que estaba frente a mi –tiene veneno.

- ¿Qué? ¿estás segura? -pronto volví a ver a las doncellas, quienes se habían detenido en sus labores y nos miraban, desconcertadas.

-por supuesto -tomo una porción y se la llevo a la boca, mis ojos se abrieron tan grandes como los de las mujeres a nuestro alrededor -tiene un ligero sabor agrio…

-si tiene veneno ¿Por qué…?

-ah no te preocupes, nada podría matarnos, pero aun así… -se giró a ver a las mujeres, cada vez más asustadas -el veneno era para ti…

 

Todas las doncellas fueron encerradas en mazmorras, todas aseguraban lo mismo, decían que solo habían llevado la comida de un lugar a otro, por lo que los miembros de la cocina fueron encerrados hasta obtener respuesta sobre el culpable. Mientras estuvieron encerradas no supe a qué fueron sometidas, pero puedo decir que seguramente no fue agradable. Al llegar la noche, nuevas doncellas nos atendieron y el personal de cocina fue reemplazado.

 

-seguramente querían frustrar la ceremonia de mañana -me dijo al acostarnos, obviamente le pregunté que habían descubierto ella y Sir Kanzaki.

- ¿asesinándome con veneno? -ella asintió.

-es obvio que la ceremonia se tendría que posponer… o quien sabe, pero es una afrenta muy clara Shizuru, y voy a saber quién fue.

-entonces, las personas que encerraste ¿aún no dicen quien fue? -ella negó.

-aún no… aún… pero lo van a decir, te lo aseguro.

 

No sabía que técnicas estarían usando, pero me daba la impresión de que no se sentarían a hablar con las personas hasta que dijeran las cosas por voluntad propia. Era una lástima y una pena, pero había sido su decisión, obviamente sabían las consecuencias. Al día siguiente, finalmente, se llevó a cabo la ceremonia sin ningún problema. Hubo muchos asistentes, no los recordaba a todos, pero si pude identificar a muchos de los que habían acudido a una audiencia con Natsuki. De cierta forma, ya que habían intentado sabotear la ceremonia, llegué a pensar que habría algún conflicto que la evitara, o al menos que enturbiara la situación, pero cuando pasaron las horas y llegó el momento de retirarnos, fue evidente que no sucedería algo. Solo entonces pude sentirme un poco más tranquila.

 

Posterior a la ceremonia llegarón obsequios de todas partes, personas que buscaban el favor de la nueva regente, pero Natsuki miraba los obsequios con cierto disgusto, aunque ocasionalmente alguno le sorprendía, sobre todo cuando se trataban de joyas o espadas. Pronto, conforme pasaron los días, dejarón de llegar los obsequios y cuando me di cuenta, ya habían pasado varias semanas desde que habíamos llegado, así que me pregunté ¿Por cuánto tiempo estaríamos aquí? No dudé en preguntárselo cuando tuvimos un espacio a solas.

 

-necesito encontrar a un suplente confiable -me dijo, tomándose de la frente en una actitud cansada -pero no tengo a nadie así aquí… -me quede repentinamente callada, no había pensado en ello y tal parecía que ella sí, era un problema -y aún tengo que resolver el intento de envenenamiento.

- ¿aún no has encontrado al responsable? -ella suspiró.

-no es eso, sé quién dio a orden, pero estoy buscando saber un poco más…

 

De modo que el viaje de regreso tendría que esperar un poco más. Aunque me molestaba permanecer en este lugar, en realidad no había una buena manera de hacer que regresáramos pronto, quizá debí preguntar desde antes cuanto tardaríamos, pero daba igual, porque si no tenía un suplente, no podía dejar el territorio tan fácilmente y por supuesto, ese suplente tendría que cumplir con ciertas características, debía ser, sobre todo, confiable. Además de que tuviera el respeto tanto de los hombres en el ejercito como de los terratenientes y demás miembros de clase alta. Por supuesto, no había nadie así, tomaría años encontrar a alguien así y yo no estaba dispuesta a esperar tanto tiempo.

 

- ¿y si dejas a Sir Kanzaki? -no sentía especial simpatía por él, pero en esta situación podía ser útil.

- ¿Kanzaki? No, todavía quiero molestarlo un poco más -me permití reírme un poco.

-puede ser de utilidad, has dejado todo el ejercito Este en las manos de Sir Takeda y a Sir Yuuichi le encomendaste una investigación importante, ¿Por qué no le dejas tu suplencia a Sir Kanzaki? -ella se quedó callada, mirando algún sitio al frente.

-no me agrada que me haya reemplazado antes, si tomó mi lugar con sus manos una vez, podría hacerlo de nuevo.

-creo que serían cosas diferentes.

 

Habíamos estado atendiendo asuntos con el nuevo canciller, cosas del nuevo sello y permisos que requerían ser leídos, aprobados y sellados, así que él había salido por unos momentos y ahora regresaba, de modo que volvíamos a estar acompañadas y los asuntos privados debían dejarse para después. Por la noche, finalmente, volvimos a tener un buen tiempo para nosotras y volví a tocar el tema, no estaba convencida, a pesar de lo mucho que me esforcé, así que no lo llamaría un éxito, pero al menos respondió:

 

-lo voy a pensar… -al menos no era una negativa definitiva -ahora vayamos a la cama ¿sí? -no, definitivamente no lo llamaría una victoria si después ella me sonreía con esa sonrisa engreída.

-prométeme que lo pensaras -le dije al levantarme del sillón.

-por supuesto, pero no ahora.

 

Fuimos a la cama, e igual que en noches pasadas, me rodeó con sus brazos y hundió su nariz en mi cuello, sentía ganas de más, pero ella quería esperar, me parece que sentía, de alguna forma, que debía reponerme después del alumbramiento, pues para ella aún no había pasado suficiente tiempo, aunque yo sintiera que sí, después de todo, no había estado enferma, pero tampoco podía obligarla; por otra parte, no me era especialmente incomodo estar en sus brazos, la sensación de ser abrazada me daba cierta calma y sentía que por fin, podíamos volver a las cosas donde las dejamos.

 

Capítulo 24.

 

Unos días después, las cosas ya habían tomado un cierto ritmo, así que se terminaron las audiencias con los funcionarios y se abrieron las audiencias a los ciudadanos comunes. Natsuki siempre tenía una expresión neutra, pero al tratar con la gente común, su actitud era completamente apática y desinteresada. No es que debiera tratarlos de forma especial, pero esas eran las personas que hablarían de ella y esparcirían tanto buenas como malas palabras, debía tener consideración, pero al parecer ese concepto había desaparecido de su mente.

 

-entonces tu vecino te robo una vaca… -respondió, mirando al techo.

-sí -dijo el humilde hombre que se presentaba, parecía sincero. Pronto, Natsuki tronó los dedos y se acercó uno de los múltiples asistentes.

-no estoy para resolver estas nimiedades ¿Por qué estoy atendiendo un asunto tan simple? -repentinamente el asistente se quedó sin palabras y comenzó a balbucear -ya cállate, que traigan al ladrón y córtenle una mano, si él miente que le corten la lengua, fin del asunto.

 

Ambos, el consultor y el asistente replicaron, pero los mandó a callar, llamó a Sir Kanzaki y le dijo que los sacara y que pasara al siguiente. Mientras se aproximaba la siguiente persona, aún lejos, yo me acerqué a ella.

 

- ¿no te parece que eso fue demasiado?

- ¿demasiado poco? o demasiado… ¿demasiado?, en realidad no me importa esta gente.

 

Ms bien, era demasiado sorprendente su capacidad para insensibilizarse con la gente, a tal punto en el que no le daba importancia a si sus castigos eran excesivos o justos, simplemente respondía como quería y hacia lo que se le antojaba con la gente humilde, aquellos más desfavorecidos y que necesitaban de mayor ayuda. Ella… no era así. Alguien que fuera de esta manera nunca habría rescatado a todas las chicas que servían en nuestro castillo, no le habría dado buenos contratos a la gente, no les hubiera ofrecido las facilidades para tener una casa o un negocio, ¿o quizás era porque eran personas de este territorio? Ya no podía saberlo, anteriormente nunca dio audiencias al público en general, así que no podía saber con exactitud, si era por las personas de este lugar, o por su estatus social, si el canciller le consultara algo, ¿respondería de la misma manera? En mi mente imaginé a Natsuki mirando a otro lugar mientras escuchaba la petición, ¿Por qué no podía imaginarla de otra forma ahora?

