07/11/2020

Como Todo Un Caballero (2020) [FF] "Mai Hime" Prefacio al Capítulo 2

Como Todo Un Caballero.

 

Universo Alterno.

 

Prefacio.

 

Había sido raptada.

 

Un hombre me llevaba amordazada, con la cabeza cubierta, sobre un caballo a galope, sin detenerse, aunque se cernía una tormenta sobre nosotros, aunque los rayos y relámpagos desgarraban el cielo, y sin embargo, el hombre no se detenía ni titubeaba, continuaba sujetándome con una de sus manos enfundadas en hierro.

 

Me revolvía contra su agarre, contra la sujeción de aquel bandido, revelándome contra su voluntad. A pesar de que mis manos y pies estaban firmemente sujetos con unas cuerdas y sabía que no lograría liberarme, sin embargo, continuaba intentándolo hasta el cansancio y después, una vez más volvía a revelarme, aunque fuera en vano.

 

Después de un largo rato y de forma inesperada, el caballo se detuvo, oí el movimiento de gruesas cadenas, el sonido del metal rozando algo pesado y después de unos momentos, el caballo volvió a moverse sobre una superficie de madera, segundos después oí sus cascos contra la piedra, golpeando fuerte y velozmente sobre charcos de agua, la cabalgata se reanudó, me parecía percibir una inclinación, ¿habíamos entrado a un castillo? el sonido de las cadenas… ¿podía ser el de un rastrillo siendo levantado? Mi corazón latió agitado, tan agitado que me impedía poner suficiente atención a lo que escuchaba, sin embargo, pude notar que después el caballo frenó sobre sus patas, quizá eran conjeturas apresuradas, pero estaba segura, habíamos entrado a algún sitio.

 

-mi… -alguien, un hombre, es decir, otro hombre.

-shhhh… -oí de cerca, seguro era mi captor.

 

Luego sentí movimiento en el caballo, mi captor bajó del caballo y yo me revolví, quise gritar, quería revelarme una vez más. Posteriormente, me tomó de las piernas y me cargó, me tomó como un costal, sentí cómo me puso en su hombro, sentí el duro metal contra mi vientre mientras sujetaba mis piernas, resistí el dolor mientras poco a poco la lluvia se oía cada vez menos. Los pasos de ambos hombres se volvieron sordos. Caminaron una gran distancia, subieron escaleras y finalmente oí el leve chillido de una puerta abrirse, finalmente, mi captor me dejo sobre algo suave, quizá un diván o una cama.

 

Un poco más lejos, a través de la gruesa tela que me cubría la cabeza, vi una luz moverse, luego el sonido de la madera arder, entonces la luz se hizo más fuerte y oí los pasos del otro hombre salir de la habitación, fue entonces cuando mi captor me quitó la tela que cubría mi rostro, inmediatamente me encontré con una armadura de hierro, sin adornos, tosca y barata, muy dañada. Busqué su rostro, busqué sus ojos, pero aún no había suficiente iluminación para ver con claridad, el casco no dejaba ver nada de su rostro, y cuando las llamas comenzaron a iluminar aún más estiró la mano y me liberó las manos, luego me quitó la mordaza e inmediatamente dio un par de pasos atrás.

 

Fruncí las cejas, confundida, quería verlo, quería ver sus ojos, ver su rostro, saber quién me había raptado, pero él me miro de lejos, se llevó una mano a donde debería estar su boca, mirándome al tiempo que retrocedía, entonces vi cómo iba hacia la puerta.

 

- ¡No! ¡Espera! ¡¡No!! –pero dio la vuelta y salió rápidamente de la habitación, me levanté, pero mis pies aún estaban atados, con desesperación me libere, pero fue demasiado tarde, oí como cerraba la puerta y la atrancaba por fuera, golpee con fuerza, grite, pero no sirvió de nada, la puerta no se abrió, ni siquiera se movió, aunque golpeé con todas mis fuerzas.

 

Parecía una situación imposible, imposible para una mujer como yo, para una mujer de mi clase y estatus, pero ciertamente, todo me decía que esa era mi condición actual. Había escuchado antes sobre raptos, historias de mujeres que habían sido raptadas por hombres que gustaban de ellas y debido a que no las podían poseer por ninguna otra forma, las raptaban, ya fuera para ser amantes, esposas o simplemente esclavas… ¿Cuál sería, exactamente… mi destino?

 

Capítulo 1. Shizuru Fujino’s Point of View.

 

Mi vida era simple y mi futuro sería fácil. Había nacido en una familia de noble linaje, influyente, aristocrática, con gran estatus y riqueza, cercana a la familia real en parentesco. Me habían instruido como toda una dama, había tenido sirvientes, mozos, niñeras, institutrices e incluso otros nobles a mi disposición, mi camino estaba alfombrado en pétalos de rosas y polvo de oro, gozaba de poder y prestigio, elegancia y belleza por igual, sin embargo, llegada a una edad, llegaba el matrimonio.

 

Era un evento imposible de eludir, quizá un paso más, un escalón más que subir en el camino de la vida y tuve suerte de obtener al mejor prospecto. Fue una considerable espera, y aunque Nagi Homura era un hombre joven, más joven que yo, estaba en un nivel similar al mío, provenía de la noble casa Homura que tenía grandes dominios en las tierras sureñas, tierras que se decía, eran ricas en joyas, mismas que les habían dado tanta riqueza, además, era el único heredero. Él había caminado entre joyas y seda desde el inicio de sus días, además era educado y cortés, se desvivía en regalos para mi complacencia, buscaba las joyas más grandes y brillantes para regalarme, me mandaba ramos inmensos de flores, telas finas mandadas a traer de lejanos y exóticos países, era un niño despilfarrando oro y plata para obtener mi aceptación, y finalmente la había obtenido, acepté el cortejo, acepté el matrimonio. Mis padres estaban complacidos, la reina estaba complacida, yo estaba complacida, ¿Quién no lo estaría?

 

Era la cúspide de mi vida, el episodio más importante de mi vida vendría con mi boda. A veces no todas podemos tener esa suerte. Corrían los rumores de desafortunadas mujeres, ya fueran de cuna noble o simples plebeyas, raptadas por hombres deseosos, de retorcidas intenciones y depravadas mañas, llevándolas lejos de sus familias, lejos de sus pueblos, estableciéndolas ahí en tierra de nadie, donde jamás encontrarían a algún conocido, haciendo de ellas prostitutas, amantes, esclavas y en el mejor de los casos, esposas. Mis niñeras me decían que jamás me alejara demasiado, porque nunca se sabía cuándo a algún hombre se le cruzaría la malsana idea de raptar a una mujer hermosa.

 

Siempre pensé que eran comentarios e historias para asustarme, después de todo ¿Quién se atrevería a raptar a la prima de la reina, hija del señor de las tierras surestes? Mi padre, que mandaba en las tierras surestes como un rey con el permiso de su majestad, cerniría todo su poder sobre el pobre desgraciado que osara intentarlo. Solo un tonto e insensato al que no le importe perder su vida haría tal barbaridad.

 

-milady –me dijo mi doncella, sacándome de mis pensamientos –lord Nagi ha venido a visitarla, se encuentra en el salón de té.

-gracias Youko, voy para allá.

 

Me refresque un poco el rostro y baje con calma hasta el salón del té, al entrar, Nagi se levantó como un resorte, con movimientos ceremoniosos acerco a mí, extendió su mano para tomar la mía y depositar un ligero beso en ella al mismo tiempo que hacia una caravana y extendía su sombrero de exóticas plumas verdes con la otra mano, dando más énfasis en sus movimientos aparatosos.

 

-milady -dijo al terminar el beso y la caravana –hoy han comenzado a correr las amonestaciones –al terminar de decir aquello, tenía una enorme sonrisa de satisfacción.

-milord, me hace feliz que tan diligentemente haya ido a correrlas tan pronto como la fecha lo amerita.

-oh estoy ansioso milady, ansioso por el día de la boda.

 

Yo también estaba ansiosa, la boda de una dama era el momento más memorable y por supuesto, mi boda tenía que ser aún más memorable, la fiesta duraría siete días con sus siete noches, cada día una fiesta diferente y, para terminar, se harían torneos de combates y justas, todo para conmemorar la feliz unión, ninguna boda tendría igual ni sería más grande que la nuestra, con excepción de la de su majestad, la Reina.

 

-milady, hoy comienzan a prepararse las festividades del solsticio de verano ¿me haría el honor de acompañarme esta tarde a una caminata para apreciar los preparativos?

 

Por supuesto que acepté. Me parecía un poco precipitado ir a ver solo los preparativos, pero también entendía la ansiedad de mi joven prometido, después de todo ya tenía mi promesa de acompañarlo en el festival del pueblo, las fiestas en el palacio y las demás reuniones subsecuentes en la alta sociedad, pero sus deseos e ímpetus siempre parecían insaciables y comprendía que era la juventud bullendo por cada poro de su joven espíritu.

 

Caminamos unas calles, después pidió el carruaje y paseamos lentamente por las calles de la ciudad, caminar demasiado arruinaría nuestros pies, ensuciaría nuestras ropas y nos haría sudar, costumbres reprobables para nuestro estatus. Un par de horas después, regresamos a mi casa, nos acompañó hasta el salón y después se despidió. Youko, que siempre se encargaba de acompañarnos, pudo al fin irse a hacer alguna otra actividad, después de todo, era mi doncella, carabina y dama de compañía.

 

Al día siguiente, las preparaciones para el festival por el solsticio estaban terminadas. Al ser pariente de la Reina, además de ser noble, tenía garantizado un sitio al lado de su majestad. El castillo se adornó con largas telas de exótico color zafiro, bordeado con hilos de oro, siempre con el escudo de la familia de su majestad. Las alfombras del palacio fueron reemplazadas por alfombras del mismo color, los caballeros de la guardia real cambiaron sus capas y vistieron deslumbrantes armaduras, pero solo uno de ellos ostentaba una armadura de un brillante acero color azul, con ornamentos en oro y una capa con finos adornos de hilo de oro. Me parecía un caballero misterioso, siempre se le veía a lado de su majestad la Reina, pero casualmente, siempre me tocaba verlo con el casco puesto, muchas veces quise preguntar porque nunca se lo quitaba, pero no se vería bien que una joven dama preguntara por un hombre que no es su prometido.

 

A la hora de la apertura del festival, en lo alto de un balcón del palacio, la Reina emitió cortas y potentes palabras, que, a pesar de su edad y juventud, seguro no faltó nadie en la multitud que ollera su voz, estaba ya arañando la pubertad, pero tenía una resolución digna del dirigente de este reino. Al terminar, el caballero de armadura azul acompaño a su majestad hasta su asiento en medio del salón de audiencias, siempre con una actitud solemne y sin emitir palabras. A veces parecía una sombra de su majestad. Era notorio que tenía el cargo más alto dentro de todos los caballeros, el hombre más importante al lado de su majestad y, aun así, nadie hablaba de él.