 

Estaba decepcionada. No es que hubiera tenido siempre una percepción favorable e impecable de Natsuki, pero al menos sabía que tenía una parte buena, una parte justa y al menos por ahora, era decepcionante ver que esa parte buena no estaba. Después de aquello, no volví a hablar en el resto de audiencias, las cuales no fueron muy diferentes e incluso, no sentí ánimos de conversar durante la cena, fue una cena silenciosa, a pesar de que también nos acompañaba Sir Kanzaki. Después de aquellas primeras audiencias, dejé de estar presente siempre que podía y preferí omitirlas para pasar el tiempo con ella por las tardes. Cuando terminaban las audiencias nos reuníamos para el almuerzo, luego ella atendía el papeleo en el salón o en la biblioteca, donde había donde sentarse cómodamente y tomar el té, pero yo sentía que podría mirar sus papeles en cualquier otro lugar y prefería atenderlos estando conmigo. De igual forma, un día mandó a llamar a Sir Kanzaki y le dijo que debían comenzar a planear la campaña en el norte.

 

-su majestad imperial… me dijo que faltaba mucho para eso, que solo había dicho que la llevaría a cabo para quitarse el tema de encima…

- ¿vas a quejarte o vas a hacer lo que te estoy ordenando? -el tono en que le habló a Sir Kanzaki era tan duro que podía lastimar.

-discúlpeme su majestad imperial, eso fue… inapropiado de mi parte…

 

Pude notar como trató de enmascarar sus expresiones, incluso, seguramente Natsuki también se daba cuenta como estaba tratando de camuflar su inconformidad y molestia, pero para ella seguramente le resultaría divertido, como una pulla más, sin embargo, había algo en la expresión tensa de su boca en conjunto con sus ojos fríos que no me dejó tranquila. Quizá no fuera más que una idea mía, pero, si bien antes estaba obedeciendo las ordenes de Natsuki con relativo fastidio y resignación, después de ese día, una inconformidad se asomada en cada expresión que le notaba hacer. No me dejaba tranquila, así que cuando tenía la oportunidad lo miraba sin que me viera y en nada ayudó que una tarde, cuando necesitaba usar el lavabo y saliera del salón que usábamos todos los días, lo vi hablando con otro sujeto que me era completamente desconocido, no llevaba uniforme o armadura, vestía humildemente y le hablaba muy cerca del oído.

 

La visión no me dejó tranquila por largos días, cada que lo veía, trataba de descubrir algo ¿Qué, específicamente? No tenía idea, quizá quería ver si lo que decía tenía congruencia con lo que expresaba, o si en base a sus expresiones podía notar si mentía o no, pero realmente, era un misterio saber que pasaba por su cabeza.

 

Aquello no me dejó en paz, me mantuve teniendo a Sir Kanzaki en la mente, distraída, hasta que una noche, cuando terminaban de vestirme luego del aseo, una de las doncellas intento clavar un cuchillo en mi abdomen. Fue confuso, fue demasiado rápido. En un momento me estaban colocando el camisón, y al otro esta mujer había aparecido con un afilado cuchillo en las manos, quizá hubiera entrado cuando las doncellas aseaban la tina y colocaban en orden la ropa y las toallas, solo sé que alguien entró, pero no era una novedad porque constantemente entraban y salían con cosas que debían traer o llevarse, de cualquier modo, apareció esta mujer que llevaba un cuchillo e intentó, con todas sus fuerzas, clavarlo en mi cuerpo. Instintivamente me hice hacia atrás y ella se abalanzó sobre mí, cayendo al suelo, varias doncellas gritaron, otras llamaron a los guardias, pero, aunque intentó dañarme con todas sus fuerzas, el cuchillo nunca perforo mi piel. Tanto la agresora como yo estábamos estupefactas. Tardo unos momentos en reaccionar e intentarlo de nuevo y con más fuerza, pero entraron los guardias como bólidos y se arrojarón sobre ella. Tan solo unos momentos después apareció Natsuki, frenética y con la bata suelta, me revisó con prisa y cuando descubrió que estaba intacta y solo el camisón había sufrido daños, sus hombros cayeron aliviados.

 

-llévenla a la mazmorra -les ordenó a los guardias que la sujetaban - interróguenlas también y para mañana quiero un nombre.

 

Los guardias cumplieron las ordenes llevándose a las doncellas, estas últimas se notaban atemorizadas y angustiadas, pronto les harían preguntas y cuando menos, tendrían que ser interrogadas por Sir Kanzaki. Si había suerte, para mañana sabríamos como había entrado aquella mujer y quien era, o mucho mejor y más importante, quien la había enviado. Al final, como nos quedamos solas y no era necesario llamar a alguien más, únicamente Natsuki me ayudó a quitarme el camisón arruinado, era la primera vez que ella me veía sin camisón, pero no hubo tiempo para sentir o pensar en otra cosa, más que en colocarme un nuevo camisón e irnos a descansar.

 

-es una suerte -me dijo al cerrar la puerta tras de mí -te he colocado hechizos todo este tiempo y estaba pensando en que quizás estaba exagerando… -le habría dicho que exageraba hasta unos momentos atrás, pero ahora sabia bastante bien que no era así.

 

No fue como cuando encontró el veneno, de hecho, todavía dudaba de que realmente hubiera habido veneno en la comida, quizás porque no la había probado ni percibido el veneno, pero esto era algo muy diferente. Me había asustado, me había sorprendido. Nunca nadie en mi vida me había atacado como esa mujer, sus intenciones asesinas habían sido muy claras, hasta podía sentir donde intentó perforarme la piel, a pesar de que no me había hecho daño.

 

-supongo que yo también me he estado confiando…

 

Después de lo sucedido sería difícil convencer a Natsuki de que la gente no era como ella pensaba, incluso yo me estaba replanteando las cosas, después de todo ¿Por qué yo? No había hecho nada en contra de las personas de este lugar, nunca había hecho algún comentario, no había interferido en ninguno de los asuntos, trataba con respeto a toda la gente que me rodeaba, entonces ¿Por qué? No me conocían, pero aun así habían intentado asesinarme, ya estaría desangrándome de no ser por las prevenciones de Natsuki, en más, ya podría estar despidiéndome, porque sé que no me recuperaría de una herida de ese tipo.

 

-todo estará bien -me dijo ella, pasándome un brazo por el costado -no podrán hacerte daño.

-quiero irme de este lugar -le dije por fin, cediendo a uno de mis impulsos -no me gusta estar aquí, no conozco a nadie y ahora no sé cómo confiaré en las doncellas -pude escuchar como suspiró detrás de mí.

-entiendo… solo dame un poco de tiempo.

 

Sabía que ese poco de tiempo terminaría extendiéndose, pero al menos me sentí mejor por externar lo que quería. Me fue difícil dormir aquella noche, pero después de un largo rato de silencio y con el cansancio pesándome en los ojos, dormí. Por la mañana, cuando me desperté, ya era bastante tarde y por supuesto, Natsuki no estaba en la habitación, seguramente estuviera atendiendo audiencias. Llamé a alguien para que me trajera un desayuno ligero, después de vestirme decidí que no iría a las audiencias y pasaría tiempo con mi hija, la veía todos los días, pero a veces estaba ocupada o cansada, así que el tiempo era breve, por tanto, pasé toda la mañana con ella, hasta el almuerzo, entonces me despedí de ella y de Rosalie para reunirme en el comedor con Natsuki.

 

Iba de camino al comedor cuando alcance a ver a Sir Kanzaki doblar por un pasillo y desaparecer por las escaleras del servicio ¿Por qué iba por ahí? No importaba como se viera, era extraño que usara ese camino, además, era ya hora del almuerzo ¿Dónde se suponía que iba? Lo habría seguido de no ser porque me llevaba mucha ventaja y quien sabe dónde estaría ya, además de que no conocía los caminos del servicio. Estuve a punto de decirme que estaba exagerando, pero ¿realmente estaba exagerando?

 

Por ese momento lo dejé en paz, pero solo añadía una gota más de ese no sé qué, que no quería llamar sospecha. No quería sospechar de Sir Kanzaki, porque después de todo, veníamos del mismo lugar, nos conocíamos, era de mi gente y uno de los que más conocía aquí, quería, en cierta forma, aferrarme a que él no haría nada malo en nuestra contra, así que, solo para estar conforme y aunque después me pareciera absurdo, dentro de mis posibilidades lo mantendría vigilado.

 

Pronto puse camino al comedor y solo unos minutos después ya estaba ahí, encontrando a Natsuki de pie, mirando por una ventana, solo estaba ella y unos guardias al fondo. Nada más escuchar mis pasos volteó a verme con una sonrisa y se acercó, preguntándome si había descansado bien y como me sentía. Le di respuestas positivas y no mencioné lo de Sir Kanzaki, no quería complicar las cosas solo por actitudes que podrían ser simplemente extravagantes, ya que realmente no implicaban algo significativo. Después de sentarnos al comedor nos sirvieron y pude al fin preguntarle que había ocurrido con la mujer.

 

-aún la interrogan -respondió -me ha dicho Kanzaki que no ha querido hablar, pero lo hará.

-por cierto ¿Dónde está Sir Kanzaki?

-me ha dicho que necesitaba usar el lavabo -pero Sir Kanzaki no había ido a ningún lavabo…

-oh… seguramente estaba muy necesitado -lo dije con un tono normal, pero era una ironía en mi mente, pues sabía bien que él no estaba ahí.

-suele pasar cuando estas de pie todo el día en una sala de audiencias.

-sí, me lo puedo imaginar.

 

Él había mentido, no estaba completamente segura, pero una buena parte de mi dudaba la veracidad de esas palabras. Más aún, Sir Kanzaki tardó un considerable tiempo en presentarse al comedor. No era una regla, y Sir Kanzaki no era el general del ejército, pero Natsuki hacia que la acompañara como si lo fuera, de modo que tenía permiso para presentarse en el comedor y acompañarnos, pero estaba abusando de la amabilidad al llegar tarde, en ninguna parte y sin importar las preferencias que se le daban, estaba bien visto. Natsuki ahora se estaba portando demasiado benevolente.

 

-Sir Kanzaki, es tan tarde que creí que no nos acompañaría -sonrió, pero noté como una parte de su molestia no pudo ser enmascarada por la sonrisa.

-lo lamento tanto su majestad imperial, es solo que fui a que me dieran reportes sobre la agresora de anoche -finalmente, se sentó frente a mí, a un costado de Natsuki.

- ¿ya ha dicho quien la envió? -pregunto esta última.

-me temo que no, su majestad imperial -algo en su expresión parecía reflejar vergüenza, pero a estas alturas, me cuestionaba si solo era lo que quería que vieran o si realmente se sentía avergonzado por aún no tener resultados.

- ¿tengo que ir yo, personalmente? -dijo Natsuki, molesta.

-por supuesto que no, su majestad imperial, dedicaré el resto de mi tarde a obtener lo que pide, es solo que he estado con usted y no he podido dedicarle el tiempo suficiente -Natsuki terminó resoplando.

-si para mañana no hay respuestas iré personalmente.

-no será necesario su majestad imperial.

 

Casi podía asegurar que Sir Kanzaki no quería que Natsuki fuera a investigar por sí misma, como punto a su favor, es que ella estaba muy atareada siempre y en cada momento, así que no podía darse el lujo de hacer algunas cosas por sí misma, cosas que antes hubiera hecho, tenía que delegar tareas para poder tener un poco menos llenas las manos, de esa forma, Sir Kanzaki pudo irse tranquilo, al menos por esa tarde.

 

Posterior al almuerzo pasamos a un salón a tomar un descanso breve, después nos dirigimos a la biblioteca, donde Natsuki atendía cartas desde un escritorio de ahí. Para mi sorpresa, hoy llegó una carta del Este, era reconocible por el tipo de papel y el sello, pero no podía saber quién la enviaba. Por unos minutos, mientras ella leía el contenido, me debatí si debía preguntarle o no, al final, cuando bajó los papeles y los regresó al sobre, decidí preguntarle.

 

- ¿de quién es la carta? -ella se quedó unos momentos en silencio, con una sonrisa engreída en sus labios.

-es de Sir Sakomizu, lo está haciendo muy bien, sabía que él era el indicado para sustituirme.

-ya veo… -no era un tema de mi interés, de hecho, no era conveniente para mí, quería que regresáramos y si Sir Sakomizu lo estaba haciendo tan bien, no regresaríamos pronto.

-estaba pensando en que fuera Sir Sakomizu quien viniera a suplirme aquí, pero veo que Kanzaki se está, realmente esforzando.

- ¿Sir Sakomizu? -quizás no fuera bienvenido aquí, pero sin duda era mejor que Sir Kanzaki.

-no lo sé, debo pensármelo un poco más.

 

Tomó una hoja nueva y comenzó a escribir, seguramente una respuesta para la carta. Repentinamente sentí deseos de escribir una carta, así que cada quien escribió misivas esa tarde, terminé mandándole una a Haruka, a Mai y a mis padres. Poco antes de la cena, todas esas cartas se marcharon junto con las de Natsuki, seguramente, teniendo en cuenta el clima y lo que normalmente dura el viaje, habría una respuesta en dos semanas. Cuando fue la cena, me di cuenta de que hoy pude haberme escabullido ya que Natsuki estaba muy ocupada. Necesitaba espiar un poco Sir Kanzaki, comprobar que mis sospechas eran infundadas, pero había perdido la oportunidad hoy, después de todo, no quería llamar la atención de Natsuki con sospechas de algo que aún no tenía certeza, imaginé, que en el peor de lo casos, si yo habría la boca sobre lo que pensaba, Natsuki podría terminar matando a Sir Kanzaki, no lo quería muerto a pesar de todo, solo eran comportamientos extraños hasta ahora, solo eso.

 

Por desgracia, no tuve alguna buena oportunidad al día siguiente, pero al menos Sir Kanzaki trajo un nombre como culpable del intento de asesinato, era un terrateniente con un territorio bastante grande y, por tanto, con suficiente dinero. Al instante de que Sir Kanzaki le diera el nombre creí que tomaría su espada y saldría a buscarlo cuanto antes, pero escuchó en silencio, sin tomar una decisión inmediata. Por la expresión de Sir Kanzaki, podía jurar que él habría esperado lo mismo.

 

-tomaré acciones Kanzaki, pero por ahora esperaremos -estaba siendo demasiado indulgente, o precavida. Cuando se marchó Sir Kanzaki aquella tarde, le pregunté porque había decidido esperar -es el mismo nombre que me dieron como culpable del veneno.

- ¿el que dices que estas investigando? -ella asintió - ¿lo investiga Sir Kanzaki?

-sí, él también lleva eso, pero no tienes que preocuparte, me haré cargo de ese sujeto.

 

Quizá eso explicaría el extraño comportamiento de Sir Kanzaki, sería una perfecta explicación pero que no me convencía. Por suerte, aquella tarde llegaron un par de cartas y documentos para ser sellados, entonces, cuando Rosalie trajo a la niña, pude salir sin levantar sospechas con la excusa de ir a dejar a la niña para que no interrumpiera. Pasé apenas unos minutos con mi hija y después me despedí. De pronto me encontré sola en un enorme palacio, no sabía a donde ir para encontrar a Sir Kanzaki, de hecho, no sabía dónde se suponía que pasaba la tarde, ni con quien, pero tenía que empezar por algún sitio.