 

Algunas veces, confieso que fui a hablar con mi pariente solo para ver un poco de cerca a aquel caballero, pero la pequeña rendija en su visera permitía ver únicamente oscuridad en su interior y parecía que el caballero no respirara, como si fuera solo una armadura animada. Era un caballero imposible de no notar, imposible de no ver o distinguir, no entendía como nadie hablaba de él, no había cotilleos, ni siquiera una mención de él por error, ni siquiera porque después de cierto tiempo cambiaba de armadura; algunas doradas, otras cobrizas, cromadas, color bronce, brillantes como la plata, incluso armaduras oscuras, pero la más esplendida y nunca antes vista era esta de acero azulado, armaduras que ningún otro caballero o noble portaba, armaduras tan lujosas que es obvio que despertarían envidias y aun así, nadie mencionaba ni juzgaba aquellas armaduras ostentosas y llamativas. Era un misterio.

 

Lo único que podía pensar, es que había ordenes de la Reina de que no se hablara de él, ordenes no oficiales que se pasaban de boca a boca y que nadie volvía a repetir después de la primera vez ¿Qué sucedería si alguien hablase de él? Tenía ganas de averiguarlo, pero tampoco quería tentar mi suerte por un simple caballero, ¿para qué perder mi tiempo? Era un riesgo elevado incluso para mí, un riesgo que podría afectar mi vida y a mi familia. El caballero podía hacer lo que le placiera. Seguramente el resto de la sociedad pensaba igual que yo, que no valía tanto la pena.

 

La fiesta en el castillo fue tan esplendida como siempre, no falto la abundancia de comida y bebida, no faltaron los bailes y la música. Mi prometido se mantuvo siempre tan cerca de mí como ese caballero estaba junto a su majestad, parecía una sombra, parecía no querer despegarse de mí, a veces me preguntaba qué pasaría cuando nos casáramos ¿me dejaría en paz? Prefería no pensar en ello, prefería pensar que el amor llegaría y lo comprendería, rezaba porque el amor llegara pronto, para que cuando llegaran los días de matrimonio, fueran días de felicidad y no días de tortura.

 

Ya entrada la noche, su majestad la reina se despidió de la concurrencia, y siguiendo sus pasos también se retiró el caballero, hacia tanto tiempo que había escuchado su nombre por primera vez, pero desde aquella vez jamás he vuelto a escuchar su nombre y lo he olvidado. No le di importancia e inferí que no lo volvería a ver en el resto de la celebración, sin embargo, un poco más tarde en la noche lo volví a ver, lo hallé de pie al lado de la silla de su majestad, aunque esta estuviera vacía; él parecía mirar la multitud y aunque otro caballero se situó junto a él y no llevaba el casco puesto, él jamás retiró el suyo.

 

Era la primera vez que lo veía hablar con alguien y moverse fuera de esa rigidez que lo caracterizaba, me parecía tan asombroso que hablara con alguien que tenía curiosidad, incluso me invadía la tentación de ir y hablarle para saber cómo era su voz, me gustaría saber que tenía para decir, sin embargo, aunque la curiosidad era grande, no estaría bien visto. Me limité a beber y platicar solo en el círculo social en el que ya estaba, después de un rato y con el permiso de mis padres, mi prometido y yo salimos a mirar en las afueras del palacio, admirando actividades y comercios de los plebeyos.

 

-hasta hoy me lo ha recordado mi padre –dijo mi prometido, mientras paseábamos cómodamente por las calles de piedra.

- ¿Qué le ha recordado su padre, milord? –pregunté, cándidamente.

-no hemos ido a pedir el permiso de su majestad la Reina –yo alce las cejas y dibuje una pequeña “o” con mis labios –debía hacerlo antes de hacer correr las amonestaciones –yo me quedé callada, realmente no sabía si debía hacerse antes o después.

-estoy segura que su majestad no se enfadará, podemos ir mañana mismo –le dije con tranquilidad.

-bueno, usted debe conocerla mejor milady –era una parienta cercana, una prima, pero no la conocía realmente, nos tratábamos con respeto, nuestras edades eran muy dispares, además, es su majestad la Reina, muy pocas personas tenían permiso para convivir diariamente con ella, me mordí brevemente los labios y luego sonreí, yo esperaba que realmente no se enfadara su majestad.

-hay que tener fe, milord, solamente eso.

 

Miramos los comercios un rato más y a una hora prudente nos fuimos en el carruaje que nos depositó en mi humilde morada. Al día siguiente, a una hora temprana, como bien habíamos acordado, fuimos a ver a su majestad la Reina. Debido al estatus de ambas familias, su majestad aceptó vernos antes de cualquier audiencia con la ciudadanía. Esperamos unos momentos en un salón ligeramente más privado, pero aun con un trono adecuado para su majestad. En el salón nos hacían compañía dos guardias en cada puerta. Previamente a la entrada de su majestad, se oyeron metálicos, pesados y continuos pasos, hasta que finalmente su majestad apareció en el marco de entrada y con ella, por supuesto, su inseparable caballero y guardián personal, hoy, con una brillante armadura color cobre y relieves por todas las orillas de cada pieza, nunca dejaba de sorprender aquel sujeto con tanta suntuosidad en sus armaduras.

 

Pronto, su majestad la Reina fue donde su trono y con ayuda de su caballero se sentó, sus pies quedaron un poco arriba del suelo, colgando ligeramente, pero con el rostro tan sereno y formal, no había lugar alguno para risas.

 

-su majestad, la Reina Mashiro Kazahana, soberana de Fuuka, hija del alba que gobierna sobre el cielo, la tierra, el mar y más allá de lo que los ojos alcanzan a ver –presentó, una vez más, el secretario que siempre le seguía, casi tanto como el caballero a su lado, entonces, hicimos nuestra respectiva reverencia.

-su majestad –comenzó mi prometido –estoy aquí presente, para rogar su real perdón y suplicar su favor, el motivo de esta audiencia es pedir su consentimiento para desposarme con la dama aquí presente –al instante el caballero que estaba junto a su majestad dio un traspié y se corrigió mucho antes de que la Reina contestara, algo inusual que casi me hace sonreír.

-concedo mi permiso para el matrimonio, ¿y porque ruegas mi perdón?

-cometí el error de comenzar las amonestaciones antes de su permiso, su majestad –entonces Nagi se inclinó, en sincera disculpa, su majestad no dijo nada, se quedó callada unos momentos, a mi lado sentía como mi prometido se impacientaba aun inclinado.

-solo por esta vez lo dejare pasar, único heredero de la casa Homura, ya que tenía conocimiento de la noticia mucho antes.

-apreciamos su grandiosa misericordia, su majestad –contestamos todos, Nagi, mis padres, sus padres y yo, por supuesto.

-pueden retirarse, tengo más audiencias el día de hoy –poco le faltó para decir que eran audiencias más importantes.

 

Entonces su majestad se bajó de su trono de un pequeño salto y salió del salón, con su caballero pisándole casi los pies en aquella pesada armadura de cuerpo completo, en dirección al salón de audiencias donde ya había ciudadanos esperándola. Abandonamos el palacio después de obtener su permiso y regresamos a la residencia de mis padres, donde se planeó una improvisada comida en celebración por el consentimiento de su majestad.

 

En cuanto terminaran las amonestaciones y su eminencia nos concediera una fecha, enviaríamos las invitaciones para el enlace matrimonial, resultaba un poco fastidioso que la iglesia fuera la que diera fecha y en base a ella se determinara el orden de los acontecimientos, pero nada podía hacerse, la iglesia era la iglesia y mejor no ponerse demasiado exigentes, después de todo, queríamos que la ceremonia fuera celebrada en el templo más importante del reino. Sin embargo, eso no impidió que se hicieran los preparativos pertinentes, la celebración, la recepciones y el lugar donde se haría el festejo del matrimonio iba a ser en la residencia de lord Homura, padre de mi prometido, así que ya se había comenzado con el mantenimiento de la propiedad, y aunque siempre estaba dándose mantenimiento, para la ocasión no debía haber ni una piedra fuera de lugar, tanto salones y habitaciones, como jardines y fuentes en un perfecto y magnifico estado, sin mencionar que el convite de bodas tendría como mínimo copas de cristal, porcelana, cubertería de plata e hilo de oro en cada servilleta.

 

No habría ninguna mesura en cuanto al presupuesto, no habría ningún recato en ostentación, se derrocharía oro y plata a manos llenas, después de todo, era el hijo único de lord Homura. Aunque también yo estaba en la misma posición, era la hija única del señor de las tierras surestes, de esta feliz unión se esperaban herederos para ambos señoríos. Antes solía preocuparme cuando inevitablemente asumiera el señorío de mi padre, tenía muchos conocimientos pero también me preocupaba dirigir las tierras, además me preocupaba también que mis pretendientes me asecharan por la expectativa de obtener el poder a través de mí; sin embargo, siendo prometida de Homura, me sentía aliviada, ya que él no me perseguía por las riquezas que poseíamos, tenía total interés en mi persona, no le importaba mi dinero ni el poder porque tendría más que suficiente con lo que heredará, podía respirar tranquila de que dos de mis hijos heredarían dos de los señoríos del reino, claro, a su debido tiempo.

 

Pasaron un par de días y el clima comenzó a ser más fresco al mismo tiempo que comenzaron las lluvias ocasionales, me preocupaba que el día de la boda lloviera mucho, queríamos que se aprovecharan los jardines de la residencia de Homura y aunque se tenían suficientes carpas, no dejaba de preocuparme, quizás estaba preocupándome demasiado.

 

-milady, no debe preocuparse, milord hará hasta lo imposible para que la celebración no tenga contratiempos, confíe en él –aquella noche la lluvia había comenzado tenue y luego, súbitamente comenzó una tempestad que llevaba horas sin detenerse.

-tienes razón Youko, él no dejará que nada arruine la fiesta… por favor, prepara más té.

 

Horas más tarde los vientos se calmaron, pero la lluvia no se detuvo y a cambio comenzó a condensarse una neblina muy espesa acompañada de truenos. Me acosté mientras uno que otro relámpago centelleaba en el cielo e iluminaba la ventana de mi habitación. En un principio me costó mucho trabajo dormir, pero finalmente, en algún punto, mi oído se acostumbró al continuo murmullo de la lluvia y pude sumirme en la densidad de un sueño pesado, descansé plácidamente hasta que sentí algo frio tocarme las manos y algo áspero rodearme las muñecas, desperté en la penumbra de la noche, con la somnolencia empañando mi conciencia hasta que un relámpago ilumino la habitación, mostrándome la figura de un hombre, estaría por gritar cuando me amordazó, me colocó una tela que se aseguró que quedara bastante firme en mi boca y luego me colocó un saco en la cabeza.

 

Mi corazón latió sonoramente mientras sentía como si mi sangre hubiera sido reemplazada con un líquido frio y me costase respirar, estaba aterrada, sentía el frio recorrerme la piel aun cuando no sentía verdaderamente frio, era simplemente el pánico que me había congelado, impidiéndome actuar aun cuando sentía como ese hombre me cargaba en su hombro y me llevaba consigo, no fue hasta que sentí la lluvia mojar mi cuerpo que pude finalmente reaccionar, ¿me estaba llevando con él? ¿A dónde se dirigía? ¿Qué debía hacer? sin embargo, era quizás, demasiado tarde, sentí como se movía subiendo y bajando, pero no pasó demasiado para que el hombre me pusiera sobre el lomo de un caballo y saliera a todo galope, me revolví ante la idea de que tal vez alguien pudiera escucharme, aunque en lo profundo de mi conciencia sabía que era imposible, la lluvia era tan ruidosa que incluso podría ensordecer el traqueteo de los cascos del caballo contra las calles de piedra, ni que decir de los tenues ruidos que alcanzaba a emitir a través de la mordaza.

 

Después de unos minutos de retorcerme, él me sujetó y aunque traté de luchar contra él, era notablemente más fuerte. Entonces me detuve, cansada; un rato después me liberó y entonces me levantó en medio de la cabalgata a todo galope, me levantó de forma que quedé sentada sobre el lomo del caballo y no como me llevaba antes, con el estómago sintiendo el golpeteo del caballo. Una vez que estuve situada frente a sus piernas y sentí la dureza de su armadura, me revolví furiosa y sentí como él luchaba para mantenerme sujetada, le escuché gruñir con fastidio, pero en lugar de desistir de mí, volvió a colocarme como un saco sobre el lomo del caballo y me sujetó firmemente con uno de sus brazos enfundados en hierro. Sentí su mano firme en mi estómago, apretándome con las puntas de sus dedos, mancillando mi piel con el duro metal de sus guanteletes. No volvió a cambiarme de posición, no aflojó su agarre durante lo que me pareció una eternidad en el viaje a caballo, me estrujó el cuerpo, así como estaba arruinando mi vida, llore amargamente mientras me retorcía con violencia, negándome a aceptar este cruel destino, aunque de nada sirvió.

 

Ni los rayos y relámpagos que desgarraban el cielo disuadían a ese hombre del rapto, no se detenía ni titubeaba, aunque a veces los truenos se escuchaban muy cerca, así que mucho menos mis violentas convulsiones le importaban a aquel bandido, aun cuando lo sabía y a pesar de que mis manos y pies estaban firmemente sujetos con unas cuerdas, continuaba intentándolo hasta el cansancio y después, una vez más volvía a revelarme, aunque fuera en vano.

 

No sé cuánto duro el tortuoso viaje a caballo, no sabía con exactitud cuánto fue lo que recorrimos, la lluvia no había aminorado ni por un segundo, por suerte la noche se sentía sutilmente cálida. Después de un largo rato y de forma inesperada, el caballo se detuvo, oí el movimiento de gruesas cadenas, el sonido del metal rozando algo pesado y después de unos momentos, el caballo volvió a moverse sobre una superficie de madera, segundos después oí sus cascos contra la piedra, golpeando fuerte y velozmente sobre charcos de agua, la cabalgata se reanudó, me parecía percibir una inclinación, ¿habíamos entrado a un castillo? el sonido de las cadenas ¿podía ser el de un rastrillo siendo levantado? Mi corazón latió agitado, momentos después el caballo freno sobre sus patas, quizá eran conjeturas apresuradas, pero estaba segura, habíamos entrado a algún sitio.

 

-mi… -alguien, un hombre, es decir, otro hombre.

-shhhh… -oí de cerca, seguro era mi captor.

 

Luego sentí, por el movimiento en el caballo, como mi captor bajó de su montura y yo me revolví, quise gritar, quería revelarme una vez más, sin embargo, me tomó de las piernas y me cargó, me tomó como un costal de papas una vez más, sentí como me puso en su hombro, sentí el duro metal contra mi vientre mientras sujetaba mis piernas a su pecho, resistí el dolor apretando los dientes, mientras poco a poco la lluvia se oía cada vez menos. Los pasos de ambos hombres eran sordos, tal vez caminaban sobre una alfombra. Caminaron una gran distancia, subieron escaleras, caminaron una distancia considerable y finalmente oí el leve chillido de una puerta abrirse, fue entonces cuando mi captor me dejo sobre algo suave, quizá un diván o una cama. Sentí un repentino miedo ¿Qué estaba pensando hacerme ese depravado? ¿por eso me había llevado a una cama?

 

No sucedió nada por unos momentos, me quedé ahí, quieta y sin saber que esperar, sabiendo que mi secuestrador estaba justo delante de mí, aunque no podía verlo, sin embargo, aunque él estaba ahí quieto y sentía su presencia, oí los pasos del otro hombre pasar de largo hasta desaparecer y luego de unos segundos volver para dejar algo sobre algún mueble, muy posiblemente un candil, ya que percibí a través de la tela que me cubría, una luz amarilla. Segundos después oí sus pasos alejarse, fue entonces cuando mi captor me quitó la tela que cubría mi rostro, inmediatamente me encontré con una armadura de hierro, sin adornos, tosca y barata, desgastada por golpes de espada. Busqué su rostro, busqué sus ojos para tratar de descifrar que me esperaba, pero aún no había suficiente iluminación para ver con claridad, el casco no dejaba ver nada de su rostro. Antes de que yo dijera algo él estiro la mano y me libero las muñecas, luego me quitó la mordaza e inmediatamente dio un par de pasos atrás.

 

Fruncí las cejas, aun en medio del cumulo de eventos que no dejaban espacio para pensar, quería verlo, quería ver sus ojos, ver su rostro, saber quién me había raptado, pero él me miró de lejos, se llevó una mano a donde debería estar su boca, mirándome al tiempo que retrocedía, entonces vi cómo retrocedía hacia la puerta.

 

- ¡No! ¡Espera! ¡¡No!! –pero dio la vuelta y salió rápidamente de la habitación, me levanté, pero mis pies aún estaban atados, así que caí al suelo. Con desesperación me liberé, pero fue demasiado tarde, oí como cerraba la puerta y la atrancaba por fuera, golpeé con fuerza, grité, pregunté, rogué, no sirvió de nada, la puerta no se abrió, ni siquiera se movió, aunque golpeé con todas mis fuerzas, inútilmente.

 

Jamás en la vida imaginé una situación similar, cada vez que me advertían de hombres que raptaban a mujeres asumía que solo querían asustarme y ahora que realmente me había pasado seguía pareciéndome una situación imposible, imposible para una mujer como yo, para una mujer de mi linaje, de mi estatus, sin embargo… los hechos estaban en contra. He sido raptada. Esa era mi condición actual. Yo, que había escuchado antes sobre raptos, historias de mujeres que habían sido raptadas por hombres que gustaban de ellas y debido a que no las podían poseer por ninguna otra forma, las raptaban, ya fuera para ser amantes, esposas, prostitutas o simplemente esclavas… era inevitable preguntarme ¿Cuál sería, exactamente… mi destino?

 

Pero, sobre todo, quería saber quién era el desgraciado que me había raptado, ¿porque lo había hecho…? ¿con que fines? ¿lo conocía de antes? ¿sus intenciones eran políticas o simplemente… la ambición de un hombre libidinoso? ¿Qué lo había motivado? ¿Por qué a mí y no a otra? ¿Por qué?

 

Golpee la puerta hasta el cansancio, hasta que agotada resbale hasta el piso y volví a llorar, derramando lagrimas sobre mi ropa interior ya mojada, si tenía suerte enfermaría y moriría, entonces así no le serviría de nada a aquel horrible sujeto. Pero, no podía tener tanta suerte. Continuaba en el frio piso de piedra cuando oí pasos acercarse, oí como destrancaron la puerta, entonces me levanté, dispuesta a atacar a quien estuviera ahí, pero no espere ver a una chica con ropajes en los brazos, me desarmó inmediatamente. Ella ingresó a la habitación y luego alguien desde afuera cerró la puerta, no estaba sola.

 

-milady, soy Akane, le ayudare a asearse –deje caer los hombros y me levante del suelo; era una doncella de servicio, con suerte solo sería una sirvienta y no una esclava, que, en cualquiera de los casos, solo cumplía órdenes y por lo que se podía ver, por ahora no estaba sola, sin embargo, si utilizaba bien la situación, esta mujer podría ser de utilidad. La mujer tomó el candil que habían dejado anteriormente y con una vela comenzó a iluminar todas las velas del candelabro que colgaba del techo, fue así como la habitación se ilumino mucho mejor –milady –entonces se volvió hacia mí -voy a quitarle los interiores que están mojados -dijo, luego de dejar las ropas en el diván donde había estado. Levante los brazos, aceptando silenciosamente al mismo tiempo en que descubría la habitación; se notaba, a parte del diván, un lavabo, un escritorio y un ropero, además, había dos puertas en la pared izquierda, miraba las velas que había encendido antes cuando la puerta volvió a abrirse, entonces entraron más sirvientas, llevando una tina además de cubetas y cubetas de agua humeante.

 

Akane continúo quitándome los interiores mientras las demás mujeres trabajaban, una vez que terminaron, así como habían entrado se retiraron. Ni siquiera habían volteado a verme así que no tuve mucho tiempo a sentir vergüenza por mi desnudez ante tantas personas. Luego, acompañada de Akane entré a la bañera, sentí poco a poco como el calor del agua entibió mis extremidades y regresó la sensibilidad a las puntas de mis dedos, que ahora notaba se habían enfriado; la doncella se encargó de tallar mi cuerpo, quitar la suciedad que me había salpicado, lavar mi cabello, masajear ligeramente ahí donde había tenido las cuerdas sujetándome, para después secarme con extremo cuidado cuerpo y cabello, vestirme y cepillarme. Al terminar, me llevó a través de una de las puertas que estaban en la pared, puertas que daban a una habitación que era parte de la misma estancia, en esa habitación había una cama y frente a ella, una chimenea que en la que colocó leña y encendió el fuego, entonces se despidió y salió de la habitación. Desde mi sitio pude ver como las sirvientas anteriores volvieran a aparecer y retiraran todo de la habitación en uno de los más perfectamente sincronizados trabajos que había visto.

 

Cuando la última de las doncellas recogió la última cubeta con agua, abandonó la habitación y la puerta se cerró, siendo atrancada una vez más. Solo pude suspirar desde mi sitio, a un lado de la cama. Miré la estancia que ahora me tenía cautiva. Era grande, bastante grande, de hecho, tenía dos puertas de entrada que muy seguramente estarían atrancadas. Me senté en la cama y vi los demás muebles en esta parte de la habitación, había un sofá justo frente a la cama, esta última era grande y con dosel, más adelante, había una mesa y dos sillones sobre una alfombra, fuera de aquello, no había muchas cosas, solo varios leños y… un par de ventanas que apenas notaba. Me levanté de la cama como un resorte y miré hacia afuera, llovía mucho y había mucha oscuridad, pero también relámpagos y uno de ellos iluminó lo suficiente el cielo como para poder ver el exterior, logre ver un gran y amplio patio de armas, puertas a lo que parecía un cuartel, reforzadas murallas y torres de gran espesor, y si mi vista no me fallaba, a lo lejos lograba ver un pozo, el lugar era sumamente amplio y no alcanzaba a ver la entrada, así que era un castillo más grande lo que había imaginado, tal vez mi captor estaba usando el castillo de su señor, o tal vez su señor le había ordenado raptarme.

 

El relámpago se dispersó por el cielo y momentos después la oscuridad volvió a hacerse presente. La lluvia continuaba y la neblina se hacía cada vez más densa, la temperatura aun no era demasiado fría, pero sentía el cuerpo magullado, así que fui a la cama y me metí en ella, las sábanas eran aún más suaves que aquellas que vestían mi cama, además, había una fragancia floral en ellas. En un principio creí que me costaría trabajo poder dormir, pero caí en un sueño profundo demasiado rápido, sorprendentemente no volví a despertarme hasta que la misma doncella entró a despertarme a la mañana siguiente.

 

-milady, milady… -escuché en la lejanía –milady, soy Akane, le he traído el desayuno –me sentí tan perdida que no supe ni quien era yo en ese momento, me levanté con los ojos cerrados, me pusieron el desayuno en la cama y comí como autómata, debí haber tardado una eternidad comiendo, luego, al terminar volví a acostarme, y por increíble que pareciera, volví a dormirme.