 

Comencé a caminar hacia el vestíbulo, mirando silenciosamente dentro de las habitaciones por las que pasaba, el interior de todas ellas estaba libre de personas, sin rastro de Sir Kanzaki, pero no iba a rendirme tan rápido. Seguí mi camino hasta llegar a las escaleras que bajaban al vestíbulo, aún no ponía un pie en las escaleras cuando lo divisé en la entrada, justo unos pasos delante de las puertas con la intención de entrar, más no entro porque llegó un mensajero que lo detuvo, entonces recibió una carta; cuando el mensajero se marchó, él tomó la dirección contraria, yendo al exterior. Quise bajar corriendo, pero había demasiados guardias que me mirarían perseguir a Sir Kanzaki, así que con una tortuosa mesura bajé los escalones para salir, fuera, había unos jardines que estaban rodeados por un cercado de metal y que daban a la calle, donde comenzaban el resto de edificios, uno de esos edificios que estaba inmediatamente, era el cuartel general ¿iría hacia allá?

 

Al llegar a la puerta y mirar el exterior, creí que lo habría perdido, pero lo encontré sentado en el borde de una de las fuentes del jardín, desde mi lugar noté el suave tono del papel y el color de la cera en el sello, venía del Este y por lo que se veía, era una carta extensa. Me detuve unos momentos a pensar, ¿Cómo podría ver esas cartas? Yo no podía usar hechicería como Natsuki, no conocía trucos ni hechizos convenientes, ¿Cómo podría llegar al fondo de mis dudas? Lo contemplé leyendo su carta en un sitio donde aparentemente te quedarías si no tienes nada que ocultar, pero que, si lo piensas bien, podías ver a quien se acercase inmediatamente. Supongo que esa era la única forma, una confrontación directa, no me quedaba más.

 

Ya decidida y aun sin saber qué es lo que diría, comencé a caminar hacia su dirección. Estaríamos a la vista de todos, sin nada que ocultar y al mismo tiempo, nadie sabría qué es lo que diríamos porque estábamos muy lejos del oído de cualquier guardia. Caminé a buen paso y minutos después ya estaba llegando a la fuente, él no dejó de leer a pesar de ya se habría percatado de mi presencia, solo cuando me detuve frente a él, es como dobló los papeles y me recibió con una gran sonrisa. Le extendí la mano y me miró con duda, no hubo palabras en esos breves momentos de silencio pero supongo que entendió que yo quería lo que él estaba sosteniendo ya que, momentos después dejó la carta en mi mano.

 

Con ambas manos extendí el papel y leí su contenido, quien enviaba la misiva era Sir Yuuichi, en la carta se hablaba de un plan, con nombres de varias personas que habían llevado a cabo, cada quien, una parte del plan, no se hablaba explícitamente de que iba ese plan, pero el modo en el que se referían a la persona por la que se habían tomado todas esas molestias, no era agradable, pues al final escribía: “nos desharemos de esa bestia”, al terminar de leer bajé la carta y lo miré a él, imperturbable. Me encontraba con la expresión más neutra que podía lograr, después de todo, no sabía ante qué cosa estaba, pues podía ser algo que ordenó Natsuki, algo que ella había indicado y yo no sabía, pero también, podía ser algo más, algo…

 

-ya se había tardado milady -dijo él, bastante tranquilo -he notado su mirada.

-no sé de qué me habla Sir Kanzaki -no sabía en que iba a terminar todo esto, pero decidí ser precavida.

-usted está igual que yo de horrorizado por lo que ha hecho…

-quien, exactamente, Sir Kanzaki.

-su majestad imperial, antes su señoría… -bajé los ojos a la carta que aún estaba en mi mano.

-es… ¿es un plan en contra de ella? -tuve que ser directa porque sentí que quizás estaba malinterpretando las cosas.

-ya la has visto -respondió con firmeza -ha enloquecido… lo que le hizo la bruja la ha afectado.

- ¿la bruja? -le pregunté sin entender en ese momento.

-Zhang la embrujó, lo que sea que le hizo… ha retorcido a su señoría -me quedé sin palabras, ¿sería culpa se Zhang? Ha había notado cambios, pero no los había asociado con Zhang, si lo que decía Sir Kanzaki era cierto… o más bien, parecía tener sentido lo que decía Sir Kanzaki.

-es… verdad que he notado cambios… -aunque me pesara admitirlo, era cierto, era demasiado evidente - ¿Cómo…? ¿Cómo piensa solucionar las cosas, Sir Kanzaki?

-no hay muchas opciones civilizadas, milady -yo fruncí el ceño.

- ¿Qué? -me fue imposible esconder mi sorpresa al entender rápidamente a qué se refería - ¿planean… asesinar…?

-no queda otra opción… es demasiado fuerte, de alguna forma, y es demasiado cruel, es un peligro, ya ha visto de qué es capaz, nos llevara a la muerte a todos, ayúdeme a debilitarla y vere que usted se quede a salvo.

-creo que no estoy entendiendo… -eran demasiadas cosas las que estaba diciendo este hombre, una conspiración, brujería, traición… pedirme que yo ayudara a que Natsuki fuera asesinada… no podía…

-si lo entiende -continuó él, con un tono severo -ha visto como ha matado a ese hombre, frente a todos y nadie pudo siquiera decir una palabra porque los mataría en ese mismo momento, eso es algo con lo que nadie está conforme, ni aquí, ni allá -seguramente se refería a ambos territorios -he llegado a un trato con la gente de aquí, nos deshacemos de ella y este lugar vuelve a ser un reino, nosotros regresamos de donde vinimos y su hija será la heredera, juraré fidelidad ahora mismo si no me cree, todos estamos de acuerdo, pero no podemos dejarla dirigir ambos reinos o comandar una campaña en el norte, sé que ella siempre ha sido fuerte, pero ahora lo es mucho más, si no la detenemos no sé hasta donde está dispuesta a llegar con esta estupidez del imperio…

-Sir Kanzaki, lo que dice es traición a la persona a quien le hiciste un juramento, te arrodillaste, ofreciste lealtad y obediencia ante cualquier situación…

-esa persona ya no existe -aseveró -su señoría murió cuando fue atravesada por esa espada, quien sabe que es lo que hizo esa bruja, pero ya no es la misma, por eso es nuestra responsabilidad ponerle un alto a todo esto, es nuestro deber… ¿acaso quiere que mueran más? ¿está feliz con esto?

-no sea estúpido -su última afirmación era insultante - ¿Cómo podría sentirme feliz al ver semejante escena del inframundo? Pero la traición… ¿es que acaso no podemos encontrar a alguien que la devuelva a la normalidad? -él exhaló, cansado.

-no hay nadie que sepa de brujería… ni aquí, ni en el otro reino… no hay otra solución.

-siempre hay otra manera Sir Kanzaki, encuéntrela y tendrá mi apoyo, por ahora… olvidaré esta conversación -le extendí su carta y él la tomó.

-buscaré… -dijo él cuando pretendía alejarme -pero si no encuentro nada ¿Qué es lo que hará?

-lo sabré cuando llegue el momento -era mi única respuesta, porque por ahora no sabía qué hacer.

-no lo sabrá, igual que hoy.

 

Iba a refutar aquello, pero decidí que estaban por demás las palabras, me giré y regresé al palacio. Mientras regresaba a la biblioteca, rememoré todo lo que había dicho Sir Kanzaki, muchas cosas tenían sentido, en otras él tenía razón, Natsuki ahora ya no conocía los límites, actuaba sin temor alguno porque era ella quien dictaba la ley, mataba sin pensarlo, amenazaba y tomaba las cosas que quería, había perdido una parte de sí misma debido al poder que le daba tanto su posición como sus habilidades con la hechicería, solo que Sir Kanzaki no sabía, aparentemente, nada sobre ese tema; aun cuando le parecía extraño, no atinaba a la verdad, por lo tanto, todos sus esfuerzos serian en vano, no podrían matarla.

 

Pero Natsuki no merecía morir, a pesar de todo, no lo merecía… más bien, yo no quería que muriera, quizás era la mejor opción, pero no me era tan fácil tomar una decisión tan insensible, ¿podría tomarla Natsuki? ¿podría ella matarme de saber que yo la traicionaría? Talvez ella haría lo que mejor le conviniera, tal vez sí podría tomar esa decisión, está acostumbrada a tomar vidas, a tomar decisiones difíciles y ejecutar a quien lo vea necesario, ¿eso me incluye a mí? ¿incluye a la persona que ama? ¿se detendría por amor?

 

-ah, ya has llegado -dijo ella cuando entré a la biblioteca -te has tardado algo.

-decidí dar un paseo -ella asintió -creo que nunca había paseado tanto.

-la próxima ves iré contigo.

-eso me gustaría.

 

Justo ahora me sentía ya como una traidora al no decirle nada de la conversación con Kanzaki, como una falsa al responder de buena manera ocultando los hechos con ese hombre… pero si le dijera, ¿iría ahora mismo a matarlo? ¿era capaz de matar a uno de sus fieles vasallos? Porque al parecer, Sir Kanzaki sí era capaz. Es un traidor, después de todo… no debería extrañarme, había tomado el puesto de Natsuki, la había reemplazado y quien sabe si realmente había tratado de buscarla, él se quejaba de que Natsuki era contundente, pero él también lo estaba siendo al organizar una conspiración en su contra, al traicionar el juramento que había hecho, si ahora mismo estaba traicionándola ¿Quién me aseguraba que no lo haría conmigo más adelante? Seguramente él no buscaría a alguien que volviera a la normalidad a Natsuki, incluso podía volverse contra mí, contra mi hija, y en lugar de regresar las cosas a como estaban antes, podría tomar el imperio para sí mismo, o podía cobrar una gran suma para regresar el Reino Oeste y volver al Este como el futuro nuevo rey… había muchas posibilidades que dependían de la ambición de Sir Kanzaki; ya que no era en absoluto confiable, sería de esperarse que un simple vasallo, teniendo la oportunidad, intentara llegar a ser rey sin importar que tuviera que hacer, de esa forma tendría más dinero del que jamás soñó y estaría por encima de cualquiera que lo hubiera menospreciado en el reino. Solo el mismo Sir Kanzaki sabia hasta donde podía llegar.

 

Además, lo estaba condenando por ser un traidor a su juramento, pero ahora mismo yo tenía entre mis manos la posibilidad de traicionarla, de romper el juramento que habíamos hecho, un juramento sagrado… ¿podía yo juzgarlo sabiendo que aún no descartaba del todo la traición? Como podía juzgarlo si había prestado oído para sus venenosas palabras… quizás, era esta noción de las cosas lo que necesitaba para decidirme. Definitivamente no iba a traicionarla participando en esa conspiración.

 

-su majestad imperial, ya está listo todo para la cena -una doncella apareció para el llamado a cenar. Nos levantamos de los asientos, Natsuki dejó todos sus papeles donde estaban y con tranquilidad se acercó a mí, esperándome para ir a cenar juntas.

 

Sentía, muy claramente, como Natsuki había perdido cualquier tipo de sentimientos por los demás, que había frialdad y hasta desprecio por la gente, pero conmigo era diferente, me escuchaba, se preocupaba por mí; todos los días, sin olvidarse, me aplicaba sus hechizos, igual que a mi hija, siempre estaba cuidándonos, sabia con certeza que no me traicionaría nunca, pero por momentos dudaba… ¿me antepondría a sus ambiciones? ¿se detendría si alguna vez yo se lo pidiera? ¿me escucharía? Eso era lo que me estaba causando confusión, porque si no me escuchaba, si no podía hacerme caso alguna vez, significaba que jamás habría un límite que detuviera sus acciones y, por lo tanto, sería capaz de pasar sobre cualquiera, realmente se volvería alguien sanguinaria e invencible, una combinación atroz.

 

Al terminar la cena nos despedimos brevemente para tomar el aseo de todas las noches. Me había estado manteniendo alerta desde el ataque de aquella mujer, pero hoy no podía pensar en ello, Natsuki me había aplicado sus hechizos, así que estaría a salvo, al menos de un ataque parecido; por lo tanto, me permití distraerme con mis pensamientos, regresé al presente cuando las doncellas se despidieron y salieron de la habitación. Miré la puerta del dormitorio que compartíamos y una vez más, como ya hacía mucho tiempo que no me pasaba, me sentí insegura de entrar, aunque ahora por diferentes motivos, no quería entrar si después de lo que iba a preguntarle, su respuesta no fuera la deseada, pero sin duda, sí quería entrar y estar con ella. Después de largos minutos de indecisión, me dije que debía ir y afrontar las cosas, nada se resolvería con vacilaciones, aun cuando obtuviera una respuesta desfavorable… espero que pueda pensar en algo.

 

Una vez que crucé la puerta, la hallé sentada en un taburete frente al hogar, con los pies desnudos sobre la alfombra, en dirección al fuego que crepitaba. Era una visión común, pero que de momento me recordó a cuando estábamos en el castillo y recién comenzaba a conocerla. Eran recuerdos dulces que me hacían sonreír, hoy con cierta amargura.

 

Al percatarse de mi presencia se levantó, se acercó a pasos lentos y deshizo el nudo de su bata, exponiendo su camisón; la tela no era igual a la de aquellos días, era de un blanco más sólido pero que al ver el escote, hizo que mis ojos se perdieran en aquel camino. Ella no podía saber lo que había sucedido hoy ¿verdad? No podía saber lo que había estado pensando, no podía saber de mis inquietudes y por supuesto, no trataba de compensármelo de algún modo, esto era una casualidad ¿verdad? Me ofreció su mano y yo tomé su cintura, atraje su cuerpo hacia mí, hundí mi nariz en la piel de su cuello, sentí su calor y la fragancia que recién había perfumado su piel, era excitante.

 

-Shizuru, vayamos a la cama -nos separamos solo unos momentos; ella caminó delante de mí, se sentó en la orilla de la cama y me atrajo hacia ella, quedé entre sus piernas, sus brazos rodeándome y su frente se enterraba entre mis pechos, pero carecía de toda lujuria aquella posición, por alguna razón, solo estaba abrazándome, sentí como mi corazón latía con fuerza, esperando; seguro ella escucharía los fuertes latidos, escucharía que estaba emocionada e impaciente, pero parecía tomarlo todo con demasiada calma, quizás yo tendría que tomar la iniciativa, o en eso estaba pensando - ¿has hablado hoy con Kanzaki? -sentí un repentino estremecimiento en mi pecho, al instante supe que ella lo percibiría.

-sí, cuando tomé el paseo lo encontré en los jardines… -ella se quedó en silencio, talvez pensó que lo negaría, pero sería imposible negarlo cuando hubo tantos guardias como testigos.

- ¿de qué has hablado con él? -su tono de voz era calmado, pero distinguí una cierta perturbación.

-justo de eso quería hablar contigo -suspiró, aún con su rostro en mi pecho. Aunque la realidad es que no tenía planeado mencionar a Sir Kanzaki, quería tocar los mismos temas que hablé con él sin tener que relacionarlo, pero ahora era complicado mantener a Sir Kanzaki fuera del tema de conversación, no tenía otra opción más que decir la verdad.

- ¿Qué te ha dicho? -había más resignación que curiosidad en su voz.

-está planeando matarte y quiere que yo le ayude, piensa que no tienes control, que matarás a cualquiera, que Zhang te embrujó y ya no eres la misma… -le dije todo, resumido, pero todo al final.

- ¿y tú que es lo que piensas? -me quedé momentáneamente callada, pensando bien qué es lo que diría, ella no estaba negando del todo, no había explotado contra mí ni contra Sir Kanzaki, estaba calmada, eso era favorable… o peligroso.

-has cambiado Natsuki, eso es cierto… sientes desprecio por la gente que antes habrías ayudado, no te moderas en el uso de la violencia, no es que ya no debas rendirle cuentas a quien sea, sino que la violencia excesiva no es buena ni para ti…

-si me estás diciendo esto… ¿es porque no vas a ayudarlo? -la tomé de los hombros y la despegué de mi pecho, bajé la mirada y pude al fin encontrar sus ojos verdes en medio de la precaria luz del fuego.

-yo hice un juramento… al principio, sin sentir nada y hoy lo hago valer con mi corazón… tu igual hiciste un juramento, ¿lo has olvidado?

-jamás lo he olvidado… por eso volví contigo -contemplé sus pupilas unos momentos, sintiendo que lo que decía era verdad.