 

Horas después desperté por mí misma y no recordaba siquiera haber desayunado. Al principio, luego de despertar en un lugar desconocido, me sobrevino la confusión, después recordé todo, me habían raptado. Me levanté en dirección a la ventana y entonces la descubrí cubierta por una tela desde afuera, más aún, a pesar de que había una protección de hierro, las puertas de las ventanas estaban atrancadas por un candado, no querían que viera el exterior. Había sido un poco tarde porque ya lo había visto pero no dejaba de ser molesto.

 

Regresé a la cama y me quedé ahí sentada, me apoyé en el respaldo con la sedosa colcha hasta la cintura. No me quedaba otra cosa que hacer, no se veían libros, no tenía más ropa que los interiores que llevaba puestos y ni que decir de zapatos, por suerte la alfombra que vestía el suelo era bastante grande. Un rato más tarde, oí como destrancaron la puerta y la misma doncella, Akane, apareció con una bandeja con comida en ella, sería la hora del almuerzo, me dije.

 

-espero que también le agrade el almuerzo, milady –entonces yo la mire confundida ¿también?

-pero ¿es que…? –y entonces recordé vagamente la comida de horas más antes –he tomado el desayuno también…

-sí milady, estaba muy cansada, pero lo terminó todo –me quede anonadada, nunca me había ocurrido algo así –creo que es momento de decirle que me han asignado su cuidado milady, lo habría dicho antes, pero no quise importunarla.

- ¿comprendes lo que me ha sucedido? –le dije, con las cejas levemente fruncidas –me han raptado ¿Quién es el señor de este castillo?

-lamento informarle milady, que se me ha prohibido darle información, pero si se me ha informado de su condición…

- ¿prohibido? ¿tu lord te lo ha prohibido? –dije en pregunta, ¿sería posible que si fue un lord quien me raptó?

-como decirlo… ¿tal vez Sir…? ehm, milady, de hecho… -se detuvo ella entonces, incomoda, quizás pensando que se le escapo aquella información –no puedo decir nada, milady…

-comprendo –un sucio lord, que también me parece es caballero, me había raptado, aunque también seguía pensando que quizás estaba usando el castillo de un lord a sus espaldas, ya que me había parecido que el castillo era demasiado grande - ¿Qué es lo que puedo saber, entonces?

- ¿Qué es lo que quiere saber, milady?

- ¿el castillo pertenece al… Sir?

-así es milady.

- ¿fue él quien me raptó? –la pregunta la hizo parecer incomoda, pero también asintió - ¿Qué interés tiene en mí?

-eso no puedo saberlo, milady, solo soy una de las doncellas… -me quedé callada, como si el dueño del castillo le fuera a decir sus intenciones a una doncella -lo único que puedo decirle, milady, es que s… no es una mala persona.

 

Me sentí tentada de reírme al instante, pero la observé mejor, vi en sus ojos devoción, admiración, respeto, fidelidad… una persona así haría hasta las más horribles cosas por el sujeto de aquella devoción. Por eso estaba ahí aquella doncella, atendiéndome de buen humor ¿estaría enamorada de aquel hombre?

 

- ¿lo respetas? ¿lo amas? –ella me miro un poco asombrada.

-no iría tan lejos como para amarle, pero sin duda tiene mi aprecio por lo que hizo por mí –la mire curiosa.

- ¿lo que hizo? ¿Qué hizo por ti? –pregunte, sin poder resistir la curiosidad.

-me rescato, me llevó dejos de mi casa y un destino peor…

-es decir, también te raptó… -cualquier expectativa se derrumbó, era un hombre despreciable.

-no milady, no es…

-no importa, se ve que es lo único que sabe hacer…

 

Ella no respondió nada y yo dirigí mi atención a la bandeja con comida, suspiré, entre molesta y ofendida. Un sujeto de la peor calaña, un truhan, un bellaco, un bandido, un sucio rufián pérfido, ruin, infame… canalla… tome los cubiertos enfadada y corté la carne que me habían servido. De ser cierto lo que decía la doncella, seguramente pasaron unas cuantas horas luego de haber llegado al castillo cuando me sirvieron el desayuno, pero ¿Cuántas? ¿podría hacerme una idea de cuánto tiempo me llevó en cabalgata aquel rufián?

 

-Akane… -le dije al terminar un bocado - ¿Cuántas horas dormí antes del desayuno? –no sabía si me respondería con sinceridad, pero al menos me haría una idea.

-bueno milady, recuerdo que usted llego apenas una hora antes del amanecer, así que debieron ser… -ella se quedó pensando, contando, quizás –unas… unas cuatro milady.

 

Supuse que sería más difícil que la doncella hablara, pero en realidad la información que necesitaba me la dio antes… una o cuando mucho dos horas antes del amanecer, es decir, las de las cuatro a las cinco de la mañana, de modo que quizás habían sido unas cuatro horas de viaje a caballo… ¿Qué castillo había a cuatro o cinco horas de la capital del reino? Me puse a pensar, estrujándome el cerebro, no conocía de ningún castillo a cuatro horas de la capital, en ninguna dirección, tal vez fueron más horas de viaje, pero aun así… ah, había escuchado de un castillo en el noreste, sus señores habían muerto y se decía que estaba abandonado, pero no eran cinco ni seis horas, eran muchas más, por lo menos diez y con relevos ¿podía un caballo correr tan rápido en tan poco tiempo y sin descanso?

 

Imposible, me dije, no hay modo, a menos que sea otra clase de criatura, pero estoy muy segura que era un caballo. Corté la carne con lentitud mientras procesaba la información… estaba estrujándome la cabeza, luego miré a la doncella, que sacudía polvo de los sofás cerca de la chimenea. Si le preguntaba directamente ¿Qué me contestaría? Había dicho que no podía hablar sobre su empleador… la miré luego revisar bajo la cama y sacar la bacinica, vacía, por cierto.

 

-ya que esta… limpiando eso -le dije, deteniendo los cubiertos –no es propio de una dama decir esto, pero apreciaría ir a la letrina –una dama no hablaba de esos temas con un desconocido, pero la situación lo ameritaba.

-milady… no puede ir… -dijo un tanto incomoda.

- ¿Cómo? –le dije al momento, asombrada - ¿acaso pretende tu bárbaro Sir que una dama como yo haga mis necesidades en tan… arcaico instrumento? –le pregunté, escandalizada y asombrada.

-bueno milady… no dejó una instrucción exacta, pero dijo que no podía salir…

- ¿podrías hacer el favor, Akane, de preguntarle? –ella miro a los lados y parpadeo repetidamente.

-es que… s… Sir ha salido del castillo, no sé cuándo vuelva…

- ¿y no hay alguien más a quien preguntarle? …Akane, esto es una necesidad, no un lujo.

-iré a preguntar, milady…

 

Quiero dejar bien en claro que esta obra no está aproximada a fechas y épocas exactas, en el más estricto sentido de que hay cosas que no son contemporáneas unas con otras, como por ejemplo el uso de cubertería, los diferentes colorantes de cuero en los libros, las diferentes coloraciones textiles, el uso de sombrero, las pantuflas, el consumo de té, las técnicas de templado y algunos otros materiales, el uso de fragancias, tinas, ropajes, tipos de joyas, estilos de peinados con diferentes accesorios, además de diversas herramientas o artefactos, e incluso algunas cosas de arquitectura, así como algunos detalles en las fiestas derivadas de usos y costumbres, y por supuesto, no hay ningún tipo de referencia a alguna doctrina existente y por lo tanto, todo en ese aspecto me lo he inventado por completo, agregando a esto a que el reino es completamente ficticio y mi única pretensión es basarme en la edad medieval europea. He investigado algunas cosas y hay otras que las sé porque son parte de mis conocimientos, sin embargo, he de recalcar que no soy especialista en el tema, por ello he manejado muchos detalles de esta manera porque también así me conviene para describir ciertas situaciones de una forma mucho más cómoda.

 

Capítulo 2.

 

La doncella llegó a la puerta, tocó varias veces y luego salió. Me relajé un poco estando a solas y continúe con el almuerzo, tardó bastante rato la doncella hasta que finalmente regresó, para esto, yo ya había terminado mis alimentos dejando la bandeja a un lado y tenía cierta urgencia. Cuando ingresó en la habitación llevaba algunas cosas en los brazos, pude distinguir prendas.

 

-milady –dijo, presentándose de nuevo –he hablado con la gobernanta y s… Sir ha dejado algunas instrucciones que aún no sabía, mis disculpas milady, s… Sir dejo dicho que puede moverse solo desde las letrinas del extremo del pasillo, hasta las escaleras en el extremo opuesto, sin descenderlas y… no puede asomarse por las ventanas, tampoco puede ir a la biblioteca, ni el comedor, la capilla, el patio, los jardines o los establos… lo siento milady… -yo asentí en silencio, era más de lo que había imaginado.

-no importa Akane, solo necesito ir a las letrinas… -entonces me levanté, quité la colcha y mis pies quedaron al aire, sin zapatos que los cubrieran. Me quede pensando unos momentos ¿debería ir sin zapatos? Dos segundos después la urgencia de mi cuerpo me dijo que no importaba.

-milady, le he traído medias, zapatillas, vestidos y ropa interior, todo nuevo y en perfecto estado –alcé las cejas, vaya, llegué a creer que me dejarían vivir como una salvaje.

-gracias Akane, las zapatillas primero, por favor, la situación es urgente.

-pero milady, fuera está un guardia y no sería apropiado para una dama…

-no lo sería, no, pero tu Sir me trajo en ropa interior a toda velocidad anoche ¿Qué más recato me queda después de eso?

 

Dije eso, pero Akane tenía razón, al abrir y salir de la habitación, había un guardia fuera de mi puerta, me dio vergüenza en ese momento, pero sirvió mucho que el hombre ni siquiera me volteó a ver; sin embargo, detallé que el guardia llevaba sobre la ropa una cota de malla sujeta por un cinturón de cuero, del cual colgaba una espada y en la mano derecha sostenía una lanza. Para ser un guardia de interior, llevaba demasiado… pensé que sería una simple coincidencia, pero al llegar a las letrinas, las que se encontraban justo en la esquina que daba vuelta al pasillo, encontré otro guardia de igual indumentaria… y por si no fuera suficiente, al final del pasillo, a lo lejos y justo frente a unas puertas, se notaban otros dos guardias más, tal parecía que este Sir no subestimaba a nadie.

 

Aunque incomoda y aún bajo la supervisión de Akane, entré a la letrina a hacer mis necesidades, una vez que había terminado, miré alrededor, cada ventana estaba cerrada y tapada. Exhalé, no se había dejado un solo detalle… obviamente al ver las ventanas de la letrina y las ventanas de los pasillos tapadas por fuera, no hubo otra cosa más que resignación para mí, pero por otro lado sentía curiosidad ¿Por qué no deseaba este Sir, que mirara el exterior? ¿acaso no quería que reconociera el lugar? Aunque era una tontería, ya había visto una parte, todo eso solo hacía que el castillo se mirase más lúgubre, más oscuro, más húmedo, como si perpetuamente fuera de noche, con todas aquellas antorchas, aunque sabía que no era de noche por el pequeño filo de luz que entraba por algunos extremos.

 

Solo pude suspirar mientras regresaba a mi habitación acompañada por la doncella, lo único bueno del pasillo es que era muy largo, al menos unos cuarenta metros entre los que había un par de puertas hasta llegar a la puerta de la habitación donde me mantenían, incluyendo al custodio. Al llegar ahí, me detuve unos momentos para mirar el resto del pasillo. Por lo que podía ver, mi habitación estaba justo en medio de aquel corredor en el que habría unas tres habitaciones como la mía y al final, en el extremo del pasillo había un guardia más al pie de, lo que podía discernir, era el inicio de escaleras que llevaban a un piso superior. Emití un corto suspiro, un guardia más… sin duda el hombre que me mando a raptar no quería que tuviera la más mínima oportunidad… entrecerré los ojos, mirando las antorchas de los lados… ¿Cuáles eran sus intenciones?

 

Finalmente, entré a mi habitación y me senté en la cama, me quité las zapatillas y subí los pies mientras oía a la doncella recoger la bandeja y salir de la habitación. Tenía miedo de preguntar, no sabía si sería bueno lo que me respondería la doncella o si podría responderme, ella tenía razón, era solo una doncella… a la que le habían prohibido hablar de su señor… solo no comprendía porque ¿Por qué no podía hablar de él? ¿ni siquiera su nombre? Debía haber algún interés político… Entonces, la puerta volvió a abrirse y apareció Akane, una vez más y ahora con unos libros en la mano que dejó en la mesilla junto a la cama.

 

-milady, le he traído unos libros por si le apetece leer algo, aunque no puedo garantizar nada porque no se leer –entonces alcé las cejas.

- ¿no sabes leer? –le pregunté, francamente sorprendida, sorprendida ante la perspectiva de que fuera necesario que una doncella de servicio tuviera que saber leer - ¿ni lo más básico? -pregunté con un sarcasmo que no permití que se notara.

-no, milady, pero su señoría siempre dice que todas debemos aprender a leer y escribir…

-bueno… es lo único bueno que oigo de tal personaje… -entonces estiré un brazo y sostuve un libro, todos ellos eran de leyendas y el ultimo, si mis ojos no me engañaban, era uno de esos escandalosos libros de romance.

-s… Sir no es tan malo, milady, sé que todo tomara su forma a su debido tiempo, todas estamos de acuerdo.

- ¿todas? –pregunté, dejando en paz el título del libro que sostenía - ¿te refieres a las demás doncellas?

-sí, milady, todas hemos sido salvadas por s-Sir.

-entonces supongo que piensan que me ha salvado… -ella se quedó callada –pues no es verdad, hasta ayer estaba feliz porque en unas semanas seria mi boda, con un buen y educado hombre, de buena casa y familia, no necesitaba ninguna ayuda…

-no lo sé, milady, pero yo no juzgare a s-Sir tan rápido… si algo he aprendido aquí, es a escuchar antes de juzgar, s-Sir tiene un buen corazón y jamás…

-Akane, no quiero ser aguafiestas… pero por ahora no quiero saberlo… me gustaría saber dónde estoy, porque estoy aquí, quién me trajo, ¿comprendes?

-comprendo milady… -ella se quedó callada, mi táctica de hacer una pregunta para obtener información de modo subliminal, no había funcionado, de ser así, ella habría respondido mis preguntas inconscientemente - ¿quiere que la vista? ¿Qué le arregle el cabello? –negué, lentamente con la cabeza.

-estoy bien así, leeré en la cama… solo… ¿podrías traerme un poco de té?

-sí milady, se lo traeré lo más pronto posible –yo asentí en silencio mientras volvía a taparme con la colcha.

 

Lo cierto es que tenía mucho tiempo que no pasaba tanto rato en la cama. Claro que, eso no duró demasiado, me quedé en la cama los primeros días en una apatía total, leyendo, durmiendo, comiendo, yendo a la letrina… hasta que al tercer día ya estaba harta. Entonces dejé que Akane me vistiera, me pusiera las medias y las zapatillas, y bajo la mirada atenta de todos mis guardias me puse a caminar por los largos pasillos sin sobrepasar mis límites. Si tengo siete guardias custodiándome, casi doy por sentado que hay muchos más. ¿Quería acaso que no mirara el exterior para no ver cuántos guardias había ahí afuera? ¿tendrá un ejército acaso? Pensé que aquella sería una posibilidad, y, aunque fuera inútil, en una de las pocas veces que estaba sola, pegue el oído a la ventana, tratando de escuchar voces, para así hacerme una idea de cuantos hombres había, claro, fue inútil, no escuché absolutamente nada.

 

No estoy confinada en una torre, eso me queda claro, por ello las ventanas estaban aseguradas y tal vez este piso no fuera el más alto, o quizás si… de todas formas, no podría saltar por una ventana… ¿Quería escapar? Sí, sí quería escapar, aunque fuera una locura, aunque todos mis instintos me decían que era mala idea y que seguramente no hay posibilidades, después de todo, seguramente hay dos guardias en cada esquina, sin contar a aquellos que estarán en las murallas, las torretas y almenas. Pero, aun así, quería escapar… lo terrible del caso es que solo era una dama bien educada, no sabría cómo enfrentarme a un hombre armado.

 

Suspire una vez más y me deje caer en la cama, mi mejor opción es la resignación y tratar de estar tranquila… hasta que vuelva ese sujeto. Si él se había ido, no quería esto decir que él simplemente me dejaría aquí; va a volver y cuando vuelva ¿Qué decidirá hacer conmigo? Vamos, no es difícil de saber… querrá que haya intimidad, todos los hombres quieren eso, y en el peor de los casos, me tomaría como a una… como a una pelandusca… solo me quedaba rogar porque esa situación no se hiciera realidad y de ser así… ruego a cualquiera de los dioses que mi padre busque por mí, que busque hasta debajo de las rocas y encuentre a la bestia que me secuestró para que lo despelleje vivo…

 

Quizá fue ese pensamiento el que me dio un poco de tranquilidad y en los días siguientes es como volví a retomar la lectura. Termine el primer libro en dos días y luego tomé el de escandaloso romance, por increíble que me parezca, lo termine en un día. Este último hablaba del romance prohibido entre una joven señora y el vasallo de su esposo, de cómo su enamorado el susurraba palabras de amor a través de una puerta, para no verse ni tocarse y así no caer en la tentación de la carne, amándose a través de las miradas y las palabras… terminé de leerlo sumamente azorada, justo cuando hacía a un lado el libro para despejarme leyendo otro, entró Akane, traía la cena.

 

Me sentía un poco apenada por haber leído semejante obra pecaminosa, pero el rubor en mi cuerpo no se notaría por la tenue luz de las velas. Akane ya se apresuraba a poner la bandeja sobre la cama, pero me levanté y pedí dejarla en la mesa que estaba frente al hogar, donde estaban los dos sillones; me puse las zapatillas y me sujeté bien la bata a la que ya me estaba habituando, para terminar así, sentándome frente a la pequeña mesita. La doncella se quedó de pie, a un lado del sillón mientras yo corté la carne. No conocía bien a la doncella así que siempre me sentía incomoda cuando se quedaba de pie mirándome.

 

-Akane… -le dije una vez terminé un bocado - ¿podrías sentarte en el sillón frente a mí? –la vi alzar las cejas –no me habitúo a tener a alguien de pie, mirándome fijamente…

-entiendo milady –entonces se sentó - ¿así está mejor? –yo asentí.

-soy una dama noble, no lo niego, pero…

- ¿nunca ha tenido doncella? –volví a negar – ¿su doncella tenía otro trato con usted?

-sí, ella no se quedaba a verme comer… y obviamente sabía todo de ella, siempre ha vivido conmigo… -me entristecí al recordar a Youko, ella me había advertido sobre esta situación y jamás la tomé en serio…

-puedo contarle sobre mí, milady –la regrese a ver, alzando las cejas.

- ¿sobre ti? ¿en serio? –ella asintió -entonces cuéntame… -si es que hay algo interesante para escuchar, pensé.

-soy de un pueblo en el extremo sur –me di cuenta entonces, que ella muy seguramente vendría de las tierras de Homura, pero no se lo dije a ella -llegando casi a la costa, uno de los pueblos más remotos del reino, aunque no el más lejano –alcé las cejas con interés –tenia a mis dos padres, once hermanos… la mayoría de mi niñez la pase descalza, éramos muy pobres, pero de alguna manera mi padre se las arreglaba… solo que un día, un hombre viejo me notó, comenzó a seguirme, me seguía todos los días y después de un tiempo hizo un trato con mi padre y me desposó…

- ¿eres casada? –le pregunté con asombro, no podía ser mayor que yo…

-lo era… mi esposo me golpeaba, al principio no, pero… unos meses después comenzaron los maltratos, en un principio empujones, luego bofetadas, luego tomaba el garrote… lo soporté algún tiempo, hasta que un día tuve la bendición de que, mientras me golpeaba y yo gritaba por ayuda… -ella se quedó sin palabras, imagino que recordaba la escena justo en ese momento, como si hubiera regresado al pasado –apareció su-Sir, con su armadura bruñida como la plata, su espada cayó sobre el hombro de mi esposo y lo corto hasta el estómago… como si hubiera sido mantequilla, un poder asombroso…

-entonces eres viuda… -ella asintió –y este… caballero es el responsable… -ella volvió a asentir - ¿es que acaso no le dijeron nada los residentes?

-claro que no, nadie se atrevería a ir en contra de s… Sir y su palabra, pero aun así me llevó para que no tuviera problemas futuros, me dio ropa, zapatos, una habitación, un salario e incluso me ha dicho que debo aprender a leer, nadie en el reino lo había hecho antes, nadie se había preocupado tanto por mí.

 

Me quede callada, ciertamente la aparición de este caballero en la vida de esta pobre plebeya era una bendición y estaba, entendiblemente, agradecida con él, pero de todas formas no me fiaba, ¿Qué tal si lo había hecho para expiar un pecado? Un acto de bondad por algunos horrores cometidos… quizá era en verdad afortunada esta doncella y ella le servía de ejemplo para que los demás plebeyos lo creyeran un auténtico caballero, algo así como una emisaria de él, quizá simplemente lo hizo premeditadamente… me niego a creerlo una buena persona.

 

-bueno, has tenido una suerte increíble, Akane, te libró de una vida llena de maltratos…

-no solo a mí, milady –me interrumpió –casi todas las doncellas, incluida la gobernanta, han sido rescatadas por s-Sir, siempre que encuentra injusticia sobre las mujeres, actúa, es aliado de nosotras, todas en estas tierras tenemos fe y confianza, por eso milady, sé que usted no está en peligro y hay una razón para su estancia –yo exhalé pesadamente.

-fe y confianza… he… un aliado ¿de quién? ¿de los plebeyos? ¿de las damiselas? ¿de su lujuria?

-no milady, su señoría jamás se ha involucrado con nadie, absolutamente nadie… ni hombres, ni mujeres –la información me dejó sin palabras ¿nadie? ¿es posible que un caballero así existiera? Entonces recordé el libro escandaloso de la biblioteca ¿sería de él? ¿creería en ese concepto del romance? ¿aguardaría esperando a una dama imposible? Pero eso no tenía sentido, me negaba a creerlo.

-eso no puedes saberlo, Akane, no le acompañas a cada momento como para asegurarlo.