-Natsuki ¿Qué tanto vale tu ambición? -ella me miró confusa - ¿Qué tanto vale cumplir el sueño de un imperio? ¿estarías dispuesta a romper nuestro juramento para cumplir ese deseo? -ella me miró sorprendida, con la boca ligeramente abierta, igual que sus ojos, más abiertos de lo común y sus cejas alzadas.

-nunca en la vida lo haría Shizuru, pude vivir porque sabía que tú me estabas esperando, eras mi único consuelo mientras estaba lejos, eras lo único por lo que me mantenía… quería volver y tenerte en mis brazos, como ahora… solo tomé el camino que creí que nos mantendría seguras…

-necesito que comiences a moderarte en tu actitud Natsuki ¿puedes hacer eso por mí? ¿Qué harías si te dijera que ya no quiero estar más contigo? ¿respetarías mi decisión? ¿o me obligarías a estar contigo porque puedes? -su rostro se endureció y miró al suelo, con las cejas fruncidas.

-lo respetaría… te lo dije desde el principio, jamás haría de tu vida una que fuera infeliz…

-me haces infeliz con todas esas acciones, no he sido feliz desde que puse un pie en esta tierra… -noté como escuchar eso de mí la puso mal -pero, me mantendré siempre a tu lado si me escuchas de vez en cuando, si moderas esa violencia… no quiero perderte -le pasé una mano por la frente, quitándole unos cabellos, sosteniendo su rostro con mi otra mano -no quiero, nunca más, volver a perderte; y sé que puedo resistir cualquier cosa si tú estás conmigo, si tú me amas y estas dispuesta a escucharme.

-yo te amo y estoy dispuesta a escucharte, siempre… por favor, créeme -entonces me abrazó con fuerza y hundió su rostro en mi cuerpo.

- ¿aún quieres seguir con la idea de un imperio? -le pregunté, curiosa.

-si no lo quieres, devolveré el territorio… podemos regresar y olvidar todo esto, incluso no importa la campaña en el norte -era una buena idea, pero…

-si realmente quieres hacer esas cosas… hazlas, pero tenme en cuenta, escúchame cuando te digo que es demasiado.

-lo haré, de verdad lo haré…

- ¿lo juras? -ella inmediatamente asintió con la cabeza.

-lo juro por mi vida, por mi honor, aunque no tenga mucho… antes, también me di cuenta de que me permití hacer ciertas cosas que antes no habría hecho… el libro decía que la opción de Zhang podría causar efectos secundarios, no lo creí… pero ahora… creo que… quizás se transfirió algo de Zhang en mí, algo que me quitó la compasión… el respeto por los demás… no siento nada por ellos, de verdad nada, pero al menos no pudo llevarse lo que siento por ti.

-si queda, aunque sea una parte de Natsuki, quiero que esa parte sea mía, si es así podremos seguir adelante.

-podemos seguir, podemos -decía, con cierta angustia.

- ¿no me estarás mintiendo?

-no… no ahora, te he mentido antes con algunos detalles… pero porque creí que me odiarías.

- ¿Qué detalles? -ella se quedó momentáneamente en silencio y luego exhaló un suspiro.

-Zhang si me dio una poción, pero la hizo mal y no me hizo efecto, busqué en su biblioteca “especial” hasta encontrar información sobre la poción y solo entonces me di cuenta de que ella se había equivocado, leí que podía haber efectos adversos, pero no lo creí, no me sentía diferente y no me sentía fiel… así que pude fácilmente seguirle la corriente hasta que me llevó al Reino Este, solo para estar contigo, no me importó nada más que regresar…

- ¿mentiste sobre el asesinato de Reina? -ella negó.

-no, todos vieron como Zhang mató a la Reina, yo tomé su lugar, ventajosamente, lo admito, no quería servir a nadie más, no quería someterme, otra vez, a las órdenes de nadie, así que… tomé la oportunidad en cuanto estuvo frente a mí… lo siento, te mentí -por alguna razón, no estaba enojada porque confesara sus mentiras -Sir Kanzaki, Sir Yuuichi y Sir Takeda nunca me liberaron de un hechizo, todo lo que pasó fue mientras yo estaba consciente y el ejercito actuó bajo mis órdenes, pero no me arrepiento Shizuru, porque me permitió volver contigo, conocer a la niña…

- ¿me volverás a mentir? -sus decisiones habían sido incorrectas y egoístas, pero talvez tenía razón al tomar esas decisiones si su objetivo era volver, de manera que podía comprender porque lo había hecho.

-no te volveré a mentir.

-nunca más Natsuki, nunca más, puedo comprender todo lo que haces, puedo entender porque lo haces y bajo qué criterios tomas tus decisiones, pero si se pierde nuestra confianza se perderá todo entre nosotras, habrás fallado al juramento y yo no voy a estar con alguien que no respete nuestro sagrado juramento.

-lo lamento… estoy acostumbrada a tomar las decisiones sin consultar a nadie, desde que perdí a mis padres he tenido que hacer las cosas de esa manera, pero… creo que he estado olvidando lo que significa estar juntas… así que te consultaré en todas mis decisiones.

-solo quiero que te moderes un poco y me consultes antes de hacer algo tan definitivo, eso es todo, porque comprendo que el camino que has elegido es difícil e implica decisiones difíciles, a menudo crueles y que pocos aprobaran, pero decisiones necesarias, al final de cuentas.

-si es lo que pides, no volveré a matar a nadie sin preguntarte antes -le pasé un dedo por el contorno de su rostro, suavemente, desde el lóbulo de la oreja, siguiendo la línea de la mandíbula hasta llegar a su boca.

-a estas alturas el asesinato no es algo que me sorprenda, pero no quiero perderte por ser demasiado impulsiva, y tampoco quiero que pierdas lo que tenemos… dime, si hubiera elegido no hablar sobre lo de Sir Kanzaki, ¿Qué habrías hecho? Se sincera.

-lo habría llevado al calabozo para hacerlo confesar…

- ¿y luego que me habrías hecho?

-ni sabiendo que me traicionarías te habría tocado un solo cabello… te habría dado una oportunidad, y luego otra, y otra, siempre podría perdonarte.

-pero las cosas cambiarían, en el fondo te sentirías traicionada, así que antes de que eso ocurra, jurémonos lealtad plena, nunca actuaré en tu contra y tú nunca lo harás en contra mía, aun si se acaba este amor.

-moriré sintiendo amor por ti Shizuru, así que puedo jurar cualquier cosa, incluso con sangre.

-la sangre no es necesaria… por ahora es solo un pacto de palabra ¿de acuerdo?

-lo juro -dijo ella, respondiendo a mi solicitud.

-lo juro -contesté yo, sellamos el juramento con un beso, un beso suave al principio y que escaló lo suficiente como para que me arrastrara a la cama y me arrancara el camisón, luego, con urgencia le quite el suyo y por fin pude sentir su piel desnuda sobre la mía, la calidez, la suavidad, sus manos sobre mi piel, su boca sobre mi cuerpo, sus manos entre mis piernas y finalmente algo sedoso acariciando las partes más profundas de mi cuerpo, me sentí tan expuesta que tuve la intención de pedirle que parase, incluso intenté detenerla pero me retorcí mientras sentía oleadas de sensaciones gratas, imposibles de contener e imposible de detenerla, pronto me volví un manojo de nervios apretados para que después de tanta tensión, mi cuerpo fuera azotado por algo incontenible, solo entonces relajé el cuerpo y respiré con calma con los ojos cerrados, poco a poco volviendo a una respiración normal.

-dime Shizuru -ella pronto subió hasta acostarse a mi lado - ¿Qué es lo que quieres que haga con Kanzaki? -Estaba apenas saliendo de aquel estado de ensimismamiento, pero pude contestar coherentemente.

-es un traidor… esta tarde lo pillé con cartas de Sir Yuuichi, parece que están confabulados junto con personas de aquí -ella asintió.

-sí, lo están, los reportes de Sir Yuuichi son mediocres y después de tanto tiempo no ha encontrado a nadie, en cambio Sir Sakomizu tiene nombres de las personas exactas que están inmiscuidas en esa confabulación, y aquí hay un grupo de personas con las que Kanzaki está inmiscuido, ha organizado una muy buena sublevación.

- ¿ya lo sabias? -ella asintió - ¿desde cuándo?

-él no es tan inexpresivo como cree que lo es -así que Natsuki también se daba cuenta -lo he estado espiando desde que llegamos aquí, no ordenó tu asesinato, pero está conectado con el que lo hizo y por lo que veo y se sabe, está en medio de un plan mucho más grande que tu simple asesinato, está planeando una invasión con las fuerzas militares de los terratenientes, donde obviamente planea utilizar unidades de elite para someterme y matarme.

-si ya lo sabias todo, ¿por qué me has preguntado?

-creí que él te había hecho otro tipo de propuesta… llegué a pensar en que haría si lo escogías a él… si fuera así, entonces yo…

-eso no va a pasar -tan solo de imaginármelo me saba asco -quiero que lo encierres en un calabozo y los demás… -ella pronto sonrió con una sonrisa siniestra.

-por supuesto -se puso tan feliz después de que le dije que lo encierre, que parecía no poder dejar de sonreír -y no preocupes de los demás, me haré cargo de todos, pero de forma muy, muy sutil.

- ¿Cómo? Tengo curiosidad -realmente no me imaginaba esa forma sutil, no después de lo que la había visto hacer.

-mañana tú me reemplazaras en las audiencias, Kanzaki se quedará contigo, frente a todos no puede ni intentar hacerte daño, yo, por otra parte, tengo algunos hechizos muy útiles, les haré una visita en su domicilio, para cuando sea la hora del almuerzo espero haber terminado y estar de regreso.

- ¿mañana mismo? ¿los matarás a todos?

-sinceramente planeaba encerrarlos en un calabozo, pero eso es mucho más problemático.

- ¿Por qué?

-porque si la gente ve que son arrestados sin razón, yo quedaré con una mala imagen ¿no lo crees? -asentí, ella tenía toda la razón -pero si nadie me ve y simplemente mueren, no hay a quien culpar.

-eres demasiado astuta, me hubiera gustado ser yo quien te aconsejara eso -ella rio un poco.

-bueno, teniendo en cuenta lo que me has dicho, debo moderarme ¿no? Tener una buena imagen pública.

- ¿y en cuanto a Sir Yuuichi?

-enviaré una carta a Sir Sakomizu, Kanzaki tendrá en sus manos suficientes papeles como para incriminarlo a él y a otros más.

-no mandes esa carta -me miró curiosa, con una ceja levantada.

-haz que Kanzaki escriba una carta donde le diga que en cuanto regresemos deben poner en marcha su plan o algo así, tendrás que enterarte bien de todo para que cuando responda la carta sea congruente, sin mensajes secretos.

-para que estén tranquilos ¿no? -yo asentí -entonces cuando regresemos, todos estarán confiados en sus casas…

-así es, entonces podrás deshacerte de ellos.

-lo único malo es que aún no tengo un buen suplente -ella estaba desmotivada por esa parte.

- ¿Por qué no haces la poción? La que te dio Zhang, pero sin errores -ella alzó las cejas.

-jamás he hecho una opción… y sus ingredientes son raros y muy difíciles…

- ¿no eres la emperatriz? -la tomé de las mejillas -gasta lo que quieras y consigue los ingredientes, luego dale la poción al canciller y todo estará hecho.

-eres tan perfecta… -me dijo ella, embelesada, yo reí un poco.

-pero primero encierra a Sir Kanzaki.

 

No era, en definitiva, el camino que hubiera deseado, o el que hubiera imaginado cuando pensaba en casarme, pero si tenía que escoger entre ponerme en manos de un traidor y quedar en un destino azaroso como la emperatriz madre, con solo un “poder” político a la espera de que crezca mi hija, prefería, mil veces, a la mujer que despreciaba a todos pero me amaba a mí, mil veces escogería a la mujer que todos los días se preocupaba por mi seguridad, mil veces elegiría a la mujer que prefería ser despreciable y vil con la gente pero que se derretía conmigo, hay muchas personas que por fuera son de impecables modales, que se anuncian como personas bondadosas, gratas, caritativas, piadosas… pero no es más que una mentira, así que prefería quedarme con Natsuki, que al menos ahora había prometido no volver a mentirme, que prometía escucharme, eso me daba la oportunidad de controlar en cierta medida sus acciones o canalizarlas de una manera menos violenta. Además, no podía saber si Sir Kanzaki no tenia mayores ambiciones y si realmente deseaba que mi hija fuera la futura regente.

 

No necesito que sea totalmente buena ante todos, ahora se bien que eso es imposible en este tipo de mundo, de manera que solo necesito que sea buena con las personas correctas. Es claro que la percepción que tenía sobre cómo funcionan las cosas no era la más real, pero habiendo visto de lo que es capaz la gente, debía escoger ¿ellos o yo? Y no iba a sacrificarme por aquellos que me querían ver muerta, yo no había comenzado el ataque, pero sin duda planeaba quedarme hasta el final, muy segura y con las personas que amaba. Era momento de pensar de forma más objetiva y, en cierta medida, ecuánime y calculadora. Si abandonábamos este territorio y volvíamos a ser un reino, esta gente buscaría volver a atacarnos, mejor tenerlos bien sujetos y controlados. Natsuki había acertado en que esta posición era la que más nos convenia para estar más seguras, el poder absoluto traía seguridad consigo, y por supuesto, había que hacer sacrificios.

 

-sabes… lo único que me causa cierta preocupación… es Mai -después de todo, se trataba de su esposo el que sería encerrado.

-ahh, no tienes mucho de qué preocuparte, le ha sido infiel en cada oportunidad que ha tenido.

- ¿Qué? ¿Qué me estás diciendo? -ella se echó a reír.

-si le mandare una carta a Sir Sakomizu después de todo, para cuando se entere de que ha muerto, lo odiara tanto que no le dolerá demasiado.

-pero el niño… puede llegar a odiarnos, a odiarte.

-él decidirá si quiere el mismo destino de su padre.

 

Eran cosas que estaban más allá de nuestras manos así que no había nada que hacer. A la mañana siguiente, tal como me había dicho, yo la reemplacé en las audiencias. Sir Kanzaki se mantuvo a mi lado, pero, aunque tenía un rostro aparentemente imperturbable, su mirada fija en un mismo sitio por tanto tiempo demostraba lo mucho que estaba pensando en algo. Por mientras, aunque tenía un ojo puesto en Sir Kanzaki, estaba atendiendo las audiencias, y cuando había unos breves momentos de descanso, me permitía pensar en qué estaría haciendo Natsuki y cómo. En mi imaginación la vi entrando a las casas de los conspiradores como una sombra para después cortarles el cuello. Quizás no fuera en absoluto así, pero era lo que llegué a imaginar hasta poco menos de una hora antes del almuerzo. En ese momento entró un muchachito por un costado del salón, se acercó lentamente y con la pretensión de que si caminaba lento no sería visto o al menos no llamaría tanto la atención, pero su sola presencia tan cerca de mí era, por mucho, llamativa; el jovencito se acercó hasta donde los guardas lo permitieron y desde ahí dijo con voz muy baja “señor, el secretario de comercio ha muerto…” observé como el chico esperaba una respuesta, por otra parte, el rostro de Sir Kanzaki pareció endurecerse, no respondió y solo dio un muy ligero asentimiento de cabeza.

 

La persona que estaba en la audiencia escuchó también la noticia, pero estaba más preocupada por su problema que por un hombre del que oía hablar por primera vez, cuando terminó su asunto se retiró y yo miré a Sir Kanzaki.

 

- ¿tan pronto te has movido, Sir Kanzaki? -le estaba insinuando que había sido él, cuando sabía perfectamente que había sido Natsuki.

-no he sido yo… ¿acaso usted…? -pero Sir Kanzaki no terminó su pregunta ya que se acercó la mujer que seguía en la fila.

-su majestad imperial -saludó la mujer para pronto explicarme su problemática.

 

No volvió a haber otra oportunidad para cruzar palabras, ya que la hora del almuerzo se acercaba y aún faltaban cinco personas más por ser escuchadas, además, el secretario siempre tenia los oídos bien dispuestos para sacar nota de todos los pendientes que salían de esas audiencias y era obvio que no debía decir ni una palabra que diera motivos de cualquier tipo sospecha.