-puede que no lo haga, milady, pero no tengo dudas sobre s-Sir.

 

La perseverancia y firmeza de Akane me hacían dudar, más aún cuando recordaba el libro recién leído, ¿sería posible? Un caballero así solo era posible en el fantasioso mundo de los libros, Youko siempre lo decía, claro que Youko a veces era un poco amargada porque la habían dejado plantada en el altar, pero lo decía por una razón, no era algo sin fundamento. Entonces una vocecilla susurro en el fondo de mis pensamientos: “¿le hiciste caso a Youko en su opinión de los hombres, pero desestimaste sus prevenciones sobre los raptos?” …entonces, eso quería decir que Youko siempre había tenido razón en todo, por lo que no era posible que existiera un hombre así, tal vez, ni siquiera mi padre…

 

-Akane… no pretendo tener un conflicto contigo, no comparto tu opinión, así que cambiemos de tema a uno que sí sea de mi interés.

-comprendo milady… pero… debo decirle antes que me han dicho que mañana vuelve s-Sir, y estoy segura de que querrá hablar con usted, es una buena persona, pero tampoco haga que se enoje.

 

La amenaza implícita me irritó ¿no hacer que se enoje? ¿Qué podría ser peor para mí en esta situación? ¿Que el canalla se enoje y me asesine? ¡Quizá sería la mejor solución! Así ya no tendría que vivir la vergüenza que viene con esta deshonra. Después de haber sido raptada, nadie me querrá en matrimonio, aun si en verdad no llega a suceder nada, será una marca de por vida, de modo que mi vida esta arruinada por completo… ¿y esta mujer se atreve a defender a ese truhan? Claro, ella ya estuvo casada y su situación es otra, no tiene ya de que preocuparse, incluso su situación es mejor que la mía.

 

-gracias –le respondí, molesta –ya no quiero seguir hablando, llévate los libros de la mesa y luego regresas por la charola.

-entiendo milady –se levantó del sofá y fue por los libros –con su permiso.

 

Estaba tan molesta que hasta que terminé de comer recordé la información de gran importancia que me había dicho la doncella: “Mañana vuelve” …y esta vez creo que la doncella tenía razón, muy posiblemente querrá hablar conmigo ¿o será posible que no? Me levante del sofá y caminé por la estancia ¿hay alguna posibilidad de que me deje aquí para siempre? ¿Qué me deje aquí como una presa? ¿o podré verle y al fin obtener respuestas? Suspiré, piensa positivamente, piensa que, si te entrevistas con él, entonces sabrás a que te enfrentas, piensa eso, piensa eso… caminé en círculos mientras mordisqueaba uno de mis dedos, si al menos hubiera visto algo de él aquella vez que me trajo… pero todo estaba tan oscuro y llevaba armadura de manos a pies, obviamente llevaba el casco, jamás pude mirar sus ojos… lo curioso es que se llevó una mano a la boca, como si hubiera pensado algo al verme y luego desapareció. Era una reacción que me causaba intriga.

 

Si al menos hubiera visto sus ojos y su expresión, sabría a que me enfrentaba… ya que estaba en ropa interior, él pudo haberme visto con lujuria, o tal vez su reacción sería una de horror y gusta de los caballeros… o sintió asco… o se dijo a sí mismo en ese momento que necesitaba un baño caliente… pudo haber sido cualquier cosa esa expresión si no sé cómo lucia su rostro dentro de ese casco…

 

Volví a suspirar y me senté en la cama. Akane tenía razón en una cosa, debía ser prudente con él, si en verdad es el dueño de este castillo significa que tiene poder y como alguien similar, sé que debe odiar que vayan en su contra o que lo enfrenten, además, está en una posición de poder, me tiene en su mano, puede hacer lo que quiera conmigo, lo mejor será tener una actitud dócil, aunque sea solo en apariencia.

 

Poco después volvió Akane y recogió la bandeja, se despidió deseándome buenas noches y se marchó. Lo cierto es que ella era una persona leal a su señor, a pesar de todo casi nunca me dio información demás, ni la ubicación, ni el nombre, ni porque tapaban las ventanas, no dijo absolutamente nada, habló de muchas cosas como para convencerme a cambiar mi opinión, pero no más, casi parecía que quería volverme una creyente de su amo, una lástima y pérdida de tiempo porque eso no ocurriría. Al final, me quité la bata y me deslicé al interior de las colchas, ¿ya cuantos días habían pasado? Si contaba bien, mañana cumpliría una semana atrapada aquí…

 

Leí el último libro que quedaba hasta que las llamas en la chimenea comenzaron a menguar, entonces me levante y puse más leña, al regresar dejé el libro en la mesita de al lado y me tape hasta los hombros. Estaba cansada de pensar y por suerte dormí profundamente hasta la mañana siguiente, en la que debo agregar, que Akane entró un poco más temprano de lo usual.

 

-milady… -oí el susurro –buenos días, milady –entonces apreté los ojos y los abrí –debe levantarse.

-buenos días –contesté mientras me sentaba en la cama.

-milady, prefiere el baño antes del desayuno ¿o después? –la mire con las cejas fruncidas y luego me mire la ropa interior ¿olería mal? Acerque mi nariz a mis costados, pero no detecte un mal olor.

-bueno, supongo que me he estado dejando al abandono…

-no milady, su señoría ha pedido que se asee antes de verle –entonces fruncí las cejas, ¿insinuaba que apestaba? Que descaro, que ofensa, pero quizás sería lo mejor… me aclaré la garganta y contesté.

-antes del desayuno, Akane, por favor.

 

Vi entonces como fue a abrir la puerta de la otra estancia y oí como entraron varias doncellas cargando todo el instrumental requerido, cubetas, la bañera, toallas, frascos… así que ya estaba en el castillo y pronto lo vería. Exhalé, un tanto nerviosa. El baño estuvo listo minutos después, humeante y con olor a lavanda. Akane me ayudó a desvestirme y entonces me deslicé en el agua caliente y perfumada, me tallé los brazos con suavidad y calma mientras Akane lavaba mi cabello y otra doncella tallaba mis piernas. El proceso demoró muy poco con tanta ayuda, pero sin duda sirvió para calmarme y sentirme menos nerviosa.

 

Mientras me secaban y peinaban, las demás doncellas sacaron los utensilios del baño en perfecto orden al mismo tiempo que otras servían el desayuno. No cabía duda alguna de que el mandamás estaba en casa, mientras no estuvo, solo Akane traía el desayuno, pero ahora hasta había una flor en medio de la mesa. Además, una vez que terminó mi arreglo personal y mi vestimenta, con zapatillas y medias incluidas, a los segundos de haberme sentado, repentinamente entro más luz en la habitación, me giré sorprendida y encontré que habían retirado la tela que ocultaba el exterior del castillo. Quise levantarme a mirar por la ventada, pero me conformé con ver las nubles blancas paseando por el cielo en la lejanía.

 

Con la luz del día iluminando el desayuno sentí que comí diferente, incluso me acerqué a oler la flor silvestre que habían dejado en un pequeño y estilizado jarrón de vidrio, no conocía de flores, pero su color purpura intenso me parecía especialmente bello. Al oler la flor de cerca descubrí que carecía de una fragancia, pero no dejaba de ser hermosa, me pregunté si habría algún jardín en el castillo.

 

-Sir la ha traído para usted, milady –casi al instante torcí la boca y quise no contestarle a Akane, pero mis modales fueron más fuertes.

-entiendo, gracias Akane… -entonces tomé los cubiertos y comencé a desayunar. Terminé la comida relativamente rápido ya que el lapso para el aseo había incentivado mi apetito, sin embargo, una vez que levantaron los platos del desayuno y se quedó solo la flor, me quedé esperando en el sofá, tenía ganas de preguntar: “bueno, ¿y ahora qué?”. Me pegué al respaldo del sillón y moví los dedos nerviosamente, esperando. Esperé un largo rato hasta que harta, ya me disponía a cuestionar a Akane cuando tocaron la puerta.

-vamos milady, su señoría desea verla –inspire lentamente y sentí como el estómago se me revolvía, luego exhalé y me puse de pie.

 

Siguiendo a Akane, salimos de la habitación en dirección a las letrinas, sin embargo, esta vez no paramos en aquella esquina y continuamos hasta llegar a las puertas que custodiaban un par de guardias, los mismos que había visto ya en varias ocasiones. Contiguamente a las puertas había unas escaleras y por unos segundos sentí curiosidad por saber a dónde llevarían, solo que la curiosidad por ese camino se esfumo cuando los guardias abrieron las puertas que daban paso a un largo corredor a mi derecha, de al menos cincuenta metros, en el que al final había unas grandes puertas que se encontraban cerradas, la curiosidad volvió a aguijonearme. Akane se dirigió al otro extremo del corredor en el que había puertas iguales, dio unos breves toques y abrieron desde el otro lado de las puertas otros dos guardias más y por lo que se notaba más adelante, había otro guardia… ¿Cuántos había? Me parecía exagerado.

 

Cruzamos las puertas y continuamos por otro pasillo muy similar al anterior, un homologo inverso del pasillo que había frecuentado en mis ya más de siete días de estancia; con muchas ventanas a mi derecha y puertas a mi izquierda, el pasillo daba vuelta, pero no llegamos a la esquina, si bien todas las puertas que había visto estaban cerradas, al llegar a la última puerta fue inevitable detenerme frente a ella. Aquella última puerta estaba abierta y la luminosidad que se percibí llamó poderosamente mi atención, dejé que la doncella continuara mientras yo alcé las cejas con asombro, a pasos lentos ingrese al salón que estaba abierto, luego Akane se dio cuenta de mi ausencia y me llamo en voz baja, pidiéndome regresar, pero la ignoré deliberadamente.

 

En aquel salón encontré una multitud de armas, desde espadas, lanzas, garrotes, estiletes, espadas más cortas, escudos y por supuesto, cotas de maya de cuerpo entero, cinturones y armaduras más algunas capas… ¿todo esto pertenecía a mi captor? ¿Cómo podía tener semejante colección? El salón se veía muy amplio y estaba repleto… llegó un punto donde dejé de escuchar a Akane o quizás se dio por vencida, no lo sé, no me importó, seguí adentrándome en el salón hasta llegar a la primera armadura, la reconocí al instante, estaba desgastada y tenía marcas de golpes de espada… luego, un poco más adelante, comenzaban armaduras en mucho mejor estado, nuevas, prácticamente; algunas armaduras eran extranjeras, otras eran simples y lisas, y había otras muy ornamentadas, hasta que finalmente, en el centro del salón estaban las armaduras visiblemente más costosas e inusuales, me tope de frente con una armadura en un tono cobre intenso, podría llegar a decirse que era rojiza, nunca había visto una igual, sin embargo, no era la joya del lugar, un brillo insólito atrajo mis ojos, dejé de lado la cobriza y llegué a una de un tono verde, era un asombroso verde metálico, un color indescriptible que jamás había admirado y junto a esta había otra armadura de un purpura azulado que me dejo sin palabras ¿Cómo podía ser esto posible? ¿de qué manera? ¿Cómo?