 

Cuando se marchó la última persona, nos levantamos tanto el secretario como yo para salir del salón, seguidos por Sir Kanzaki. El secretario me acompañó hasta una sala previa al comedor, donde estaba una doncella que nada más verme me comunicó que ya todo estaba preparado para la comida. Le di las gracias e iba a ir a sentarme al comedor hasta que Sir Kanzaki me tomó del brazo, nunca antes se había atrevido a tanto este individuo.

 

-márchate -le dijo a la doncella que no supo que hacer - ¡lárgate! -la miré irse, asustada.

-estas siendo demasiado atrevido -quizás yo también me sentiría perturbada de no ser porque no sentía en absoluto alguna presión en su agarre y eso era gracias a los hechizos de Natsuki, por eso me mantuvé tranquila y sin temor alguno, ahora entendía como se sentía ella.

-tú hiciste algo -notaba la molestia en sus cejas y las comisuras de su boca.

-y grosero también, olvidando ante quien estas -al comprobar que era más resistente de lo normal me sentí fuerte, aunque no tuviera algún hechizo de ese tipo, pero generaba la misma sensación, la sensación de ser no tener miedo a lo que él intentará hacerme.

-no me importa ese estúpido título de emperatriz.

-incluso antes de eso, sigo siendo superior a ti, Sir Kanzaki.

- ¿le has dicho? ¿me delataste? -vi como tenía sudor en la frente y había un tenue temblor en sus parpados.

- ¿el que se murió era uno de tus aliados? ¿murió o lo han asesinado? Pudo haber muerto de algo repentino.

-sería demasiada casualidad que eso pase justo después de lo que hablamos ayer.

-estoy muy interesada en saber qué harás si ella dice que sí, Kanzaki -como si hubiera aparecido repentinamente, Natsuki entró suavemente por la puerta que daba al comedor.

-su majestad… -la piel de Sir Kanzaki pronto se puso blanca y pálida -esto no es…

- ¿la estabas tocando? Te has vuelto demasiado altanero Kanzaki, y no puedo culpar a nadie más que a mí por ello -instantáneamente me soltó el brazo -primero eres grosero y luego la maltratas con tus torpes y asquerosas manos… voy a tener que castigarte Kanzaki -él comenzó a respirar pesadamente mientras mantenía su rostro por completo rígido, se notaba que estaba pensando en algo, quizá estaba tomando una decisión y llegó a alguna conclusión rápidamente, pues de pronto llevó su mano a la empuñadura de su espada y la sacó, apuntando hacia Natsuki.

-seguramente ya lo sabe todo majestad… así que te enfrentare, ya una vez estuve a punto de vencerte, así que…

-no seas estúpido, eran tres contra mí y me dejé vencer, grandísimo imbécil, te colgaré de los dedos de los pies y te haré confesar hasta el último de tus amiguitos, y a Yuuichi le va a ir aún peor.

- ¿Yuuichi? -al mencionar a Sir Yuuichi, su rostro duro se desbarató.

- ¿creías que no me iba a enterar de que tu amado Yuuichi es tu principal ayudante? Lo voy a mantener vivo en los calabozos por un año, y tú sabes lo que ocurre en los calabozos… -me parece que esa fue la última provocación que soportó antes de abalanzarse con la espada en las manos.

 

Por desgracia, aunque el filo de la espada dio de lleno en el hombro de Natsuki, solo cortó la tela que vestía, sin poder perforar la carne, era como si la armadura de Natsuki fuera la propia piel, no tuvo ni un rasguño; por otra parte, ella tomó la espada con su mano izquierda y con la otra le dio una bofetada que lo mandó al suelo.

 

-voy a tardar unos momentos en lo que lo llevo al calabozo, espérame para comer juntas ¿sí? -Sir Kanzaki, luego de oír eso intentó levantarse, pero Natsuki alcanzó a tomarlo por el tobillo.

-maldita sea, suéltame, subnormal -intentó golpearla, intentó zafar su mano, incluso sacó una daga de alguna parte y con todas sus fuerzas intentó apuñalar la mano que lo sostenía, pero aun así el agarre no cedía, como si sus intentos tuviesen la fuerza un niño y en su mano manejara un juguete.

-aquí te estaré esperando.

 

Después de aquello Natsuki salió con Sir Kanzaki, sosteniéndolo de un pie, no me quedaba duda de que no habría nadie en el reino que no se enterara de como arrastró a uno de sus más cercanos súbditos hasta los calabozos; se haría un gran escándalo, de modo que me asomé por la puerta solo unos momentos después.

 

-cuida que no te vean… -pero ella ya no estaba en el pasillo. Miré en ambas direcciones y no se le veía ni el rastro. Por mi mente pasaron varias posibles respuestas ¿habría usado ese hechizo de velocidad que ya me había platicado? ¿tendría algún otro hechizo aún más increíble? La hechicería era tan sorprendente que me daban ganas de también poder ejercerla, pero al parecer, no tenía la habilidad, había escuchado los hechizos de Natsuki todos los días, así que me había aprendido las palabras, pero, aunque las repetía, tenía la certeza de que no había funcionado… o quizás sea cosa de practicar con otro hechizo. Como fuera, yo regresé al comedor, donde las doncellas comenzaron a servir los platillos, no pasaron ni cinco minutos cuando Natsuki estuvo de regreso.

 

- ¿lo has encerrado? -ella asintió -salí a decirte que no sería conveniente que alguien te viera, pero ya no estabas ¿usaste algún hechizo?

-así es, no quería demorarme demasiado, pero tienes razón, no sería conveniente que alguien mirará, pero sinceramente dudo que alguien hubiera podido ver como lo llevé hasta los calabozos, a partir de hoy Kanzaki está desaparecido, eso servirá para culparlo por la muerte de todos esos idiotas que estaban con él.

-por cierto ¿Cómo murieron? -ella se encogió de hombros.

-veneno muy fuerte, sumando su desaparición, eso lo hace evidentemente culpable.

-vaya, eso es…

-muy conveniente -ella sonrió -no hará falta mandar esa carta a Sir Sakomizu, después de todo.

- ¿ya lo tenías planeado desde anoche? -ella negó con la cabeza.

-iba a estrangularles el cuello, pero en el anterior taller de Zhang encontré algunos ingredientes muy útiles.

-y… ¿es verdad lo que harás con Sir Yuuichi? ¿lo encerrarás por un año? -eso último me inquietaba un poco.

-por supuesto que sí… de hecho, estoy pensando en que cuando regresemos, llevé a Kanzaki en una caja, bien guardadito, entonces los juntaré en el mismo calabozo ¿no sería romántico? -ella se echó a reír.

- ¿le vas a hacer algo frente a Sir Kanzaki? -ella torció su boca en una sonrisa extraña.

-puede ser… -yo terminé suspirando.

-nadie debe enterarse de eso Natsuki… nadie.

-te lo prometo.

 

Sí, mi esposa es una mujer terrible que ya no siente algún tipo de respeto por la vida o los sentimientos de los demás, mucho menos de aquellos que suponen un obstáculo o un peligro, está dispuesta a matar sin contemplaciones, a torturar para obtener lo que quiere, a utilizar a la gente, a llevar a cabo una campaña en un lugar desconocido donde provocará una guerra, pero la historia la escriben los triunfadores, los poderosos, y ella es más fuerte que muchos gobernantes anteriores, hará de la historia lo que le plazca, será retratada como más le convenga, pero nada de eso es tan importante, lo que realmente me importa, lo que realmente hace que valga la vena estar aquí, es que ella me ama. A veces me da miedo hasta donde está dispuesta a llegar para obtener lo que quiere, pero cuando llega la noche y me toma en sus brazos, cuando siento su calidez y su fragancia, sus labios y su piel, la mirada en sus pupilas… estoy segura de que jamás me haría daño, estoy segura de sus sentimientos por mí, sé que haría cualquier cosa por mí y, en consecuencia, por mi hija, no hay nadie con quien me sienta más segura en el mundo. Así que, hasta que se acaben estos sentimientos, eso es lo único que importa.

473 días después. (2024) [EO]

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