 

Me quede asombrada por los colores, tentada a poner mis manos sobre ellas, debían ser armaduras únicas en su tipo, ¿qué más había aquí? ¿serian estas las joyas de su dueño? Giré en derredor y entonces me topé con una armadura que me robó el aliento… no puede ser, pensé al instante, no es cierto, me dije, mientras di unos pasos en su dirección, una sensación extraña en el estómago se hizo presente una vez más y sentí como si un líquido frío escurriera desde mi nuca hasta mis pies, caminé con las piernas temblorosas, a pasos lentos y cuando llegué, admire mi reflejo en el metal azulado y brillante con detalles en oro…

 

-el caballero de su majestad, la Reina…

 

¿Era posible que fuera él? ¿el hombre de mayor confianza de su majestad? O… ¿podría ser que alguien le hubiera robado la armadura? ¿o tal vez qué hubieran hecho una muy similar? Las envidias pueden ser fatales, quizá y era eso, era alguien que buscaba superar al caballero de su majestad… pero, por otra parte… ¿Quién podía tener tanto dinero como para obtener estas lujosas e inigualables armaduras? Nadie en el reino tenía cosa igual… tenía lógica que fueran del él ya que tenía mucho dinero, mucho poder, lo tenía todo… pero no puede ser cierto. Me tardé minutos o tal vez horas asombrada, no sé cuánto tiempo paso pues no daba crédito a las conclusiones a las que había llegado, me negaba a aceptarlo…

 

-es que es… el caballero… -dije sin pensar, aun impactada… -el caballero del reino…

-si eso no te complace, pediré algún título honorifico… -dijo alguien a mis espaldas y giré con la adrenalina estrujándome el corazón. Abrí los ojos como platos, casi a punto de salírseme tras ver la silueta de mi repentino acompañante, que me miraba con seriedad y muy fijamente, las sorpresas no acababan pues, tenía ahí enfrente a una mujer de ojos inusuales, con la espalda muy recta y los brazos cruzados en su espalda, con el rostro altivo, pero de expresión atenta y ¿preocupada?

- ¿Quién…? ¿Quién eres?

-la dueña de las armaduras, del castillo, de las tierras… como tú lo has dicho: “el caballero de su majestad, la reina” –apunto estuve de caerme de bruces contra el suelo.

-no puede ser cierto… -le dije, llevándome una mano a la boca - ¿tú me secuestraste? –se quedó en silencio unos segundos.

-sí… -entonces se aclaró la garganta –vine a buscarte porque tardabas demasiado y me he encontrado con…

- ¿Por qué? –le dije, repentinamente enojada – ¿porque me secuestraste? –vi como tensó la mandíbula y miro al suelo.

-me enteré de que ibas a desposarte con el joven lord Homura… -yo fruncí las cejas –no iba a permitirlo.

- ¿no ibas…? ¿Como…? es que… ¿acaso… tú y él? –entonces subió a verme con el ceño tan fruncido como le permitían sus cejas.

-jamás en mi vida –contestó con firmeza y en cierto grado ¿ofendida?

-entonces ¿Por qué? No estoy comprendiendo nada… -ella entonces relajó las cejas y buscó algo en sus ropas hasta que sacó una carta con un sello y si no veía mal, era el sello de su majestad.

-esta es una carta que te manda su majestad la reina… -luego sacó un pergamino enrollado y también llevaba el mismo sello –y este… es el permiso de su majestad… para… -vi como repentinamente miro a una esquina y tomo aire –para que contraigamos nupcias.

- ¿Qué? - ¿Qué me estaba diciendo? ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿nupcias? ¿entre ella y no? ¿es que acaso no se daba cuenta? - ¿Qué me estas queriendo decir? ¿Qué me desposaras? ¿es eso? –ella se aclaró la garganta.

-sí, básicamente, sí –la mire con la boca abierta, parpadee un par de veces y luego mire el pergamino.

-no, todo esto está mal… ¿ya te miraste al espejo? –ella alzó una ceja –no podemos, la iglesia y las leyes…

-eso no importa, tengo el permiso de su majestad, nadie puede oponerse…

- ¿Cómo que nadie? ¿y las amonestaciones? Además, su majestad ya había dado su permiso para que Homura y nos desposemos.

-las amonestaciones se han retirado, ahora corren nuevas a nuestros nombres y el permiso de su majestad…

-no puede contradecirse, su majestad ya otorgó su permiso y Homura lo tiene así que…

- ¿te refieres a éste permiso? –saco de entre sus ropas otro pergamino enrollado, le quito el sello y lo extendió ante mí, vi mi nombre, el nombre de Homura y la firma de su majestad –bueno, éste permiso… -lo volvió a enrollar y lo sostuvo con dos dedos –ya no existe –de la nada apareció fuego en su mano, fuego azul con algunas llamas verdes que consumió en pocos segundos el pergamino, así como mis esperanzas.

- ¿es que acaso no lo entiendes? –le dije después de unos minutos con mis ojos clavados en las cenizas, luego de recuperarme de lo que había presenciado –no podemos desposarnos…

- ¿Por qué? –dijo, esta vez con una voz ligeramente molesta.

-yo necesito un heredero para el señorío que heredaré…

- ¿te preocupa la descendencia? ¿o te preocupa que el resto se entere de que soy mujer? –subí a mirar su perfecto y fino rostro, mucho más bello que el de Homura… nadie en el reino sabía que el caballero de su majestad, el caballero más importante del reino, era una mujer, así que no, eso no importaba, fácilmente podría ser omitido, supongo.

-la descendencia, por supuesto, mi padre…

-no tienes de que preocuparte –fruncí las cejas.

- ¿Cómo? ¿a qué te refieres?

-eso no importa, solo te digo que no hay nada de qué preocuparse –la mire confusa.

-pero… -se me acababan las excusas y sobre todo, esto era demasiado repentino, no sabía ni que decir, me hacía casada con Homura, no con el caballero de su majestad, aunque esperaba que mi trágico destino fuera horrible, solo pensaba en negarme y era lo único que estaba en mi mente.

- ¿amas a Homura? –me dijo, en una voz más grave que antes - ¿es por eso que no quieres casarte conmigo? - ¿amar a Homura? No, no lo amaba, pero… nunca me imaginé al lado de una mujer, era eso lo que aún me dejaba sin palabras –si es así, te propongo un trato –regresé a verla inmediatamente.

- ¿un trato? –le dije, ya sin saber si sería de verdad un trato o alguna cosa injusta.

-cásate conmigo por unos meses… -la idea me horrorizó al instante ¿me estaba tomando por algún tipo de mujer fácil o qué? –se aproxima una guerra –entonces fruncí las cejas –el reino al Oeste, al otro lado del mar, está planeando atacarnos, no sé cuándo con exactitud pero queda poco tiempo… cuando sea el momento tendré que partir y luchar esa guerra, las dimensiones del ejercito enemigo son titánicas, tal vez no sobreviva, de ser así, tú quedaras viuda, te quedaras con mis tierras y podrás volver a casarte –yo me quedé en silencio.

- ¿y si eso no sucede? No puedo desear tu muerte, eres el caballero más importante del reino…

-bueno, el trato es… si no estás feliz conmigo de aquí a que estalla la guerra, moriré o al menos, fingiré mi muerte, desapareceré del reino.

 

Yo tragué saliva, asombrada de sus palabras, ¿feliz? ¿feliz con quien me case? ¿Por qué decía esas cosas absurdas? Sin embargo… si ella tenía razón… de todas maneras no quería que el caballero más importante del reino muriera o desapareciera fingiendo estar muerto, pero lo cierto es que me daba una alternativa respetable, pero ante los dioses…

 

- ¿Por qué harías eso? –le dije - ¿Por qué fingirías tu muerte si no estoy feliz contigo para entonces? –ella respiro profundo.

-bueno… al menos lo habré intentado y de no haber funcionado, no me quedaré para hacer de ti una infeliz… piensa el trato, tienes dos días -me entregó la carta de su majestad y el pergamino, me miró momentáneamente a los ojos y luego se fue en la dirección por la que había entrado al salón y se detuvo en la entrada –Akane, sigue encargándote de ella e informa a la señora Sanada que la dama tiene total libertad en el castillo –entonces volvió a verme, justo directo a los ojos.

-claro que sí, su señoría… -después desapareció del salón y la doncella caminó hasta llegar donde estaba yo –milady, creo que ya escuchó a…

-su señoría… –le contesté - ¿Por qué no me dijiste nada sobre llamarle Sir? –le pregunte, hasta cierto punto molesta.

-bueno, se me salió decir que tiene ese título y después ya no sabía cómo corregirlo, pero no creo que a su señoría le incomode, después de todo le enorgullece su título de caballero tanto como ser la señora de estas tierras.

- ¿pero siempre se le llama así? –pregunte, aún curiosa.

-sí, siempre se le ha llamado su señoría, prefiere esa neutralidad debido al título de caballero de su majestad -yo suspiré. En cierto modo, creo que comprendía las razones…

-sí, supongo… ¿escuchaste la conversación? –ella pareció pensarse la respuesta –entonces sabes que me ha propuesto matrimonio… -finalmente, acepto avergonzada –dime, ¿soy solo yo quien piensa que esto es una locura? -ella se quedó pensando unos segundos.

-bueno milady, si me lo pidiera a mí no me lo pensaba dos veces –fruncí las cejas.

- ¿Por qué? ¿Por qué te rescato y te trajo aquí? –ella se encogió de hombros.

-y porque es señora de todas las tierras del norte, además de ser el caballero de su majestad la reina y es sumamente rica… -yo exhalé en forma de bufido.

-el dinero no es importante, mi familia también tiene un señorío… a lo que me refiero es a que… es una mujer… -dije en un susurro -la iglesia y las costumbres, mis padres, nadie lo permitirá.

-pero tiene el permiso de su majestad, ¿no? No hay nadie por encima de su majestad –no me gustaba aceptarlo, pero ella tenía un muy buen punto –dígame, el hombre con el que se iba a casar… ¿lo ama? –la miré como si tuviera dos cabezas y cuatro ojos.

-no, por supuesto, eso se da después, pero él heredará un señorío en las tierras del sur.

-mientras que su señoría ya posee todas las tierras del norte, desde mi punto de vista, su señoría no se queda atrás, y si no lo ama, entonces ¿Qué importa con quien se despose?

 

Exhalé y decidí salir del salón. Entonces me topé de frente con las ventanas y me asomé, las ventanas daban a un patio interior, con muchas plantas, flores, arboles pequeños, bancas y una fuente, más allá se notaba que el largo corredor antes visto conectaba este edificio con la torre del homenaje, una torre muy alta, cuyo pináculo estaba adornado por una bandera que ondeaba en azul. No distinguí el escudo, pero ese interés quedo rezagado. Regresé sobre nuestros pasos, a las puertas custodiadas, encontrado igual que en las anteriores puertas, escaleras de lado derecho. Con la curiosidad tentándome bajé por ellas, encontrando al final dos puertas, elegí la más cercana y fue así como llegué al salón principal. Mire con detenimiento el lugar, era muy amplio, tanto de ancho como de largo, con extensos tapetes en dos tonos de azul y adornos en hilo de oro, había más armaduras y banderas con un escudo desconocido, seguramente es el escudo de su familia. Las paredes tenían elaborados adornos tallados en la roca y del techo colgaban varios candelabros. En el extremo más cercano a mí había una silla, grande y de madera oscura, seguro la usaría ella para atender alguna audiencia con sus vasallos o siervos. En el extremo más lejano, estaban las puertas; dos enormes y amplias puertas de madera remachadas con hierro negro, decidí entonces que quería salir.

 

Mientras caminaba hacia la entrada, escuché los pasos de Akane, aun amortiguados por la alfombra, entonces con una mano le señale que deseaba estar sola, fue así que dejó de seguirme. Quería estar sola y también quería salir de ahí, aunque no supiera a donde ir. Continúe por sobre el camino de la alfombra hasta llegar a las puertas que estaban abiertas de par en par. Antes de salir gire a ver el salón, no podía negarse que el castillo era amplio y ostentoso, con muchos destalles en su arquitectura que gritaban por los aires el dinero de su dueña.

 

¿Por qué nunca había escuchado de este castillo? Con lo ostentoso que era y la riqueza de su señora, los nobles estarían hablando de el al menos una vez y queriendo visitarlo durante cualquier temporada, pero nunca había escuchado de él… al igual que su dueña y sus riquezas… teniendo en cuenta que nadie hablaba del caballero de su majestad, tampoco puede ser una sorpresa, pero lo era, aun así. Di media vuelta y salí del castillo, inmediatamente me encontré con dos guardias a cada lado de las puertas, uno de ellos me miró fijamente y después volvió su vista al frente… “estará ya avisado” me supuse.

 

Lleve la mirada al frente, había una explanada que terminaba con el rastrillo, mismo que era parte de otro edificio, conformado por largas y altas murallas además de torres. En un extremo estaban los establos y un pozo, en el otro extremo estaba lo que parecía una capilla, con otro pozo frente a ella. Camine por aquel patio, mientras más caminaba podía notar que a los lados del castillo había jardines, con césped, árboles y arbustos, pero continué derecho; el cielo estaba parcialmente despejado y había buen sol bañando las piedras del castillo, sin rastros de la tormentosa lluvia con la que llegué. Ahora, con la claridad del día, me di cuenta que las dimensiones de las murallas y torres que había visto la primera noche, eran más amplias y que había mucho más terreno que ver… bueno, no puede ser tan grande como el palacio de su majestad, pero si era mucho más grande que un castillo normal. A lo lejos, en las partes altas de las torretas y murallas, había muchos guardias, algunos quietos, otros moviéndose, todos con lanzas, espadas y arcos, los que tenían protección más sencilla, llevaban cota de maya y casco, pero muchos llevaban una armadura bastante completa. ¿Planear escapar? Bueno, ahora parecía una idea ridícula.

 

Ella había dicho que tenía total libertad en el castillo, pero, ¿podía ir y salir por la puerta, simplemente? Continúe caminando derecho hasta el rastrillo, desde donde estaba, solo podía ver el cielo a través del rastrillo y quería ver que había más allá. Atravesé el gran patio bajo la mirada de docenas de guardias, hasta llegar a la entrada, cruzar el edificio y llegar al otro lado, al llegar ahí es como pude darme cuenta que el castillo estaba en lo alto de una colina, con muchas más murallas protegiendo concéntricamente el castillo y más allá de las murallas, había amplios terrenos llanos donde alcanzaba a ver manchas blancas que se movían lentamente… algún tipo de… ¿animal de pastoreo? Estuve a punto de caer sobre mis asentaderas… era mucho más grande de lo que había imaginado… por eso las puertas del castillo estaban abiertas, había más murallas ahí afuera, más guardias, más torres, más puertas… ¿Qué era esto? ¿una fortaleza?

 

Me quedé sin aliento por un considerable tiempo, apreciando los edificios, el paisaje y las montañas allá en la lejanía. Aun cuando ya estaba en las puertas del castillo y a unos pasos de sus afueras, quedaban aun las largas calles con todos esos edificios repletos de gente, y más allá, el camino de piedra que llevaba a las puertas del recinto, aun cuando pasara todo eso, aquel camino de piedra se perdía en la lejanía, ¿A dónde se iría al llegar al horizonte? ¿Qué tan lejos estaba la ciudad capital y en qué dirección? No tenía idea…

 

Exhalé un suspiro y di media vuelta. Sería un objetivo poco realista suponer que saldría de esta fortaleza y llegaría perfectamente sana con mi familia. Aunque aún no me atrevía a externarlo, el trato era bueno, pero, ¿y si no aceptaba? ¿Qué pasaría si no aceptaba el trato? Mientras regresaba al edificio principal atravesando la explanada, comencé a repasar mi entrevista con ella. No parecía ser una personal especialmente intransigente, parecía bien educada, con un carácter fuerte e impasible, y por lo que se sabía, bastante estoica y con temple, después de todo era: “El caballero del reino”, alguien débil no podría ostentar ese título. Es una persona con determinación, ¿puede aceptar un no por respuesta? Respiré hondo y exhalé mientras subía los escalones hasta la puerta principal, encontrándome con los guardias una vez más…

 

Quería estar sola y estar aquí a la vista de todos los guardias no me daba la privacidad que deseaba, pero tampoco quería regresar a mi habitación… giré y miré en derredor… había recorrido muy poco del castillo y no había visto todo el lugar, pero ciertamente no tenía ánimos para ir muy lejos, de manera que regrese al interior del edificio, en el vestíbulo estaba Akane dando vueltas hasta que me vio y se acercó.

 

-milady ¿ha terminado de estar sola? –cerré los ojos con calma y contesté.

-no, quiero privacidad, así que regresare a la habitación, llévame, por favor.

 

Ya no sabía cómo regresar así que dejé que Akane me guiara, que, por cierto, no fue el mismo camino, salimos del salón principal por otras puertas que llevaban a escaleras, entonces me di cuenta que eran las primeras escaleras que habían despertado mi curiosidad. Al regresar a la habitación me encontré con que aún había un guardia fuera de mi habitación, lo que me hizo preguntarme si normalmente estaría ahí o su tarea aún era seguirme vigilando. Al llegar Akane se despidió y yo pude cerrar la puerta. Es curioso como en un principio deseaba salir de la habitación y recorrer todo el castillo, pero ahora, lo que requiero es estar encerrada. Lo primero que hice al entrar fue dejarme caer en la cama, noté entonces que habían cambiado las sábanas y al sentarme se reavivó el aroma floral en las colchas.

 

Quizá la doncella tiene razón, es un buen prospecto, nadie se enterará nunca que es una mujer… ¿pero y si lo hacen? ¿Cuánto tiempo lleva siendo el caballero de su majestad? ¿dos? ¿cuatro años? ¿hace cuánto? No estoy segura y tampoco se con exactitud como sucedió ni por qué… después de todo, había llegado a la capital hace casi tres años para encontrar esposo, antes de aquello viví siempre en el castillo de mi padre, no sabía nada de la capital y menos de su glorioso caballero… aunque, en todo caso, tendríamos el favor de su majestad ¿no? Eso debería ser suficiente…

 

Quizás el motivo por el que me sentía reacia a aceptar tan fácilmente a pesar de la situación en desventaja en la que estaba, era que no quería doblegarme a la voluntad de alguien más, no soy una mujer corriente que acepta lo que le dicen así como así, también tengo poder y estatus, mi voz es escuchada y así he sido criada, iba a desposarme con Homura pero porque yo había aceptado su propuesta, pero esta situación era diferente, se me rapto y ahora se me imponía un matrimonio con alguien desconocido, sé algunas cosas, pero ahora que veo a la persona dentro de la armadura, es una completamente desconocida para mí que me impone su voluntad, sin contar que no nos conocemos en absoluto, al menos con Homura había un esboce de lo que me esperaba en el matrimonio, pero ahora ¿Qué puedo esperar? Había escuchado cosas buenas, pero ¿Qué tan buena seria la convivencia en el matrimonio?

 

Suspiré profundamente y me levanté de la cama, encontrándome con las cosas que ella me había dado, la carta de su majestad y el pergamino. Este último tenía el exclusivo sello de su majestad, colocado cuidadosamente sobre cera dorada. Este tipo de permisos eran redactados por su secretario, al final, su majestad leía el pergamino, lo firmaba y sellaba con cera roja sobre un listón, para después volver a ser sellado con cera dorada. Con delicadeza lo abrí y miré cuidadosamente, solo lo miraba para asegurarme y realmente no fue una sorpresa encontrar el otro sello rojo con su listoncito al final de la misiva junto a la firma. Di un corto suspiro y luego tomé la carta en mis manos.

 

Caminé hasta la ventana para poder mirarla con la claridad del medio día. Desprendí el sello con cuidado y leí con calma:

 

“Apreciable ciudadana y familiar mía:

 

          Debido a la celeridad con la que se han dado los últimos eventos, me he apresurado a escribir esta carta con el fin de que comprendas la situación en la que estamos.

Para este momento ya sabrás que he dado mi permiso, apoyo y protección sobre su matrimonio, debo dejar claro que no apruebo los métodos, pero Sir siempre ha tomado los riesgos y en ello se basa su leal labor. Es un placer para mí, garantizarle a mi más fiel y leal súbdito, general de todas mis fuerzas militares y principal estratega de todas y cada una de las batallas futuras, cualquier petición que contribuya parcial o totalmente a su felicidad, ya que la felicidad de mis súbditos, es mi felicidad, sobre todo si es para que Sir, Caballero del reino, audaz estratega en la guerra futura y que cuida tanto de mí como de cada uno de mis súbditos en el reino en el día a día, se una en sagrado y virtuoso matrimonio.

El día de la feliz unión ya está fechado por su eminencia y todo está ya arreglado con sus honorables padres, de modo que será una de mis más grandes satisfacciones presenciar el enlace.

Sin más por el momento me despido, deseándoles paz y prosperidad en su futuro matrimonio.

 

Atentamente.

Su majestad, la Reina Mashiro Kazahana del reino de Fuuka.”

 

Me lleve una mano a la frente, asombrada. Fui al sofá y me dejé caer, desinflándome en una larga exhalación. El mensaje había sido devastadoramente claro, primero dejaba muy en claro que era más importante el hecho de ser una ciudadana que una familiar, en segundo lugar, sabia todas las particularidades de lo que había sucedido en mi rapto, pero aun así estaba del lado de ella, en tercer lugar, priorizaba la petición de su caballero favorito y por último y más importante… esto era por el bien del país; por eso remarcaba mi posición de ciudadana, la reina también estaba al tanto de una guerra próxima y quería tener complacida a su mano derecha, además, ¿Cómo tienes un reino sin poder militar? ¿y quién tenía el control militar? Obviamente no una niña de doce años, si no su caballero, a cargo de la guardia del palacio, de la capital, de todos los caballeros en el reino, de todos los hombres que custodiaban y merodeaban en el país, es decir, que ella era más poderosa de lo que se planteaba, no solo poder económico, poder militar, con esta carta podías darte cuenta de que la reina solo era reina gracias a la complacencia de su caballero, ya que el ejército mismo era su propio caballero.

 

Es como si la reina solo fuera reina de nombre, pero quien tenía el poder no era ella, no es como si la reina pudiera oponerse sabiendo que su caballero tiene tanto poder y control sobre la milicia, después de todo, ella puede dar una orden, pero quién vigila que se cumpla, es la fuerza militar, es decir, ella… el caballero de su majestad… si yo no accedía al matrimonio, ella quedaría inconforme y la seguridad del reino estaría en peligro incluso antes de la guerra. Ese era el verdadero mensaje en la carta, de manera que no había opción a objeción alguna. Me tenía que casar, me gustase o no, quisiera o no, prácticamente era una orden y la opción de pensarme el trato era una mera fantasía.

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